Tributo a Camilo: Entre Guevaras

Aleida MArch con su hija menor Celia, al lado Aleida Guevara, Camilo, en la falda del Che, Ernesto.

En 1997 Aleida y Camilo Guevara March accedieron a entrevistarse con CLARIDAD, nos hicieron hincapié en que eran pocas las ocasiones que daban entrevistas juntos. La conversación fue larga y jugosa. Esa fue una de las razones por la cual el trabajo tiene pocas ediciones, queríamos que quien leyera se gozara esa relación entre hermano y hermana como nos la disfrutamos ese día. La volvemos a publicar como un tributo a ese hombre grande y generoso que fue Camilo.

(Primero de dos  artículos)

 

CLARIDAD

 A Sylvia Lleras y Ana María Pellón por ayudarme a hacer realidad un sueño

 En el Estado Libre Asociado(ELA), alguien (lo recuerdo, pero no merece su nombre aquí) propuso una ley para quitar la custodia a los padres y madres que llevaran sus hijos a marchas y piquetes… En 1964, desde Marruecos, María Rosario Guevara le pregunta al Che si por casualidad son familia.. En una carta famosa, el revolucionario responde: “No creo seamos parientes muy cercanos, pero si UD. es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es más importante:.. En esta entrevista hecha por CLARIDAD a dos de sus hijos se confirma, expande y actualiza —amorosa y genéticamente— esta contestación.

Camilo y Aleida Guevara March accedieron a conversar con nosotros sobre sus vidas, sus padres y de diferentes aspectos de la vida en Cuba. Camilo y Aleida son los dos hijos mayores de Ernesto Che Guevara y Aleida March. Es quizás una de las pocas ocasiones en que dan juntos una entrevista y, como leerán, son sobre todo, hermanos.

Queremos saber un poco sobre la vida familiar de ustedes. Díganme, ¿qué se siente ser siempre el hijo del Che y no Camilo, Aleida, etc.?

Aleida Tú sabes que un hombre y una mujer en su desarrollo son diferentes. Yo fui vanguardia nacional de la FAR (Fuerzas Armadas de la Revolución), alumna destacada, y a Camilo le llamaban la atención en el aula.

Foto tomada en Octubre 9, de 2017, Aleida y Camilo Guevara March
Foto por AIZAR RALDES

Camilo Ya empezamos mal esta entrevista.

Aleida  Eso no es verdad. Es decir, la manera de interiorizar las cosas es diferente. También pasa una cosa: yo fui la hermana mayor de esta camada, sin olvidar a mi hermana mayor real que es Hildita [Hija del Che e Hilda Gadea]. Pero de esta camada era yo, y mi mamá me usa mucho en un momento determinado para la comunicación con los demás hijos, sobre todo, con Ernesto y con Celia [refiriéndose a su hermano y hermana menor], porque Camilo y yo nos pedíamos la cabeza.

Camilo Eso era antes, eso era antes.

Aleida Para serte sincera, este compañero ha crecido, o creció, con el deseo de ser bien grande y bien fuerte, porque yo era más grande que él y cuando él de alguna manera hacía que los dos más pequeños rabiaran y ellos venían a pedirme amparo, yo le iba pa’arriba con to’ lo que tenía y lo vencía. Así que era yo la que castigaba al cabezón. Pregúntale si es o no cierto que quería crecer para cobrárselas todas. Pero de pronto creció tanto, tanto, que en la última discusión que tuvimos, ya con este tamañón, yo me lo enfrento. Yo le llego a Camilo por el pecho. En la última discusión, yo estoy aquí discutiendo con él y me dice “yo quise crecer tanto pa’ reventarte y he crecido tanto que si te doy, te mato”.

