Conversación con Manny Suárez: «Todavía hay esperanza»

Manny Suarez. Foto: Archivo CLARIDAD, Ricardo Alcaraz

 

Al cumplirse el 25 Aniversario del asesinato del Cerro Maravilla, la entonces directora del En Rojo, la periodista Mari Mari Narváez, entrevistó al escritor Manny Suárez a raíz de la publicación del libro Two lynchings on Cerro Maravilla. La volvemos a publicar para beneficio de aquellos y aquellas que desconocen esa parte de nuestra historia.

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En Rojo

Todavía quedan preguntas en el aire para Manny Suárez. Aún con ese dominio excepcional que tiene sobre el tema de los asesinatos en el Cerro Maravilla en 1978, el periodista de The San Juan Star tiene unas interrogantes que miles de entrevistas, lecturas y páginas escritas no han podido aclarar.

Two lynchings on Cerro Maravilla, el libro que estrena en este veinticinco aniversario de los asesinatos políticos de Carlos Soto Arriví y Arnaldo Darío Rosado, es esa historia dura y necesaria que todo puertorriqueño debe conocer. Escrita con palabras activas, nobles y sin pretensiones, esta secuela de Requiem at Cerro Maravilla, que actualiza el curso del caso hasta este año, tiene atributos de novela y noticia viva.

Manny Suárez, maestro del periodismo serio, objetivo y comprometido, habló con En Rojo en este 25 aniversario de la muerte de dos jóvenes que nunca cumplieron esa edad.

Manny, tú sabes todo sobre Maravilla ¿Qué preguntas te quedan?

Por ejemplo, no sé si es cierto que alguien hizo el comentario de que había que dar un escarmiento. No me extrañaría que alguien  lo  hubiera hecho, pero no sé quién lo dijo ni estoy seguro de que alguien lo dijo aunque es bien posible.

Varias fuentes lo dijeron…

Pero ninguno lo había oído. No me voy con esos tipos de rumores que alguien dijo que alguien dijo.

Y si no era por dar un escarmiento, ¿por qué otra razón podía ser?

Por eso mismo no lo descarto. Estoy convencido de que esto fue un entrampamiento. Me lo amarra ahora lo de la Masacre de Ponce porque fue algo muy similar. La Masacre de Ponce fue provocada por la administración dando permiso para marchar y revocándolo cuando estaban a punto de empezar y sabiendo que los nacionalistas no iban a desistir. El hecho de que las autoridades estaban demonizando a los independentistas, colocando bombas y echándole la culpa a los independentistas, particularmente bombas que causan dificultades en la huelga de lo que era Fuentes Fluviales.

Hay una cosa que sobresale: que había tres organizaciones que trataron de participar en una operación como Maravilla. Estaban los llamados Antiimperialistas, que eran John Sanders Maldonado, Guillermo Segarra y Leoncio Figueroa, los que tirotearon la casa de Muñoz Marín. Ellos, para el 4 de julio, iban al Cerro Maravilla y había policías esperándolos allí ese día. En Mayagüez había otro González Malavé llamado René. Él tenía la encomienda de llevar otro grupo con el mismo nombre de Movimiento Armado Revolucionario y había otra organización más en Mayagüez.

Pero, ¿esas eran organizaciones reales? Tú dices en el libro que González Malavé, cuando sacaba los comunicados, les ponía cualquier nombre a las supuestas organizaciones.

Eran organizaciones, pero organizaciones que no hacían nada. Rosado Ríos dice que hasta que llegó González Malavé a la organización, la única cosa que ellos hacían era hablar. Era lo único que hacían. Gary Pérez (Viera) le pregunta a Desiderio Cartagena: ¿Cómo puede ser que hay tres organizaciones con un plan exactamente igual? ¿No le parece que eso es demasiada coincidencia? Querían coger una organización, no les importaba quién era, para acabar con ellos, para hacerlos un ejemplo.

Manny Suarez. Foto Archivo CLARIDAD

¿Qué otras preguntas grandes te quedan aún?

