“Aquí va a empezar una historia de amor muy hermosa”

Entrevista a “Tin” Cremata, fundador de La Colmenita

 Corresponsal de En Rojo

 

La Habana, Cuba-Sobre un escenario, un enjambre de abejas revolotea al ritmo de la música. Decenas de meliponas, con sus alas, sus antenitas y sus vestimentas negri-amarillas, brincan y saltan, corren y juegan, cantan y bailan. Desde la audiencia, un montón de niños observa hipnotizado la fiesta colmenera.

Las abejas no son abejas cualquiera, pertenecen a una especie particular llamada ‘La Colmenita’. Son endémicas de Cuba, pero en años recientes se han registrado avistamientos en unos 14 países de todo el mundo y allá adonde vuelan llegan con sus aguijones listos para picar y contagiar a niños y adultos por igual. Pero no inyectan veneno, inyectan alegría.

Fundada en 1990, la compañía cubana de teatro infantil ‘La Colmenita’ es considerada una de las agrupaciones de su tipo más exitosas de América Latina. Designada Embajadora de buena voluntad por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), este grupo, compuesto por niños y adolescentes cubanos, se ha dedicado a darle la vuelta al mundo con el firme propósito de tejer puentes de amistad y solidaridad entre los pueblos y contribuir a fomentar valores humanos a través de la creación artística.

Han llevado sus espectáculos a países de América, Europa, Asia y África. En la región del Caribe, han estado en Haití (primer país que visitaron en su historia) y República Dominicana. Paradójicamente y a pesar de la historia que siempre ha enlazado a ambos pueblos, ‘La Colmenita’ no ha estado nunca en Puerto Rico. Hasta ahora.

El próximo 16 de septiembre, teatreritos cubanos de ‘La Colmenita’ se presentarán, por primera vez, en Puerto Rico, en una función en el Centro de Bellas Artes de Santurce.

En Rojo visitó recientemente la colmena principal de estas abejitas en La Habana para conversar con su fundador y director, Carlos Alberto “Tin” Cremata. Nos habló de su emoción por visitar “la otra ala”, de su sentimiento por la cultura puertorriqueña, su deseo de multiplicar amor y más.

 En Rojo: Después de más 30 años de su fundación, esta será la primera vez que La Colmenita visite Puerto Rico. ¿Cómo se siente de visitar Puerto Rico?

 

Tin Cremata: Llevamos 34 años de creada La Colmenita conociendo nada más una sola ala del pájaro nos faltaba la otra. Realmente, estamos desesperados hace mucho tiempo por ver a nuestros iguales, por ver a nuestros hermanos. Nosotros hemos visitado todas las provincias de Cuba, pero nos falta Puerto Rico, eso es Cuba. Estuvimos en Haití y estuvimos en República Dominicana, ¡vaya, es el colmo! Martí no nos lo perdona todavía.

¿Qué les había impedido hasta ahora poder llegar a Puerto Rico?

Lo mismo que nos impide llegar a los Estados Unidos. Hemos estado tres veces en gira por el territorio norteamericano, pero el tema de la visa es un infierno. Es el único país, Estados Unidos, donde a nosotros nos es muy difícil [llegar], igualmente a los norteamericanos [les es difícil] venir para acá. Es un bloqueo también cultural e intelectual terrible.

¿Qué espectáculo tienen preparado para presentar en Puerto Rico?, si me puede contar un poquito.

Tin Cremata, director de La Colmenita. Foto Luis De Jesús Reyes

Queremos regalarle a Puerto Rico ‘La Cenicienta según Los Beatles’. Es un espectáculo bilingüe, en inglés y español. Las canciones que se cantan son de Los Beatles, en inglés. Y es muy interesante porque es el cuento, posiblemente, más clásico que existe, ‘La Cenicienta’, pero vuelto a contar a partir de la visión de cuatro ratoncitos que viven en el sótano de Cenicienta, que al mismo tiempo que viven en el sótano están conspirando para armar un grupo musical. Los cuatro ratoncitos que cuentan el cuento se llaman John, Paul, George y Ringo. Entonces, lo interesante que tiene es que vuelven a contar el cuento, pero con los textos de las más de 300 canciones de Los Beatles. El 85% de los textos que aparecen en la puesta son hechos por los Beatles y el otro 15% son textos puente para que se pueda contar la historia.

Cada vez que alguien dice aquí que es de Puerto Rico, ustedes los cubanos responden con las palabras de Lola Rodríguez de Tió: Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas. Entre ambos pueblos existe una hermandad de mucho tiempo. ¿Qué importancia tiene para ustedes visitar un país hermano como lo es Puerto Rico?

 Lo que nosotros hacemos todo el tiempo es crecer con Martí, en Martí, y hay que estudiar a Martí para saber lo que significaba para él la comunidad puertorriqueña, el ser humano puertorriqueño, esa isla tan amada.

Jamás ha existido otra cosa que no sea un amor profundísimo entre dos iguales; porque nos consideramos iguales. Esa imagen de Lola es muy exacta. Cada vez que yo conozco un puertorriqueño, me siento al lado de un hermano de verdad.

Y además admiramos mucho la cultura puertorriqueña. Aquí hubo un tiempo muy grande en que nos educamos con Rafael Hernández, con el Jibarito. Estamos enamorados de la cultura de Puerto Rico y que vayan nuestros niños es la posibilidad de que se enlacen [nuestras culturas].

Una de las cosas más importantes para nosotros es hacer amigos, imagínate lo que es hacer amigos de nuestra propia familia, amigos puertorriqueños, hermanos puertorriqueños.

