En Rojo
Sigo con mis columnas de “Breves de verano” para poder comentar lo que puedo ver en las salas de cine cuando estoy en Puerto Rico y lo que escojo para ver y escribir en streaming. No cambio la estación del año porque hasta mediados de noviembre, cuando oscurece demasiado temprano para mi, no pasamos a nuestra 2nda estación: invierno lluvioso y friiito.
Netflix, valientemente (otros dirán convenientemente), ha rescatado de su archivo el documental Nacido en Gaza de 2014, del director, autor, cinematógrafo y fotógrafo de guerra argentino radicado en España, Hernán Zin. Recoge la destrucción causada por el ejército israelí al comenzar a bombardear ciudades de Gaza el 8 de julio, seguido de una invasión terrestre el 17 de julio y un alto al fuego el 26 de agosto. Escoge la mirada y los testimonios de diez niñxs de 6 a 11 años, tres meses después de los bombardeos. Caminan con el crew a los lugares donde vivían, trabajaban sus padres, jugaban con sus hermanos y amigos, iban a la escuela, los centros donde recibían las ayudas humanitarias de las Naciones Unidas y otras entidades que Israel haya autorizado. Sus viviendas en edificios multipisos o casas han sido reducidas a escombros. Tratan de salvar lo poco que queda: ollas, platos, cubiertos, pedazos de mesas, almohadones, mantas, cojines, ropa, juguetes. Y siempre existe el miedo que los bombardeos reanudarán y otros miembros de la familia perderán sus vidas ya que ni las ambulancias ni los centros de cuido están exentos de destrucción.
Los lugares donde transitan los niños pueden parecer abiertos, pero la realidad es que esa sensación de espacio existe por la destrucción de edificios, calles, sembrados, carpas, parques y miles y miles de viviendas. El mar parece ser la única salida para pescar, transitar, transportar materiales y tener otra vía para expandir. Pero no es así, el mar, como todo el acceso por tierra, está limitado por la marina israelí que no permite la entrada de ningún cargamento que ellos no aprueben y que no permiten el acceso de los botes de pesca palestinos más allá de los buques que tienen sitiados a esta población.
Los seis niños (Mohamed, Udai, Mahmud, Rajaf, Montasem, Hamada) nos hablan de lo que existía antes del bombardeo, de sus familiares y amigos muertos o heridos y de cómo sobreviven. Las cuatro niñas (Sondos, Malak, Bisan, Haia) nos hablan de cómo ayudan a sus madres, hacen filas para obtener las ayudas de la ONU, la destrucción de su escuela y la más pequeña de sus heridas y visitas al hospital. Ningunx es tímidx; todxs tienen un espíritu combativo que lxs hace pensar en un futuro. Yo, hoy, desde este presente, me pregunto ¿cuántos de estos niñxs, ahora adultos, siguen vivos y cuántos otrxs morirán mientras las tropas de Israel marchan en su empeño de exterminar a la población palestina?
Golda, dirigida por Guy Nattiv—quien también dirigió el corto Skin que comenté en los “Breves” anteriores—es un largometraje de 2023, filmado con la apariencia de ser blanco y negro para dar la impresión de ser un documental de la época ya que una parte sustancial es pietaje de la guerra de 1973. Tiene como guionista a Nicholas Martin, cinematógrafo a Jasper Wolf y, al centro, el conflicto bélico de Yom Kippur y cómo lo manejó su Primera Ministra, Golda Meir. Helen Mirren interpreta a esta mujer de hierro, que intentó mantener a Israel como un país unido y fuerte que podía derrotar a sus enemigos y nunca negociar el territorio usurpado en la guerra de los 6 días de 1967 (Gaza, Sinaí, West Bank, Golan Heights). El director escoge montar su historia en el presente y dramatizar así las negociaciones entre sus asesores militares, mientras ella se encargaba de la vía diplomática. La diplomacia se reduce a convencer a los EEUU de proveerle más armas y dinero. Nunca se contempla “hablar” con el enemigo ya que Egipto y Siria se consideran los agresores y enemigos mortales.
El otro escenario que incluye el filme, meses después de la retirada de Egipto y Siria, es la comparecencia de la Primer Ministra ante la comisión que investiga los errores de esa guerra donde murieron más de 2,600 soldados israelíes. La cámara descansa totalmente en Golda Meir con su vestido uniforme, su cartera y su perenne cigarrillo. El escenario personal e íntimo es Meir en su tratamiento para linfoma que se hace en secreto y con los mejores médicos de su época. Nada ni nadie puede intervenir con sus responsabilidades de dirigente de Israel. Estos tres escenarios de encerramiento, terminan con pietaje de la visita de Anwar Sadat al Knesset en Israel en 1977 y parte del discurso de Meir en esa ocasión.