Hay algo que nunca he entendido. Es una incógnita. Mira esta foto. (Muestra la foto del cadáver de Arnaldo Darío Rosado en la escena del crimen). Yo no la vi hasta el 1983. Es evidente que cogió un escopetazo en la boca y estaba hinchado en la cara de cuando le dieron patadas. Esto demuestra algo que, años más tarde, yo aprendí. Para 1985 u 86, sucede la muerte de esa muchacha en Aguada, Glorimar Santiago Pérez, hija de una familia extraordinaria. La madre era costurera en una fábrica, el padre ayudante en una farmacia. Sus dos hijas mayores ya tenían maestría y Glorimar se había graduado de la UPR de Aguadilla y venía a Río Piedras a estudiar farmacia. Una muchacha bien bonita y muy apegada a su familia. No salía con muchachos ni era discotequera ni nada. Unos muchachos la secuestraron, la violaron, la golpearon y la mataron. En uno de los testimonios se dice que la golpearon. Cuando sale la patóloga, el abogado de la defensa le pregunta a ella si un testigo había dicho que la sacaron del carro y la golpearon. Mire ése ahí, dijo. Le llamaban Hulk. Se parecía a Hulk. Mire lo grande que es. Sin embargo, se dice que la víctima no tenía marcas. ¿Eso será posible? Y la doctora dice: ‘Sí, porque depende del tiempo que transcurrió desde que la golpearon hasta que la mataron. Los hematomas son producto de la coagulación de la sangre. Normalmente tardan, por lo menos media hora. Si la mataron antes de media hora, no se van a formar’.

Entonces yo pienso en eso. Quiere decir que (entre los golpes y su muerte) pasaron más de veinte minutos. Obviamente, estos son golpes de culata de una escopeta. Eso te quiere decir que, definitivamente, la Policía los mató a sangre fría porque estaban desarmados. Porque nadie va a golpear a alguien que tiene un arma en la mano, no importa cuán grande sea la persona. Ellos habían tirado las armas. Puede ser que ahí mismo empezaron a golpearlos. Entonces debió pasar más de media hora (porque tenían hematomas en la cara). Y lo importante es que tuvieron que haber sido desarmados.

¿Cómo pudo habérsele pasado eso a todo el mundo? ¿Cómo puede ser que nadie se dio cuenta cuando las fotos comprueban que los mataron a sangre porque no pudieron estar armados? ¿Cómo fue que los médicos no se dieron cuenta? Mi esposa nunca vio las fotos. No sabía del tiempo. Ella me lo hubiera dicho.

Entonces, ¿cómo se puede comprar el cuento de Romero de que lo engañaron? Tomás Stella, en el 79, entrevista a un grupo de impedidos que estaba allí ese día en el merendero haciendo un picnic. Ellos le dijeron que fueron dos ráfagas de tiros. Ahí se desplomó la teoría de la Policía de que hubo sólo una ráfaga. Por eso trabajaban tanto con don Julio Ortiz Molina, para hacerle parecer que él había cambiado su versión varias veces. Todo el mundo pensó que era un embustero.

¿Dónde está Tomás Stella y qué hace?

Tomás se desencantó con todo. Se desencantó con la empresa, con el periodismo; se desencantó con el Gobierno. Heredó una cantidad de dinero sustancial porque su familia era bastante adinerada, eran los dueños de los terrenos donde se construyó la Corco. Él se queda en su casa, se reúne con sus amigos. Yo quería que alguien me editara el libro así que lo llamé y le mandé el libro. Hizo unas anotaciones bien buenas, me ayudó tremendamente.

¿Cuál era la actitud de tus compañeros periodistas en aquella época en torno al trabajo que ustedes estaban haciendo?

Algunos pensaron que era muy buen trabajo. Había muchos que pensaron que era una pérdida de tiempo, que lo que la Policía y el Gobierno alegaban era cierto y no entendían por qué nosotros seguíamos con la investigación. En eso tengo que darle crédito a Andy Viglucci, que siempre se mantuvo firme en ayudarnos y apoyarnos.

En el libro es evidente que El Vocero y El Nuevo Día estaban alineados con la versión oficial…

Oh, sí. Ismael Fernández estaba llevando la contraria siempre. El Vocero ni se metió. Lo ignoró totalmente.

¿Hiciste este libro pensando en las generaciones futuras?

Pues mira, yo doy clases en la UPR. La primera vez que di clases fue en el 1988. Estaba la hija de Celeste Benítez, estaba Juan Hernández, Marisol Seda de WKAQ, había un chorro de jóvenes que más tarde se destacaron. Cuando yo pongo mi nombre en la pizarra y me doy la vuelta, todos estaban así (embelesados).

