A cinco años de su partida, “incorporar a Fidel ahora y en el futuro”

Fotos cortesía del autor

Corresponsal de CLARIDAD

 “Yo sé que alcanza con saber que hay alguien que cree en vos para salvarte”, Eduardo Galeano.

La Habana, Cuba-Cinco años han transcurrido desde que viajara a la inmortalidad el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro. Muchos cambios han tocado a la puerta de la mayor de las Antillas en el pasado lustro y una nueva generación de líderes toma las riendas del país con la encomienda –y el enorme peso en los hombros– de dar continuidad a un proyecto que ha sido más grande que el tiempo mismo.

Aquel 25 de noviembre de 2016, el Comandante partió a la eternidad –dirían algunos–, no sin antes dejar sellada para siempre la huella indeleble de su paso sobre una nación y un pueblo que hoy evoca su pensamiento en cada acción y en cada idea. No quiso nunca que se levantaran estatuas ni bustos con su imagen, pero fotos de su rostro se observan hoy en camisas, centros de salud y pancartas en todo el país. Es la expresión más viva de un pueblo acostumbrado a tenerlo y sentirlo cerca –esa necesidad de lo tangible– que sirve para engañar a la nostalgia y dar la impresión de que sigue entre nosotros.

A su muerte, no fueron pocos los que apostaron que todo se vendría abajo. Contaban las horas para llegar aquellos que hace tiempo “vienen llegando” y darle la vuelta a todo cuanto había ayudado a construir. No sabían –o no querían saber– que hace mucho había dejado de ser él para ser millones.

CLARIDAD conversó con Francisca López Civeira, Doctora en Ciencias Históricas, Profesora Titular de Mérito, a cargo de la cátedra Fidel Castro en la Universidad de La Habana. Hablamos de Fidel, su pensamiento y su vigencia en la Cuba de hoy.

¿Cuánta vigencia ve usted en el pensamiento de Fidel en la Cuba de hoy?

Fidel, quizás un poco, se puede comparar con Martí en que tiene una vigencia, una presencia en todo el quehacer y creo que hoy con mucha más razón, además del factor emocional. Sin duda, esa misma expresión de ‘Yo soy Fidel’, que surgió de los jóvenes al fallecimiento de Fidel. Pero también sus análisis, sus proyecciones, llevan a que, [por ejemplo], si viene un ciclón, la gente dice ‘ay, como se extraña Fidel’.

Es decir, es una presencia que las personas sienten, que se extraña, pero al mismo tiempo se recurre a él, por los análisis que hizo, por las propias proyecciones que hizo. Y no podemos olvidar que cuando ya prácticamente estaba al final de su periodo de dirección él fue a la Universidad de La Habana en noviembre de 2005 y allí dejó un grupo de alertas que tienen una vigencia y que la gente recuerda. Allí él hizo la pregunta: ¿es que las Revoluciones están destinadas a desaparecer? Él dijo la Revolución nuestra se puede autodestruir y sería responsabilidad nuestra.

Él mismo, en su misma proyección de la política hacia Cuba, de la política internacional, más ese mismo alerta, es algo que está muy presenta en la sociedad cubana y en los cubanos de hoy.

¿Usted cree que esa forma de extrañar a Fidel pone un peso mayor sobre la actual dirigencia del país, al querer emular, de algún forma, el pensamiento, el ideario y las acciones de Fidel?

No creo que la actual dirigencia del país se haya planteado emularlo, pero sí continuarlo, Y sin duda es un factor muy positivo al sentir que somos continuidad de lo que el propio Fidel construyó, proyectó. Eso creo que es muy positivo, pero también, sin dudas, ejerce una presión porque la responsabilidad es muy fuerte: darle continuidad al proyecto que Fidel lideró.

Como decía Raúl Roa, Fidel ‘ve lo que está al doblar de la esquina, Fidel oye crecer la yerba’. Es decir, una persona con una capacidad extraordinaria porque es capaz de proyectar hacia el futuro, a partir de un análisis que le permite entender cómo deber ser ese futuro.

Lógicamente, los dirigentes que continúan esta labor tienen una presión, porque no es fácil darle continuidad a algo que ha liderado alguien del peso tan extraordinario de Fidel. Pero al mismo tiempo creo que es una fortaleza porque no se está partiendo de cero, se está partiendo de todo un proyecto elaborado y que ha tenido el apoyo masivo del pueblo cubano.

Yo he escuchado muchas veces decir que Fidel tenía una luz larga, era casi un visionario.

En este sentido, yo lo comparo mucho con Martí porque Martí decía que el dirigente tiene que prever, tiene que ver más que los demás, porque tiene que proyectar y proyectar hacia el futuro. Y realmente, Fidel tenía esa capacidad. Claro, eso no es muy común, personas con esa capacidad; eso es uno de los elementos que le dieron esa enorme capacidad de dirigir, esa aceptación, esa admiración y esa identificación con él.

Usted hablaba de los jóvenes. Desde afuera se ha querido crear la matriz de opinión que son los jóvenes los que están desligados del pensamiento de Fidel o a los que su pensamiento no les llega con la misma profundidad que a las generaciones anteriores. ¿Cuán apropiada del pensamiento de Fidel ve usted a estas nuevas generaciones?