Bella, de la directora Bridget Murnane (guionistas Alex Bushe y Pat Verducci; cinematógrafo Morgan Sandler) es un hermoso documental de 2022, que le rinde homenaje a una coreógrafa experimental de la danza moderna, Bella Rebecca Lewitzky (1916-2004), que se desarrolla en California desde la década de 1930 y que no es tan conocida por no residir en el centro del desarrollo del baile: Nueva York. Basado en sus recuerdos, Bella es la narradora de su propia historia como bailarina con pietaje de sus performances, ensayos, entrevistas y vida pública. Nosotrxs, el público, vemos su trayectoria desde una joven de 18 años que se integra al grupo del diseñador de modas, Lester Horton, y fundan el Dance Gallery, único lugar dedicado totalmente a la danza. Se separa para formar su propia exitosa compañía de danza independiente, Lewitzky Dance Company con lugar propio, diseñado por su marido Newell Taylor Reynolds, arquitecto y diseñador de decorados que crea el lugar perfecto para el concepto de danza de Bella. Como espectadorxs, vemos ensayos y parte de las piezas coreografiadas por ella, además de escenas de su larga carrera como bailarina.
En 1951, Bella fue citada por el House of Unamerican Activities del Congreso de los EEUU en su persecución de artistas críticos de las políticas del gobierno que ese grupo de políticos insistían que eran comunistas, la peor descripción para cualquier ciudadano normal. Cuando le pidieron que nombrara los subversivos/comunistas que eran parte de su círculo cultural, Bella les contesta: “I am not a singer, I’m a dancer”. Estuvo “blacklisted” por esta acción de la cual siempre se sintió muy orgullosa. En 1990, renunció a fondos otogados por el National Endowment of the Arts (NEA) cuando el gobierno obligaba a los recipientes a firmar un juramento de no crear nada obsceno de acuerdo a su definición. Bella demandó al gobierno por esta imposición que luego fue declarada inconstitucional. Sorpresivamente para aquellos que intentaron censurar a los artistas, la NEA la escoge para recibir la Medalla Presidencial de las Artes de 1996 de manos del presidente Clinton. Bella acepta este reconocimiento como su despedida de esta carrera tan fructífera y la última presentación de su compañía de 30 años que cierra con “Four Women in Time” inspirado en la obra de la artista feminista, Judy Chicago. Y, gracias al documental, nosotrxs podemos disfrutar de esta excelente coreografía de Bella.
¿Quién no quiere estar en un filme de Wes Anderson? Pues en Asteroid City, el director reclutó a toda su tropa (Bryan Cranston, Edward Norton, Jason Schwartzman, Jake Ryan, Scarlett Johansson, Grace Edwards, Maya Hawke, Rupert Friend, Jeffrey Wright, Hope Davis, Steve Park, Liev Schreiber, Tom Hanks, Aristou Meehan, Matt Dillon, Bob Balaban, Tilda Swinton, Jeff Goldblum, Adrien Brody, Rita Wilson, Willem Dafoe, Margot Robbie)—la que aparece en sus inventos cinematográficos—para una narración de un ensayo de una obra escrita por alguien real o uno de los personajes de la historia más abarcadora que incluye de todo un poco para su ubicación. El lugar es el desierto (Arizona/New Mexico/Nevada), donde comparte el espacio con el campo de tiro de un proyecto secreto que tiene múltiples explosiones. Se dan varias actividades simultáneas que atraen a una diversidad de grupos: la pérdida de un ser querido y el acercamiento con el abuelo extraño; concurso de proyectos científicos; excursiones de estudiantes para ver los cambios cósmicos; ensayo de una película; la llegada y salida de un extraterrestre; la militarización de la zona; el espacio reservado para la científica de renombre; las competencias entre jóvenes para medir su inteligencia, entre muchos más. Ya el análisis—o uno de los posibles—lo hizo el crítico de cine, Juan Ramón Recondo en una columna anterior, pero quería incluirlo en mis breves ya que ahora está disponible en streaming, como también su cortometraje, The Wonderful World of Henry Sugar, con Ben Kingsley y, de nuevo, con su gran elenco de colaboradores.