Tríptico de Adviento

 

Especial para En Rojo

 

A Helga Ruiz Acevedo,Víctor Gregory Frontera y Carlos Francisco Reichard Sánchez

 

¿Qué tienen en común estos libros?: La Hora de la Libertad, Leer a Dios y Borinquen Field. Aparte de que sus autores – Rubén Berríos Martínez, Angel Rosa Vélez y Marta Iris Aponte Alsina – son independentistas y de que los libros se cruzaron con este lector en el periodo de adviento, no parece haber relación entre unos ensayos que analizan la realidad política de Puerto Rico, un libro de crítica literaria y una aparente novela sobre el impacto en Aguadilla de la Base Ramey. También forma parte del entramado mi contacto personal con los autores; de Rubén escuché en 1964 que participaba en micro-mitines del Partido Independentista Puertorriqueño y él, en la introducción del libro, narra una anécdota de su experiencia política en ese año que lo enlaza al liderato del PIP de ese momento.  Luego fui asesor legislativo durante su incumbencia como Senador y durante la incumbencia de otros dos coautores del libro: Fernando Martín García (a quien conocía desde mis años de estudiante de bachillerato en la UPR) y Manuel Rodríguez Orellana.

A Angel Rosa Vélez, profesor universitario, ensayista y novelista, lo conozco a través de su hermano Othoniel, quién además de haber sido asesor legislativo y dirigente del PIP en la zona del Toa, es poeta y ensayista de méritos propios: el poeta de la fe combativa y el ensayista de la palabra precisa, (¿o al revés?) y que junto a su hermano y otros, escritores, teólogos y hasta un economista-Samuel Torres-, ya fallecido,  integran lo que he denominado la Generación del Toa.

Y Marta Iris Aponte es de la generación de escritores y estudiosos de la sociedad puertorriqueña con quien compartí en mis estudios universitarios de bachillerato: Edgardo Rodríguez Juliá, Angel Quintero, Efraín Barradas, Silvia Alvarez, José Luis Vega, Marcia Rivera y Fernando Martín García, entre otros. Y Borinquen Field me llamó la atención porque mi familia paterna es de Aguadilla.

Debo reconocer que esta aventura brevemente analítica la hace posible la lectura de “Leer a Dios”. El autor nos propone hacer crítica literaria como se hace la exégesis bíblica. Los escritores de todo género son como Dios y de la misma manera que se investiga el contexto histórico de la redacción bíblica se investiga la creación literaria como si fuera una manifestación de Dios en la historia, como si fuera una continuación de la redacción bíblica. Y esa manifestación de Dios tiene que ver con el desarrollo problemático de la justicia, la solidaridad y la liberación de ataduras imperiales.

Un supuesto fundamental es que detrás del relato literal – ya sea histórico o mítico – (y no importa cuan importante sea esta envoltura) lo más importante está en el significado. Un ejemplo, mío – pero que yo creo sería compartido por el autor -, son los milagros de Jesús, consistentes en su gran mayoría en sanaciones y alimentación. Más importante que la historicidad de los mismos es lo que dicen de él como persona preocupada por la nutrición y salud integral del ser humano.

La Hora de la Libertad es, en parte, retomar el Camino de la Libertad, libro editado por Juan Enrique Soltero Peralta, en 1946, junto a otros miembros de la Editorial Libertad la mayoría de los cuales participaron en la fundación del PIP en ese año. Y ese camino transcurre desde 1964 hasta nuestros días describiendo el proceso de liberarnos de las ataduras imperiales y los retos que presenta esa lucha en el presente en el contexto de las relaciones actuales con el gobierno de los Estados Unidos. Se contesta como el modelo de desarrollo colonial ha terminado en PROMESA y cuáles son las perspectivas presentes así como la necesidad de la independencia para un modelo de desarrollo económico sostenible. Porque para que el desarrollo sea sostenible Puerto Rico tiene que ser parte de la “bola del mundo” al decir de José de Diego.

Lo que me lleva a “Borinquen Field”. El misterio que se crea alrededor de la base tiene eco en mi historia personal. Las tres hermanas de mi padre fueron raptadas por la base. La tía Tata trabajó como secretaria en la base por 30 años. La tía Fina se casó con el principal de la escuela de la base y terminó viviendo en Seattle, desde donde su hija Carmen se ha convertido en mi brigada Abraham Lincoln familiar, solidaria con las causas progresistas, incluyendo la independencia de Puerto Rico. Y la tía Olga casi se fuga con un navegante de bombardero, a quien uno de esos espíritus que convoca Marta Iris le pegó una enfermedad en Gran Bretaña- (a dónde regresó casado con la tía) – que le impidió montarse en el último vuelo sobre Alemania que harían sus compañeros. Del susto, una vez regresó a Pensacola, donde terminó sus estudios en derecho y fue juez, no volvió a montarse en un avión por cincuenta años cuando lo pude conocer personalmente y descubrir porque mi padre lo apreciaba mucho.

Pero para Marta Iris Borinquen Field es una excusa para develar como las colonias contribuyeron al esfuerzo bélico de la segunda guerra mundial al precio que fueron las expropiaciones en Aguadilla por el gobierno norteamericano y la masacre de soldados senegalenses en Dakar por el ejército francés. Y muy pronto Aguadilla se convierte en cualquier pueblo de Puerto Rico: Yauco, Guayama, Ceiba….Y un tenaz maestro de escuela trata de recobrar esa historia a través de una novela brasileña sobre la base y en el proceso genera la expectativa de reconciliación con y entre sus hijas. En lugar de una novela sobre la base y Aguadilla tenemos una novela donde la base sirve de excusa para colocarnos en la “bola del mundo” y reaccionar. Muchas veces para develar el cristal oscuro de nuestra realidad tenemos que mirarnos en el espejo aparentemente ajeno.

Nota Final

La Hora de la Libertad ha tenido dos magníficas reseñas en ediciones del Nuevo Día; la primera de Rafael Cox Alomar y la segunda de Carmen Dolores Hernández. Esta última concluye su reseña diciendo que un mensaje del libro es que negociar es mejor que luchar por las armas. Ojalá. Yo no creo en hablar sobre la lucha armada: si creyera, no hablaría; y si no creyera no la recomendaría a nadie. Pero con las potencias imperiales hay que examinar el registro histórico y no podemos concluir otra cosa que no sea que la lucha armada previa o potencial es un factor que facilita las negociaciones. Y precisamente el caso de la India es el ejemplo.

Finalmente, una nota sobre la dedicatoria; Helga, mi cuñada, Víctor Gregory, mi primo hermano (hijo de la tía Tata, supra) y Carlos Francisco, primo en algún grado de consanguinidad – su abuelo paterno era primo hermano de mi abuela paterna-, eran mis agentes, que me mantenían informado de la historia secreta de Aguadilla en todos los estratos sociales. Ya ellos no están acá, pero me han servido de inspiración desde allá.

 

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