 Sin duda, los jóvenes de hoy no tienen la experiencia histórica de haber participado unto a Fidel en todo un proceso durante años. Para ellos su momento de esplendor de juventud va a coincidir con el fallecimiento de Fidel y, por tanto, esas son cosas que influyen. Pero yo creo que no hay que confundir las cosas: creo que la mayoría, una mayoría de peso importante, significativa, sí se identifica con el pensamiento de Fidel.

Claro, el tiempo va pasando y no es lo mismo, por ejemplo, mi generación, que la mayor parte del tiempo actuó teniendo a Fidel de cerca, esta experiencia no la tienen igual [las generaciones de hoy], pero esto no significa que no se identifiquen su pensamiento, con su acción.

Lógicamente, no podemos decir que son unanimidad. La unanimidad en ningún proceso es absoluta, pero sí creo que la gran mayoría se identifica con Fidel.

Fotos cortesia del autor

Hablemos de la posteridad y de cómo quedará el nombre y la historia que trazó Fidel de cara al futuro. En un libro del comandante sandinista Tomás Borge, hablando con Fidel reflexionaban sobre la llamada ‘historia objetiva’ y decía Fidel que no hay seguridad de que la historia se escriba con absoluta objetividad. ¿Cuál versión de la historia sobre su legado usted cree que imperará en el mundo en los años                                                                  venideros?

Todo eso depende de muchos factores. Por una parte, una cosa es Cuba y la identificación que podemos tener los cubanos en Cuba, y otra cosa las visiones que se construyen fuera de Cuba […] precisamente por la manera en que los medios masivos de comunicación manipulan la realidad de lo que ocurre en Cuba. Y esto, lógicamente, incide en cómo se va mantener, por un buen tiempo, la imagen, no solo de lo que ocurre en Cuba, sino de sus dirigentes y en especial de Fidel.

Y lógicamente el que va a escribir la historia es un ser humano que está condicionado por su tiempo, por sus ideas, por sus posiciones, todo esto incide en cómo se construye el conocimiento histórico. Habrá quien vaya un poco más a las raíces y cuente más esa realidad y habrá quienes se dejen llevar por lo que los medios masivos han proyectado de la imagen de Cuba y de Fidel.

Pero al margen de eso, la historia que se escriba dentro de 10 años, dentro de 100, no puede desconocer el papel de Fidel en esa segunda mitad del siglo 20 y a inicios del 21, a nivel de Cuba y a nivel internacional. Porque no podemos olvidarnos su papel dentro del Movimiento de Países No Alineados, dentro del llamado Tercer Mundo, su solidaridad con países en África y aquí mismo en América Latina.

La historia no lo puede desconocer, ahora, hasta donde será objetiva ya es más difícil. Para los que realmente quieran construir un conocimiento histórico que se atenga a lo que ocurrió tiene que reconocer la grandeza de Fidel y su extraordinario liderazgo, como una figura que realmente prestigia al ser humano.

Con el paso del tiempo, los escenarios cambian y como orden natural de las cosas también cambian sus actores. ¿Cómo lograr que el pensamiento de Fidel de una Cuba independiente, soberana y de justicia social, no caduque y que un día el polvo no le cubra?

Cuba no es una isla sola en el planeta, está directamente relacionada con lo que ocurre en el mundo y todo esto va creando condicionamientos de cómo uno se tiene que proyectar ante las nuevas realidades. Creo que precisamente la capacidad de creación, de ir estableciendo los elementos que permitan esa continuidad en los nuevos escenarios, en las nuevas circunstancias, es lo que debe permitir que un proyecto como este pueda continuar.

No podemos, de manera mimética, ir copiando, los principios es lo que hay que mantener. La idea estratégica hay que mantenerla, pero la aplicación concreta, la forma cotidiana de actuar tiene que ir tomando en cuenta los cambios, las realidades. La capacidad creativa no se puede perder, pero manteniendo los principios.

Hablar de Fidel es hablar de internacionalismo y recordamos la solidaridad que siempre mostró Fidel, siguiendo las líneas de Martí, con la lucha y la causa por la independencia y soberanía de Puerto Rico. ¿Cuán comprometida ve usted a la nueva generación de líderes con la causa de Puerto Rico?

Eso forma de los principios que hay que mantener y que son la brújula de la actuación. Ese internacionalismo, esa hermandad con Puerto Rico, no sólo que esté presente, es que tiene que estar presente, tiene que formar parte de la propia existencia de la Revolución cubana, porque es un principio cardinal y como tal tiene que estar ahí.

Es que además desde el punto de vista emocional, para los cubanos Puerto Rico es algo tan cercano… todos los cubanos conocen esos versos ‘Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas’. Eso forma parte de la cultura del cubano y, por tanto, no debe desaparecer.

Usted como académica y profesora, que conoce y ha estudiado a Fidel, ¿cómo cree usted que se debe pensar a Fidel?

En primer lugar, no se puede convertir a Fidel en una piedra. Tiene que verse a Fidel, pensarse a Fidel, de manera activa. Ir a su pensamiento, a su obra, para estudiarlo, para conocerlo, pero para podernos apropiar de es pensamiento y de esa obra para nuestro propia actividad y nuestro quehacer. Fidel se apropió de la obra de Martí, él incorporó los pensamientos de Martí a su propio pensamiento y su quehacer y eso es lo que debemos hacer, incorporarlo ahora y hacia el futuro como parte de nuestra propia vida, de nuestro propio quehacer. No sencillamente para citarlo, para repetir frases sino para que forme parte de nuestra vida, de nuestro actuar, de nuestra forma de proyectarnos ante Cuba y ante el mundo.

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