Es diferente la forma de ver y enfocar estas cosas, me pasó con mi hermano Ernesto. Yo lo oí hablar de este tema por primera vez ya hace como un año y me doy cuenta de que quizás para ellos fue diferente esa cosa de ser los hijos del Che. Lo que yo recuerdo de mi adolescencia es que fue muy tranquila, es decir, nada de periodistas. Era una vida normal, al punto de yo tener dos bloomers y dos ajustadores. Una vez me los robaron y me quedé en pelota. ¡La hija del Che Guevara no tenía ropa que ponerse..! Fue una vida normal. Fue muy lindo para nosotros eso, nos sentíamos como cualquier otro muchacho en Cuba.

En Cuba, como decía Máximo Gómez, muy poca gente llega al medio; o se queda o se pasa, pero justo en el medio es difícil encontrar algún cubano. Así pasa con nosotros, yo los catalogo en tres grandes grupos: uno, que es muy estricto con nosotros porque somos los hijos del Che y tenemos que ser mejores. Como mi papá no estaba para educarnos, ellos se sienten con el deber de hacerlo y de exigir que salga de nosotros lo mejor. Hay otro grupo que como mi papá no está, ellos quieren darnos todo el amor y toda la ternura que no pueden darle al hombre, y hacia nosotros viene todo eso y a veces te malcrían. Después viene el pequeño grupo del medio que te ve como un ser humano normal, que genéticamente eres el hijo de alguien, pero que eres tú como individuo y como tal te exigen y se comportan contigo. Desgraciadamente, este es el grupo que menos existe, pero existe. Entre estas personas está mi madre, que es un bastión en la educación y la formación.

Mi mamá nos enseñó que nosotros teníamos que comportarnos dignamente. Como personas normales, seres humanos que somos, no podíamos permitir que nos trataran mejor que a nadie, pero tampoco que nos exigieran más que a nadie. Yo sé que  hay gente que me va a exigir más, simplemente por ser la hija del Che, pero lo acepto como una manifestación de amor hacia mi papá. Nada más.

Ahora me ha pasado un fenómeno interesante, que es que yo en la televisión salgo muy pocas veces, y la última entrevista que tuvimos con el Festival de la Juventud ha sido catastrófica para mi vida. Voy en el auto, y se detuvo, y una señora dice  ¡Mira la hija del Che!

Camilo Acuérdate que a ella la trataban como a las mujeres, era una cosa diferente, también trataban de comparar a un niño joven, una persona hecha y derecha, con un comunista pasado por un prisma ideológico y todas las cosas del Che, un hombre con una experiencia tremenda acumulada de tantos años, con un conocimiento teórico de la vida en general tremendo. Y a veces intentaban compararte, tú siendo un niño. El Che niño también hizo un montón de cosas que a lo mejor no lo conocen en todo el mundo, pero hizo un montón de cosas, ¡qué sé yo, lo que sea!, como hace cualquier niño. Entonces es un poco como tratando de que la gente no sea ese niño, sino ser el Che, el hombre ya formado. Eso siempre choca un poco. Esa gente quiere que tú seas el sustituto, y eso realmente es muy difícil. Pero bueno, tú lo entiendes después de comprender esas cosas y de alguna manera tratar de ser uno mismo, porque lo que nunca vamos a ser es el Che, ni ella, ni yo ni ninguno de nosotros. Cada uno es una persona: yo soy Camilo, ella Aleida, el otro Ernesto, Hilda. Y cada cual tiene sus experiencias, sus vivencias…

Eso fue lo que intentamos hacer. Quien influyó en eso fundamentalmente, fue nuestra madre. Otras personas también que nos criaron, quizás no con ese sentido, pero de todas maneras lo hicieron. Siempre recuerdo a Felo y Misael, que prácticamente han sido nuestros padres, que nos criaron junto con nuestra madre y siempre aportaron a eso, a ser uno mismo.

 ¿Pueden detectar alguna influencia de las convicciones de su papá?