Ahora, en la última clase, ninguno había nacido para entonces, pongo mi nombre, me doy la vuelta y tú los ves que están como ‘¿y qué?’. Yo veo este libro como una historia de la A a la Z… Cualquiera lo puede leer y sabe lo que pasó en Cerro Maravilla, sabe la atmósfera en Puerto Rico cuando eso sucede, sabe lo que pasó en los tribunales.

¿Cómo era tu relación con Don Julio Ortiz Molina?

Don Julio te hablaba pero tenías que preguntarle. Con él tuve una relación muy buena.

Tú te das cuenta de que él no…

Yo cuento (en el libro) cuando me doy cuenta de que Don Julio nunca mintió. En una entrevista que tengo con Villanueva; en la segunda investigación fallida, él me dice que Don Julio era su mejor testigo. Yo digo, ‘¿cómo puede ser eso si el hombre ha cambiado su versión tantas veces?’  Entonces Villanueva me dice ‘ajá, tú nunca leíste las declaraciones juradas de Don Julio’. Me dice, léelas y vas a ver que esas declaraciones fueron manipuladas. Entonces las conseguí; eran unos documentos confidenciales. Cuando las consigo y se las enseño a Tomás y le digo: ‘Mira esto, qué porquería la que han hecho con este hombre’.

La primera declaración habla de una ráfaga de disparos pero no dice que fue la única. Él estaba escondido debajo del dash. Cuando sale, ve que estaban golpeando a los muchachos y estaban vivos. Él le dice a Tomás en su primera entrevista ‘estaban vivos’ y le dice que hubo dos ráfagas, da una declaración jurada y dice ‘hubo dos ráfagas’.

Entonces Pedro Colton lo llama para otra declaración jurada y, en esa, lo confronta y le dice ‘condenao viejo, te voy a tener que procesar por perjurio porque tú estás diciendo cosas a la prensa que no nos estás diciendo a nosotros’. Y don Julio dice: ‘pues yo estoy diciendo la verdad y voy a continuar diciendo la verdad. Hubo dos ráfagas’. Entonces viene una secretaria y un fiscal auxiliar y confirman la conversación. Él hace la pregunta: ‘Cuando usted estaba en el sitio específico de los hechos, ¿cuántas ráfagas hubo?’ Don Julio le dice, ‘una ráfaga’. ¿Por qué: Porque a él lo sacan del sitio específico de los hechos y lo llevan a la torre de la Policía y es ahí, donde ya no está en el sitio específico de los hechos, que escucha la segunda ráfaga.

¿Qué pensaste de la posición que asumió el PIP con respecto a Maravilla?

A mí, lo que nunca me gustó fue el comentario de Rubén (Berríos) de que los populares estaban tratando de encaramarse encima de los cadáveres de los dos independentistas. Me pareció que eso estaba de más. No recuerdo que hayan hecho nada por el caso. Puede ser que no tuvieran fuentes o lo que sea.

¿Y el independentismo no pipiolo?

Juan Mari fue quien sacó lo de la conversación de Romero Barceló con (don Julio) Morales Sánchez.

Yo no sé dónde lo vio o lo que sea. Todo el mundo estaba como ‘hey, Don Juan metió la pata’. Pero entonces yo me doy cuenta de que todo el mundo dice que no hay grabaciones pero no oigo a nadie decir que esas conversaciones nunca pasaron. Entonces le digo a Andy Vigglucci que él debía ser la persona en llamar a la Fortaleza y preguntarle directamente al Gobernador si él había tenido conversaciones telefónicas con Julio Morales Sánchez. Él me dijo ‘buena idea’. Como a las dos de la tarde le digo: ‘Andy, did you make the request?’, y me dice, ‘Holy shit, I forgot’. Y se fue a hacerlo. Ya como a las seis y media de la noche, viene una americana que estaba trabajando como ayudante de la mesa ejecutiva y me pregunta: ‘Manny, is this important? Era la declaración (afirmativa) de la Fortaleza. Yo dijo ‘Holy shit, yes! Y ahí tuvimos la portada.

Tú no tenías una relación con el independentismo como la podía tener Stella por ejemplo?

No. En Tomás ellos tenían más confianza que conmigo, la gente del Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), todos. Reconocían a Tomás como uno de ellos. A mí, todavía nadie sabe mi política. Muchos creen que soy popular.

