Editorial-Apagón, «nuevo» gobierno y Día de Reyes

 

Pasado ya el Día de Reyes, la fiesta grande de la Navidad boricua, volvemos la mirada hacia la semana transcurrida entre el 31 de diciembre de 2024 y el cierre de esta edición de CLARIDAD, la primera del 2025.

Hay momentos como este que condensan eras y el tramo vivido durante los pasados siete días, tras el apagón total e inmisericorde que nos obsequió LUMA por horas interminables desde la madrugada del Año Viejo, sirvió para dramatizar  ante los ojos del mundo la magnitud de la emergencia energética que confronta Puerto Rico, la más nefasta consecuencia de la crisis en todos los órdenes- político, social y económico-que atraviesa nuestro país desde hace varias décadas.

El apagón total de Año Viejo convirtió a nuestro país en la comidilla de la prensa mundial, copando titulares en medios de Estados Unidos, América Latina, el Caribe, Europa y demás partes del mundo. Para el gobierno fue un papelón, amén del golpetazo que ocasionó a todo lo largo y ancho del archipiélago borincano, en la época festiva más esperada y necesaria para  una población que ya no puede más con la ansiedad e incertidumbre que le provocan el desplome de servicios básicos que jamás se pensó que escasearían.

La inestabilidad energética del presente no es únicamente atribuible al paso del huracán María hace siete años. Se fue incubando como una enfermedad terminal hasta explotar ante los ojos del país junto a la crisis de la deuda pública que por más de cuarenta años engordaron y encubrieron los gobiernos de turno PNP-PPD. Hoy nos rige PROMESA, una ley especial del Congreso y una Junta de Control Fiscal (JCF), nombrada e impuesta por Estados Unidos que, tras ocho años aún no ha podido concluir el proceso de reestructuración de la deuda pública ni resolver el tranque en la negociación sobre la quiebra de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE). Además, su decisión de privatizar el sistema eléctrico de Puerto Rico bajo dos empresas improvisadas en un escenario crítico de disfunción gubernamental ha sido un fracaso rotundo que está costándole demasiado caro al pueblo puertorriqueño.

El apagón de Año Viejo fue solo la reiteración de la profundidad del precipicio donde nos han hundido nuestros gobernantes. Cada interrupción eléctrica representa pérdidas millonarias para la economía, cese de operaciones del gobierno,  de escuelas y universidades y negocios privados, e intermitencia en la prestación de servicios esenciales a la población. En fin, el caos social que amenaza y afecta continuamente el curso normal de la vida en Puerto Rico.

El gobierno, insensible hasta el tuétano, enmascaró la oscuridad y el sentimiento de frustración y desánimo colectivo, con una » fiesta de despedida de Año» televisada y artificial que intentó ocultar las múltiples penurias que el apagón significó para miles de familias puertorriqueñas. La música, el bullicio, la actitud de «business as usual» y la risa falsa de los presentadores, que fueron al aire gracias a generadores eléctricos alquilados a precio de oro, chocó contra la realidad de un país a oscuras «como boca de lobo» donde millones de personas no pudieron celebrar la despedida del Año, ni mucho menos ver la «fiesta de embuste» televisada por el gobierno para consumo en Estados Unidos.

Dos días después, y con miles de personas sin servicio eléctrico aún, se llevó a cabo la ceremonia de juramento de la Gobernadora Jenniffer González, del PNP, quien fue certificada oficialmente por la Comisión Estatal de Elecciones (CEE) apenas unas horas antes del inicio de su mandato. Al filo del Año Nuevo había concluido el escrutinio de votos más lento y largo del mundo. Los actos oficiales y festivos por el inicio del viejo/nuevo gobierno de Jenniffer González pasaron sin pena ni gloria. En la llamada «fiesta de pueblo» en la Plaza del Quinto Centenario hubo enormes tarimas, música y bullicio. De todo, menos pueblo. La asistencia a todos los actos fue escasa y poco entusiasta. Quizá una expresión pública de hastío ante un viejo/nuevo gobierno carente de ilusión y novedad. Lo cierto fue que pareció que el golpe del apagón apagó el ánimo hasta de los más encandilados.

Al cierre de este editorial el Día de Reyes, aún nadie le ha explicado al país cuál fue la causa del apagón y si se adjudicarán responsabilidades por el mismo. A falta del nuevo «zar de la energía», aún sin nombrarse, ni LUMA, ni Genera PR, ni ningún portavoz del viejo/nuevo gobierno entrante, ni del super Comité de Energía nombrado por la Gobernadora, ni el Negociado de Energía, ni la Autoridad de las Alianzas Público Privadas, ni la AEE han dado explicaciones al respecto. Tal pareciera como si el apagón no hubiese ocurrido o si quienes lo sufrieron en carne propia se lo hubiesen inventado. Han vuelto a recurrir al viejo/nuevo truco del encubrimiento y la impunidad. Apuestan a la memoria corta y al cansancio de nuestro pueblo.

El deterioro del sistema eléctrico, y la lentitud e ineficiencia en su rehabilitación y funcionamiento, es el talón de Aquiles de Puerto Rico. Y ni LUMA ni Genera PR cuentan con el conocimiento y la pericia necesarios para su funcionamiento óptimo. Todos los anteriores lo saben, y también la Gobernadora, la  JCF,  el Tribunal de Quiebras de PROMESA y todo el que conozca la trayectoria que nos ha traído hasta aquí. Declaraciones públicas en distintos momentos de Josué Colón de AEE y de otros expertos también lo confirman. En un asunto de tanta importancia estratégica para Puerto Rico, hay que hacer mucho más que nombrar zares y comités.Hace falta mano firme y liderazgo seguro para dirigir el rumbo de la rehabilitación energética y lograr en este cuatrienio su eficiencia,  estabilidad y sostenibilidad. La entrante Gobernadora tiene la oportunidad de dirigir ese proceso, y ser quien ponga nuevamente sobre sus pies el sistema eléctrico de Puerto Rico, otrora ejemplo en nuestra región. Ese es su principal reto, amén de los muchos otros que habrá de encontrar en un gobierno de Puerto Rico plagado de corrupción y politiquería, como ella bien sabe.

El pueblo puertorriqueño espera la ejecución puntual y la eficiencia operativa que se le ha prometido. Esperamos que así se cumpla para bien del país y de toda nuestra gente.

!Que la fidelidad y esperanza que simbolizan los Reyes guíen también a nuestro querido pueblo!

 

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