 Aleida En mí está presente, yo me doy cuenta, como Camilo dice, que no voy a ser mi padre ni muchos menos, ni tampoco mi mamá. Yo soy una persona con mis posibilidades, mis características, y como tal vivo, que es lo importante. Yo creo que nos hemos dado cuenta que no es necesario ser un Che Guevara idéntico, no. El Che tiene valores como ser humano muy de él: un hombre puro, limpio, honesto, muy valiente, con voluntad de hierro y con un sentido de humanidad, de respeto al ser humano tremendo.

Tú no vas a llegar quizás a tener el mismo grado de sensibilidad que tenía el Che, pero tienes el suficiente como para sentirte útil y necesaria en esta vida y que además lo estás haciendo dentro de tus posibilidades. Por supuesto que cuando yo veo a mi padre y estudio y leo sus cosas me doy cuenta de que me falta un mundo nada más de pensar en la cultura que ese hombre tenía que no le llego ni al dedo gordo del pie. Y es cuando te das cuenta de cuáles son tus limitaciones. Y yo creo que eso es lo más lindo de un ser humano, darte cuenta de lo que eres capaz de hacer. Pero mantener una línea en tu vida, qué es lo necesario, qué es lo útil. Lograr que tus manos, tu cabeza, se pongan en función del beneficio de la mayoría. Y eso no es bla, bla, bla; es una cosa de sentimiento, y lo hago cuando me voy dos veces en misiones internacionalistas, cuando me voy a trabajar a la parte más oriental del país. Nadie me obligó a eso, pero era una sensación de respeto a mis mayores, una educación recibida en mi vida y algo que me hacía falta hacer, por ejemplo, ser internacionalista. Si esa sensación no hubiese existido, esa posibilidad del ser humano de brindar sus energías y su amor y su fuerza a otro ser humano no importa donde vive, no importa donde esté, si eso no existiera, yo no hubiera nacido. Para mí es una obligación hacer algo que un poco me dé la satisfacción de decir, bueno, yo un poquito le voy a pagar a la gente esa posibilidad de vivir, que para mí es lo más importante que puede tener un ser humano. Yo estoy agradeciendo un poco esa posibilidad tratando de curar niños, que es lo yo sé hacer, o hablando de mi pueblo y de la revolución, que también lo hago porque lo amo y respeto extraordinariamente.

La gente me conoce, inicialmente y me besa y abraza porque soy la hija del Che. Ahora mismo, en Chipre, unas señoras mayores, viejas comunistas combatientes de toda la vida, me han tocado y han empezado a llorar porque estaban tocando a la hija del “hombre más completo del mundo”, fueron sus palabras. Y ahí me tuve que echar a llorar, y le dije, abuela, no me haga eso, porque aquí la que tiene que llorar soy yo; yo por conocerla a usted, por estar a su lado, por saber que hay personas tan lindas en este mundo. Que soy yo la que tengo que agradecer, usted no me haga eso, el afecto hacia ese hombre que ya no está.

Creo que nosotros hemos logrado saber en qué somos útiles y cómo hacerlo. Yo te digo que no hay mayor satisfacción, por lo menos en mi carrera de médico pediatra, que sentir que un niño viene corriendo y te abraza y te dice esa es mi médico. A él no le importa si soy o no la hija del Che, le importa que le he dado ternura, amor y que le he aliviado su enfermedad. Y eso para mí es el premio mayor que me puedan dar. Estoy logrando mi objetivo en la vida y lo veo y me siento bien como ser humano. Por supuesto, me falta un mundo. Ahora mismo me acaban de ingresar a mi hija menor. Me di cuenta de que no sé nada de medicina porque estoy metida en alergia. Entonces me he ido a inmunología, aunque hice diez años de pediatría, pero como no lo hago todos los días, se va olvidando, así que hay que estudiar.

¿Cómo es la relación entre ustedes?  ¿En qué coinciden, en ideas, en cosas comunes y corrientes o van más allá de eso?

 Aleida  De niño él y yo nos pedíamos la cabeza. La primera vez que yo me enteré de que mi hermano Camilo me quería fue a través de un amigo de él, porque cuando el amigo vino a la casa y me conoció, me dice:

—Tú eres Aliucha, Aleidita.