Manny, en el libro, hablas de las elecciones del 80 pero nunca dices que esas elecciones se las robaron ¿Por qué?

Posiblemente las robaron con el voto de la Policía pero yo estuve ahí (en las generales) para el recuento, voto por voto, y no creo que fue robado; se corrigió ahí. Tú hablas con Héctor Luis Acevedo y él te dice que no las robaron.

Pero en las vistas de Edgardo Pérez Viera hubo testigos que hablaron de haber estado involucrados en la conspiración para robar esas elecciones; los hermanos Arzola.

Gil Arzola dice que lo hicieron apagando las luces, entonces cambiando la computadora. Pero qué ocurre, todos esos votos se contaron uno a uno y, si hubiera cambios en la computadora, no habría cambios en el papel. Ahí había gente del PSP luchando por cada voto porque querían que entraran Mari Brás y Gallisá. Y tenían al PIP haciendo causa con el PNP y el PSP con los populares.

Ahora que publicaste el libro, ¿estás optimista con respecto al futuro de esta investigación?

Estoy  satisfecho porque no se ha puesto un fin total. ¿Quién ordenó todo esto? ¿Quién lo puso en marcha? Por ejemplo, creyendo en Papa Dios, hay demasiado orden en el mundo. Alguien tuvo que haber empezado esto. Cuando uno mira el átomo, es igual que el sistema solar. Hay una organización y un balance en todo y algo tuvo que haber puesto esto en orden. Entonces uno piensa… alguien tuvo que haber puesto en orden esto. Todo empieza con el esfuerzo de demonizar a los independentistas y hacerlos parecer malos.

Hay una carta. ¿Tu leíste en el Star sobre las grabaciones de González Malavé?

(Respondo no con la cabeza)

Ahí fue cuando yo me di cuenta qué poca gente estaba leyendo el Star. Nadie se dio cuenta. Esa era el tipo de información que, cuando yo la publicaba, llegaba al periódico y tenía el teléfono rojo, lleno de mensajes de ‘llama a Gallisá’, ‘llama a Mari Brás’. Ahora, tenemos este caso, yo lo publiqué hace como un año atrás; trataron de esconderlo, lo pusieron en las páginas de atrás. Se trata de que González Malavé posiblemente hizo unas grabaciones hablando todo lo que sucedió antes y después de Maravilla. Lo habían suspendido de la Policía y decide que va a hablar con Rolo Silva para que le den un abogado para defenderse en la Policía. Se estaba quejando de que lo tenían abandonado, sin dinero. Lo único que habían hecho era incrementar el sueldo de su novia, Migdalia Rivera, en WIPR, para que ella le pasara dinero. Él le dice a Hilton Cordero, un compañero de trabajo, que él había hecho unas grabaciones sobre lo que había pasado antes, durante y después de Cerro Maravilla.

Y nadie sabe dónde están esas grabaciones…

Nadie sabe. Hilton dice que nunca las ha visto, Migdalia también. Marcos Rigau dice que las tiene un abogado que está chantajeando al Gobierno para obtener contratos. Yo inmediatamente pensé en Santiago Rivera, un abogado de Bayamón que lo defendió del caso de secuestro; que dice que es independentista pero que es lo más estadista que te puedes imaginar.

¿Y tiene contratos?

Tiene. Y muy buenas relaciones con Gaspar Roca en El Vocero. Bueno, entonces González Malavé va donde Silva. Cuando regresa, le dice a Hilton ‘yo le dije a Silva que si no me daban ayuda, yo iba a tener que dar una declaraciones’.

Yo hablé con Silva y él me dijo que él pidió abogado pero más nada, que no amenazó con nada. Le pregunté a Silva si lo había comentado con otros compañeros del Partido y me dijo que no. ¡Mentira! Él sabía que González Malavé tenía poder para destruir el Partido. Tenía que haberle avisado a alguien. Pues, a los dos meses, matan a Malavé.

¿Qué quieres ver Manny? ¿Te gustaría ver preso a Carlos Romero Barceló?

Eso no me molestaría para nada (ríe). Yo quiero ver una solución. Si este fiscal Molina logra lo que él está buscando, se resuelve el caso. Todavía hay esperanza.

Publicado en CLARIDAD-En Rojo del 24 al 30 de Julio de 2003

 

 

 

 

 

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