Extremos cinematográficos: Fallen Leaves y Poor Creatures

En Rojo

Esta última parte de un año que nos ha tratado tan mal (enfermedades en lo personal y guerras imparables e interminables), nos trae dos muestras de la capacidad del cine de transformarnos, ya sea con la sencillez más absoluta o con la incontenible fuerza de cada instrumento cinematográfico al servicio de la imaginación.

 

Fallen Leaves

Director y guionista: Aki Kaurismäki; cinematógrafo: Timo Salminen; elenco: Alma Pöysti, Martti Suosalo, Jussi Vatanen, Alina Tomnikov.

Aki Kaurismäki, director finlandés, nos ha sorprendido a través de los años con un cine narrativo que narra muy poco, que casi no se mueve, pero que explora las profundidades de esas emociones que escondemos para no demostrar nuestra fragilidad. Así lo hizo con The Match Factory Girl de 1990—que tuve la oportunidad de ver en el Festival des Films du Monde (FFM)—y The Man Without a Past de 2002. El tiempo exterior muy pausado esconde los temores de hombres y mujeres que viven de día a día, intentando no pensar en lo que los aflige, mientras sobreviven en un mundo exterior que puede ser muy hostil. Se entregan a la búsqueda de un empleo que les permita tener un techo y comidas diarias y, muy adentro, esconden la esperanza de encontrar la felicidad con un amante o amigx que sirva de acompañante.

Ansa es una trabajadora responsable que tiene la mala suerte de ser despedida porque la compañía está en proceso de contracción y ella es de las últimas contratadas. Por lo menos tiene la suerte de tener una vivienda pequeña donde paga muy poco y así puede—aunque sólo sea por un tiempo—buscar otro lugar para vivir. Al estar dispuesta a hacer cualquier trabajo que le pague lo suficiente para poder comer y tener vivienda, Ansa rápidamente consigue otro trabajo que también tendrá sus desafíos. Holappa hace trabajos peligrosos que le pagan bien y le proveen un cuarto compartido. Desde que lo conocemos, sabemos—y a veces él mismo lo acepta—que no puede funcionar sin bebidas alcohólicas. Como suele suceder, jura que tiene todo bajo control y por eso no tiene que cambiar su comportamiento. Como es de esperarse, comete errores en su empleo que pudieran ser muy peligrosos y, de la noche a la mañana, pierde empleo y vivienda. Por ser alcohólico y no aceptarlo, conseguirá otros empleos y los perderá por igual razón. Toda esta problemática se trata de manera normal y sin tarjetitas de salvación. Es lo que es.

Ansa y su amiga, Tonja, y Halappa y su amigo, Raunio, socializan ya sea en el cine o en un lugar de karaoke y bebida. Esto no significa que se conocen más allá de saber sus primeros nombres y algún detalle. Ni siquiera saben bien dónde viven, o trabajan, o quienes son sus conocidos. Por eso, cuando Halappa pierde el número de Ansa, es casi una búsqueda infructuosa encontrarla nuevamente. Lo mismo sucede cuando Halappa no llega a casa de Ansa y no hay manera de rastrearlo. Con diálogo muy parco, con sentimientos muy resguardados se construye una relación que pudo o puede florecer. En eso, y muchas cosas más, reside la belleza y las emociones de este filme.

Poor Things/Pobres criaturas

Director: Yorgos Lanthimos; guionista: Tony McNamara; autor Alasdair Gray; cinematógrafo Robbie Ryan; elenco Emma Stone, Willem Dafoe, Ramy Youssef, Mark Ruffalo, Vicki Pepperdine, Christopher Abbott, Jerrod Carmichael, Hanna Schygulla, Suzy Bemba, Kathryn Hunter.

La traducción al español del título de este filme, describe perfectamente a los personajes que inundan este mundo ficticio—ubicado en Londres en la época victoriana—echo de muchos pedazos reales e imaginarios. Todos los personajes dan pena y sabemos que no podemos salvarlos de lo que les acontece, aunque sí nos sentimos empáticos con su situación. El Dr. Godwin Baxter (Willem Dafoe) nos da pena cuando vemos su cara marcada, su cuerpo mantenido vivo a la fuerza y cómo sus estudiantes de medicina se burlan de sus teorías y prácticas. Bella Baxter (Emma Stone), cuando la conocemos, nos da pena porque apenas puede articular lo que siente y quiere y parece un autómata que está a punto de estrellarse y romper en miles de pedacitos. Max McCandles (Ramy Youssef), admirador al extremo del Dr. Baxter, nos da pena porque sufre las burlas de sus compañeros estudiantes al defender las teorías del que será su mentor, que también lo tratará con desagrado y exigirá seguir órdenes que parecen absurdas sin darle explicaciones científicas. Todo esto cambiará, según la trama se desarrolla, cuando Max y lxs espectadorxs tengan un cuadro clínico del experimento científico del Dr. Baxter. Mientras tanto, observamos el desarrollo intelectual y emocional de Bella—no de su cuerpo porque ya esa etapa había culminado.

A través de Bella, vemos ese mundo exterior del que Godwin quiere protegerla y ella insiste en descubrir. Los predios de Baxter parecen un gran laboratorio donde todo se confunde y se hibrida. Afuera se supone que todo sigue su curso, lo que atrae a Bella a descubrir sus ruidos, su suciedad, la agresividad que parece mover todo. Según el cerebro de Bella crece y absorbe conocimiento—mayormente científico—crece su deseo de lanzarse al mundo desconocido, no importa sus peligros. Su deseo de crecer es inmenso y nadie la puede detener, ni siquiera Godwin que insiste en protegerla, ni Max, que la ama intensamente, pero respeta su deseo de crecer. Y aquí entra en escena “el villano”, Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo), que le presenta a Bella un mundo lleno de mentiras, sentimientos desconocidos y todo lo que un cuerpo juvenil desea sin restricciones de reglas, moralidad o sentido de bien o mal. Viajaremos con ellos a Lisboa, luego en un crucero (sugerencia de Duncan para restringir las andanzas de Bella) y, por último, los prostíbulos de París (idea de Bella). En cada estancia—acompañada de Duncan—él perderá su sentido de poder sobre Bella para volverse un guiñapo despreciable. Ella, florecerá y desarrollará total control sobre su cuerpo, además de entender cómo el mal (sugiero el patriarcado) es capaz de destruir a las mujeres al restringir su conocimiento y su libertad de decidir por sí mismas.

Esta joya de Yorgos Lanthimos se suma a dos anteriores historias fílmicas que ya nos habían volado la cabeza: The Lobster del 2015 (que vi en NY atraída por Colin Farrell y fue Premio del Jurado en Cannes) y The Favourite del 2018 (Premio Europeo y del Jurado de Venecia). Poor Things (premiado con el León de Oro en Venecia) es un “must see” donde la imaginación del director se traduce a la pantalla para crear un universo de posibilidades desafiantes que nos despiertan los sentidos, mientras celebramos imágenes tanto de realidad como de fantasía.

 

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