—Sí yo soy.

—¿La hermana mayor de Camilo?

—Bueno, sí, soy yo.

—¡Ño, tú eres la mujer más completa del mundo!

—¡Cómo..?

No sé cuánto yo le dije… Mira dónde se viene a enterar una de que este me quiere mucho. Le preguntas ahora y no sabe qué decir.

También hay algo que nos salva, nosotros cuatro apenas nos llevamos un año y medio cada uno, es decir, somos de la misma generación, influye la educación. Fíjate cómo es esto, hay cosas que no cambian a veces durante muchas generaciones. Mi mamá siempre fue muy estricta, en el sentido de enseñarme a respetarme como mujer, a defender mis derechos, a que ningún hombre podía aplastarme por el hecho de ser mujer, y eso lo mamé desde la cuna. Sin embargo, a este [Camilo], que lo único que yo le llevo es un año y medio, se le servía la comida, se le lavaba la ropa… Tú decías, ¿y esto?… Discusiones con mi mamá.

Camilo ¡Qué viva la diferencia!

Aleida Aunque él en estos momentos ha mejorado discretamente. Pero dejaba el plato de comida ahí. Terminaba de comer, se levantaba y se iba, punto. Entonces allá venía mi mamá peleando. Mi hija mayor, Estefanía, —que tiene una mezcla, es idéntica a él y a mí— pues venía también por mi tío Camilo. Entonces agarra el plato, llévalo a la cocina, friega el plato, porque el niño no lo hacía. Entonces mi mamá peleaba. Pero bien,  ¿quién educó a esa gente así?

Camilo  Hela aquí.

Aleida  ¿Quién le permitió eso? Porque a mí nunca me permitieron dejar un plato sucio. Así te das cuenta de diferencias en la educación. Mi abuela, la madre de mi mamá, se molestaba conmigo si el niño estaba en la casa y yo iba y me servía mi plato de comida y a él no le servía. Ella se sentía indignada porque yo no le servía a mi hermano. Son cosas que tú te das cuenta que vienen de generación en generación, esas cosas podemos discutirlas. A veces le digo eres un huevón, ¡qué sé yo, cada cosa! Desde el punto de vista ideológico yo me siento muy, muy orgullosa de él porque, primero, es un hombre que sabe dónde está parado, muy inteligente, con un buen nivel cultural, es un buen lector, le encanta leer, es capaz de leer un libro, virarlo al revés, resumírtelo y tú te quedas mirándolo, pensando “¿Y este, de dónde sacó lo que está diciendo?”. Desde mi punto de vista muy modesto, de mis hermanos, él es el más brillante, incluyéndome a mí, desde el punto de vista intelectual. En ese sentido, yo lo respeto y admiro que un hombre joven sea capaz de reconocer los valores de sus mayores. Eso yo lo admiro de él. Mi hermana Celia es igual que nosotros. Puede que en algún momento pueda comportarse de una u otra manera, pero en la base, la ideología no cambia, en eso los cuatro coincidimos. De nosotros cuatro, tres hemos sido internacionalistas, menos Celia, que es médico veterinaria y nadie la pedía cómo médico veterinaria. Pero cumplió dos años de servicio social en el Escambray porque ella quiso. En ese sentido, somos una familia unida. Podemos discutir como cualquier ser humano…no sé, un día Ernesto le lleva un par de zapatos a Camilo, se los pone y Camilo le puede pelear, y yo le cojo una camisa a Celia y no se la he devuelto y Celia me dice ah…

 Camilo  Por suerte hemos tenido el apoyo de nuestra madre. Está al tanto de las cosas que nos suceden, tratando de aconsejar. Cuando no lo puede hacer directamente, a través de otro; cuando sabe que va a haber un rechazo directo de las cosas que puede plantear, lo pasa a alguien que está más cerca en la generación. Esas cosas ayudan mucho, uno discrepar en ese sentido, pero puedes oír y sabes que es algo que puede ayudar, que puede ser útil. Ella siempre ha tratado de pasar inadvertida; pero es una persona con unos tremendos méritos, que ha hecho mucho en su vida; que ha sufrido mucho también a consecuencia de ser la esposa del Che y además tener sus méritos, que  a veces no se le reconocen porque se opaca un poco la figura. También creo que es una gente muy buena y muy noble. Esa es la verdad, es lo que yo creo, me cuesta trabajo hablar de la madre. Del padre es fácil hablar y decir mil cosas.