Ahora, después que pisemos tierra puertorriqueña y hagamos la química conocida que crean los niños enseguida, va a empezar una historia de amor muy hermosa que va a durar muchos años y no sabemos qué va a pasar en el futuro. Puede ser que el futuro presidente de Cuba y el futuro presidente de Puerto Rico se conozcan ahora y dentro de 30 o 40 años recuerden esta unión.

Yo estoy seguro que esto también va a traer que sea más frecuente el flujo de niños puertorriqueños que vengan a Cuba y niños cubanos que  vayan a Puerto Rico. Todos sabemos perfectamente que somos un solo país, el Caribe mismo es un solo país que cada vez tiene que unirse más y reencontrarse. Y siempre estos intentos van desbrozando el camino.

La Colmenita se fundó un 14 de febrero de 1990, Día de los Enamorados. Mucho tiempo ha pasado desde entonces. ¿Qué representa para usted La Colmenita?

 Yo era un teatrista, un estudiante de dirección teatral y esto empezó siendo, por supuesto, mi profesión. Hace muchos años que ya no es mi profesión, es el sentido de mi vida.

Cuando uno termina su trabajo y tiene hijos, el mayor premio que tiene una familia es terminar el trabajo y reunirse con sus pequeñines a jugar. Nosotros no trabajamos, nosotros estamos todo el tiempo jugando, jugando a crecer en valores, jugando al teatro, a la danza, a la música, a jugar. Yo siempre digo que jugar es la consigna, aprender es la religión.

Cuando uno ve la trayectoria de La Colmenita, a uno le parece un proyecto encomiable, pero cuando conoce su experiencia personal, el proyecto cobra una magnitud mayor. ¿Cómo ha impactado su experiencia personal en el tiempo y el esfuerzo que le dedica a este grupo?

Mi papá era el todo de la familia, la persona más bromista que he conocido, más alegre, con más ganas de vivir. Siempre estaba inventando cosas para hacer felices a los demás y por supuesto, él era inmensamente feliz él mismo y con su familia. Y yo tuve la infancia más hermosa del mundo.

En el año 1976, cuando yo tenía 16 años, mi papá salió a trabajar, como salieron los que fueron ese día a las Torres Gemelas el 11 de septiembre [de 2001] o como salieron los que fueron el día [11 de marzo de 2004] de la Terminal de Atocha, y [fue asesinado en] un acto terrorista de la mafia cubanoamericana, el crimen más grande, horrible, efectuado hasta ese momento en el hemisferio occidental. En pleno vuelo hicieron volar un avión de Cubana de Aviación en donde iban 73 personas a bordo y uno de ellos era mi padre, que iba en el avión y lo mataron. Y eso, por supuesto, inyectó en mi corazón una dosis de odio ilimitado, que no se extingue nunca.

Pero mi papá, que adoraba a Fidel, siempre me decía que era muy importante aprender de Fidel, que el odio no se multiplica, lo que se multiplica es el amor. Entonces, como mi papá y Fidel me enseñaron a no saber multiplicar el odio, apareció, por ejemplo, esto de La Colmena y La Colmenita, que es mi forma de ponerle constantemente flores al recuerdo de mi padre. Mi papá fue el que de verdad me enseñó a amar la profesión y el teatro. Yo digo que el verdadero director de La Colmenita es papi, yo soy su asistente de dirección.

¿Cómo influye en la formación de los niños y niñas su paso por La Colmenita?

Solo el 5% de los miles de niños que han pasado por el fenómeno Colmenero son artistas profesionales, el otro 95% son médicos, ingenieros, policías, bomberos, fisioterapeutas, periodistas, de todas las profesiones. Esos niños excolmeneros, por supuesto, tienen más herramientas para apreciar el arte, que es el ideal de la estirpe: Mens sana in corpore sano.

Hablaba de la importancia de no permitir que el odio se multiplique, sino multiplicar el amor. Pero cuando se habla de Cuba, todavía, después de tantos años, hay sectores que siguen apostando a multiplicar el odio entre los cubanos.

Eso en realidad depende del dinero. Han hecho toda una industria, un modus vivendi, viven del odio. Yo siempre digo: caramba, ¿pero no están ya en el paraíso?, disfrútenlo. ¿Por qué tienen que estar todo el tiempo remarcando, recordando el odio? Tiene que ser porque tienen mucho más odio que placer. Y hacen de eso un modo de vida, les reporta un dinero y tienen todo un negocio, son maestros en eso, en multiplicar el odio.

Yo honestamente, yo tengo razones [para odiar], pero me enseñaron otra cosa. No sé hacerlo, no puedo hacerlo.

La colmenita en su sitio de ensayos en La Habana, Cuba. Foto Luis De Jesús Reyes

¿Cuál sería entonces su mensaje para quienes insisten en ese discurso?

Acabar con los muros y construir puentes. Con los mismos materiales con que se construyen los muros, hacer puentes.

Incluso, eso [del odio] no tiene nada que ver con el cubano, estoy seguro que con el puertorriqueño tampoco. Cuba es amor. Cuba es, [a pesar de] la situación material más terrible, la persona que sonríe, que brinda el café, que juega al dominó en la esquina.

Eso ha sido Cuba siempre, en todas las épocas: pobres pero honrados; pobres pero alegres; pobres pero solidarios. La misma Colmenita, la solidaridad que nosotros practicamos a un nivel pequeñito, pero [en la] que Cuba es maestra.

Estoy seguro que la estirpe humana no nació para odiar, no se hizo para odiar.

 

 

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