Antes de que termine marzo

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Especial para CLARIDAD

 El mes de marzo es hermoso para las feministas porque juntamos cabezas, corazones, voluntades, energías, voces y cuerpos para, el día 8, recordar, conmemorar y manifestar respeto a las antecesoras que abrieron brecha para importantes derechos que hoy nos cobijan. También para renovar el compromiso de seguir ampliando ese camino para las mujeres que estamos y las generaciones que vendrán. A la par que hermoso, es un mes de trabajo intenso para dar a conocer la multiplicidad de espacios en los que todavía no hay equidad de género. Nos golpea en la cara un día sí y el otro también el discrimen y la desigualdad, especialmente en su más burda manifestación que es la violencia machista. Afortunadamente, cada vez más personas la nombran con todas sus letras y se unen a su repudio. Con satisfacción puedo afirmar que parte de la intensidad de la labor que realizamos en el tercer mes del año se debe al interés de los medios de comunicación en torno a la situación de las mujeres y en cubrir las actividades de las organizaciones. Abundan las solicitudes para que éstas y sus lideresas participen en charlas, paneles de discusión, conferencias y otras actividades educativas.

Por supuesto, se concentran esfuerzos para la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, decretado en el 1917 por la Internacional Socialista, pero que adquirió carácter internacional en el 1975 con la proclamación del 8 de marzo por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En nuestra Patria el Frente Femenino del Parrido Independentista Puertorriqueño y la organización feminista Mujer Intégrate Ahora (MIA), una de cuyas lideresas es la actual senadora, Ana Irma Rivera Lassén, lo conmemoraron por primera vez. Por esta razón la actividad que llevó a cabo la Coalición 8 de Marzo, les fue dedicada. La fecha se oficializó en Puerto Rico con la aprobación de la Ley 102 del 8 de junio de 1976. Ha sido gratificante que este año fueron varias las convocatorias para recordar la importante fecha: el lazo humano en los predios de El Morro para reiterar el rechazo a la violencia machista; la marcha organizada por la Coalición 8 de Marzo frente a la Oficina de la Procuradora de las Mujeres (OPM) para concentrarse en el área de la Comisión Estatal de Elecciones y el llamado de la Colectiva Feminista en Construcción para ocupar el Expreso Las Américas desde la sede del Estadio Hiram Bithorn, en la Ave. Roosevelt. Los tres fueron eventos concurridos y, además, las manifestaciones de las organizaciones feministas fueron militantes, coloridas, vibrantes y plenas de activismo. Complace saber que prevaleció la armonía, tanto en la participación presencial como a través de las redes sociales.  También hubo manifestaciones en Mayagüez y Ponce, así como en Vieques y en otros municipios.

Usualmente se pasa balance sobre los logros, lo no alcanzado y las metas por cumplir a finales del año natural, pero la conmemoración del 8 de marzo que, prácticamente se ha extendido a los 31 días del mes, también nos brinda un espacio para pasar revista. Puedo afirmar que este 8 de marzo, además de celebrar una vez más el cumpleaños de mi querida sobrina nieta, también sentí alegría por el activismo que hubo en las calles, acompañamiento por la indignación colectiva ante los feminicidios y otras manifestaciones de la violencia de género con las que inició el año, así como esperanza ante el incremento de gente joven que participó en las múltiples actividades celebradas alrededor de la fecha.

Sin embargo, antes de que termine marzo, debemos revisar también el violeta de nuestros reclamos de equidad, justicia y trato digno, para señalar los retos que aún enfrentamos para hacerlos realidad. Continúa siendo una emergencia la violencia de género, prioritariamente aquella que ocurre en una relación o ex relación íntima. No hay duda de que el número de feminicidios en el recién comenzado 2024 nos provoca gran sentido de impotencia. Compite fuertemente en la lista de prioridades la búsqueda de soluciones para la pobreza que afecta en mayor medida a las mujeres y se exacerba cuando se trata de jefas de familia, con crías menores de edad y sin la presencia del padre en el hogar.  La falta de vivienda apropiada, digna y accesible está directamente relacionada a la violencia de género porque la carencia de un techo se convierte en un disuasivo para terminar con la relación abusiva.

Han sido de especial atención este marzo la publicación de investigaciones sobre la desigualdad salarial en empleos y puestos de trabajo iguales o comparables, problema por el cual también luchaban nuestras antecesoras de principios del siglo pasado. Mejoras se han logrado, pero continúa la discriminación, a pesar de que hay legislación para atender el problema. Lamentablemente, como en muchos temas relacionados con las mujeres y con la comunidad LGBTTQ+, ha faltado voluntad para fiscalizar su implantación. Gran parte de la responsabilidad recae sobre el Departamento del Trabajo y la OPM.

Los derechos relacionados con nuestra salud sexual y reproductiva siguen bajo asedio debido a los fundamentalismos que han alcanzado voz y voto en la Legislatura a través del Proyecto Dignidad. Se les unen en un perfil más bajo, pero cómplice y oportunista, integrantes de los partidos de mayoría. Las feministas, organizaciones defensoras de los derechos humanos, profesionales de la ciencia médica y la salud pública les hemos contenido con la vigilancia y militancia constante, pero nos hace conscientes de cuán importantes son las próximas elecciones respecto a la imperiosa necesidad de escoger partidos y candidaturas que respondan a las necesidades reales del Pueblo, del cual somos parte mayoritaria. Aunque pretendan invisibilizar el quehacer de las mujeres, la realidad es que cargamos sobre nuestros hombros grandes responsabilidades que mueven a la sociedad.

Como independentista y haciendo referencia al mes de marzo, no puedo dejar de mencionar dos importantes acontecimientos que forman parte de la memoria colectiva y que nos recuerdan la necesidad de continuar luchando por la descolonización de nuestra Patria: el ataque al Congreso de Estados Unidos el 1 de marzo de 1954 por Lolita Lebrón, Rafael Cancel Miranda, Irving Flores y Andrés Figueroa Cordero y la Masacre de Ponce el 21 de marzo de 1937, la cual dejó un saldo de 21 personas asesinadas y más de 100 heridas, a manos de las autoridades gubernamentales.

Parecería que no hay conexión entre unos y otros temas que no sea la coincidencia del mes de marzo, pero todo forma parte de la reivindicación de los más fundamentales derechos humanos.

 

 

 

 

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