Entre tanto amarillo/Yellow Struck, de Amanda Hernández

 

 

Nota de En Rojo: Editorial Pulpo ha publicado una nueva edición de Entre tanto amarillo de Amanda Hernández. Esta, además de ser una reescritura del proyecto original, cuenta también con una traducción por Keneth Cumba, titulada Yellow Struck. En Rojo publica alguno de los paratextos de este libro, y algunos de sus poemas, como manera de invitar a su lectura.

 

“¿Qué es el color amarillo? ¿Luz? Quizás más específicamente: ¿luz solar? Lo más coherente es que el amarillo termine por infectarnos algún tipo de alegría, con su reminiscencia a los rayos del sol, borrachos de serotonina y vitamina D. Van Gogh, incluso, ingería habitualmente algunas dosis de pintura amarilla en un intento de paliar la locura que lo consumía. Pero no siempre el sol es amarillo y feliz. Cuando no es generoso como en el alba o manso como en el crepúsculo, cuando es el mediodía, por ejemplo, el sol es de una palidez destructora y cruel, es la Nada más absoluta. En definitiva, los poemas de «Entre tanto amarillo» de Amanda Hernández siguen esta línea explorando todos los tonos de la luz, el camino amarillo ya trazado que siempre desemboca en la oscuridad, en lo opaco. Las carcajadas, los espejos, las tumbas, los lirios, lo tierno, lo consumido, el calor del cuerpo, el frío de alguna ventana, “la grandeza de todo aquel silencio”, son todos elementos abarcados por la luz y que con los versos de Amanda Hernánde son develados, también con oscuridad. La luz es el mundo, y la sombra del mundo es lo único aprehensible a través del lenguaje, así lo reconocen estos poemas. Y aunque sea una sombra inventada, una ficción clara y hasta brillante como “el día en que decidimos / por primera vez mirarnos / y mentirnos”, aunque esa “silueta de blanco sonido” no sea el sol, se trata de una mentira íntima que irrumpe en el silencio arcano de la existencia para salvarnos de lo opaco, de lo incierto”.

 

  • Daniel Rosa Hunter, “Hacia una certeza precaria” (fragmentos), palabras preliminares a Entre tanto amarillo/Yellow Struck

 

“En la poesía de Amanda Hernández, hay una continuidad en la voz poética que insiste en recuperar conexiones que ya conoce como pérdidas. Tal insistencia se construye en la duda del no saber el porqué de aquel cielo tan amarillo. De rebuscar en esas memorias de cuerpos que quedan colgando en el pasado para instalársele y ver cómo ellos le miraban. Esta retrospección eventualmente, de acuerdo a esa voz, es una lucidez imaginativa llena de colores y de flores que reconfortan el dolor de quien ha amado”

 

– Nelmaries N. Medina Rodríguez

 

En qué piedra se trazó antes que yo el camino,

qué si algo fue ocaso, qué tremendo grito,

qué hubo tras el espejo.

 

Procede llamarle mito brutal,

ponerle por nombre y locura y sonreír,

llorar también

si es que se sabe de proezas asumidas la risa.

 

Escarbar la llaga por obligación al hueso,

aparentar la divina perfección de un círculo

que todo lo recoge con movimientos imperfectos.

 

Ha llegado la hora y a duras penas hago ruido,

juego a ser bromista.

 

Mientras, cavo mi tumba

sin conocer la verdad del pretexto.

 

Qué le queda de reflejo a esta carcaza.

Qué me queda de mujer enternecida.

 

El aliento seco me omplace en inventarte,

eres aliento seco sobre el pecho

y te hacer irreveremte

desde la lluvia, la piedras, el polvo,

confort de tantas noches en hiebra.

 

Me concedo fiereza

si es que coqueteas con mi alivio.

Un velo de flores

– ojo de poeta y cundeamor –

me cubre la cara y aquí

todos andan a su propio paso.

 

Compartimos todos un temor irrevocable,

una frágil hambre de cuerpo.

 

Algún día sabremos si es verdad

que el suelo retiene los pasos.

 

Todo se repite en los doblees

de esta agotable historia

hurtada hace ya algún tiempo.

Espero que dure más de un año

esta voluntad torcida,

que no sucumba

ante el olvido

del paso dado y falle.

Ojos las flores

y velos con que me cubro.

Espero que dure lo que dura la certeza,

este cielo vertido

entre tanto amarillo.

 

Artículo anteriorEn Reserva-“Lxs Idiotas” de Sylvia Bofill, versión cinematográfica
Artículo siguienteEsta semana en la historia