Hablen un poco de su mamá, ¿cómo ha sido, cómo pudo criarlos ella sola?

Aleida   Es muy exigente, siempre fue muy exigente con nosotros y mantuvo una disciplina muy estricta. Ella tenía temor, ¡se quedó sola con cuatro niños muy pequeños! Yo era la mayor cuando mi padre muere, y tenía seis años, iba a cumplir siete, Camilo tenía 5, Celia 4 y Ernesto tenía 2. Éramos todos muy, muy chiquitos y mi mamá era la hija de un campesino con una educación muy estricta ella. Entonces, nosotros le hemos dado muchos dolores de cabeza. Te digo esto porque criar dos mujeres y dos hombres sin que los hombres dejaran de perder su hombría y que no perdieran nunca su virilidad, pero a la misma vez que las mujeres fueran mujeres, no es fácil. Porque la figura paterna no estaba para suavizar o para endurecer en alguna cosa, no. Y ella tenía gente que ayudaba,  eso es cierto, porque estaba Fello y Misael. Sobre todo, Fello es como un padre sustituto. Por supuesto, yo rápidamente sé que no es el mío, pero siempre lo quise mucho, a un gran tío. Era algo muy pegado a mí, el hombre que yo también podía contar para cualquier cosa, que a veces me hacía pasar vergüenza porque ya yo iba como madurando y él me consideraba todavía una niña.  Lo quisimos mucho a este hombre y fue muy importante en la vida nuestra. Porque mi mamá una vez que muere papá se encerró un poco en ella misma. Mi mamá se acostaba y nosotros cuatro ese día en fin de semana amanecíamos en la cama de mi mamá y mi abuela entraba y decía: “Ahí está puerca echá con los puerquitos”, porque para estar en contacto con mi mamá ella también entraba al cuarto.

Esas cosas como que desaparecieron una vez muerto mi papá. Ella no podía, ella se pasó dos años prácticamente que ni nos besaba. Yo, que era la mayor en ese momento, lo sentí mucho, porque mi mamá nos acostaba y nos daba besos o buenas noches y ya no lo hacía, no podía. Se quedó como vacía mi mamá… Es verdad que sufrió extraordinariamente. Pero yo le digo que es una mujer envidiable mi madre, porque pocas mujeres en el mundo podemos decir que un hombre nos amó con esa intensidad con que mi papá la amó a ella. De verdad, yo te digo las cosas que yo pude leer, que escribió mi papá sobre mi mamá. Ni en las mejores novelas románticas nunca las he leído, de verdad, nunca las he leído, es una cosa de honestidad de decir… yo necesito a esa mujer por esto, por esto, y por esto… ¡Cómo mi mamá se hace tan necesaria a un hombre tan lindo! Se le hace necesario vivir, mi padre es capaz de dejar eso atrás porque él sabe cuál es su obligación y la va a cumplir. Son cosas que se mezclan y ella tiene que haber sufrido mucho. Te digo que durante dos años vivió por inercia. Sin embargo, ella tiene que recordar un amor extraordinario. Ahora mismo, cuando llegaron los restos de mi papá, fue un momento muy difícil para ella ver aquella pequeña cajita recogiendo los restos. Mi mamá, que nunca habla, estaba en la guagua que nos conducía y dijo: “Pensar que esas manos me acariciaron tanto”.

Continuará..

Claridad 31 de octubre  al 6 de noviembre de 1997

 

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