Esta NO es una lista de los mejores libros del 2023 (conclusión)

 

En Rojo

 

0.Si ya abordé el asunto de los criterios para decir que un libro es “bueno” tenemos que hablar del “gusto”. Metafóricamente, comemos libros. Y lo mismo que pasa con los pasteles en Navidad, “es una cuestión de gustos”. Sí, pero… me atrevo a recordar un libro que leí en mi primer año en la universidad. Aquel texto no estaba en la lista de libros asignados en algún curso. Resulta que en una de mis viditas a alguna de las librerías de Río Piedras -incluyendo la excelente librería univeritaria- me tope con una Crítica del gusto, escrita por Galvano della Volpe. Se trata de una obra clásica en el campo de la estética y la filosofía del arte. Publicada hace mucho más de medio siglo, esta obra ofrece una perspectiva única sobre el concepto de gusto y su relación con el arte.

Galvano della Volpe critica la noción tradicional de gusto como una preferencia subjetiva y personal en el ámbito del arte. Por supuesto, cada uno de nosotros se hace preguntas ante una obra de arte. Te gusta o no. Sin embargo, cuando uno llega a la universidad y toma cursos de filosofía comienza a hacerse preguntas sobre las preguntas. ¿Qué es el gusto estético? ¿Por qué nos gusta lo que nos gusta? ¿Nuestros gustos responden a estereotipos de raza, condición de clase, cultura? ¿Mi gusto pasa por un juicio crítico? Pues, della Volpe propone una concepción más objetiva del gusto, basada en criterios racionales y universales. Según él, el gusto no debe ser considerado simplemente como una cuestión de preferencia individual, sino como una capacidad para apreciar y valorar el valor intrínseco de una obra de arte.

Además, el libro aborda temas como la relación entre el arte y la sociedad, la función del crítico de arte y la importancia de la objetividad en la apreciación estética. Della Volpe criticaba, hace y meas de medio siglo, la tendencia del arte contemporáneo a enfocarse exclusivamente en la originalidad y la innovación, argumentando que estos criterios no son suficientes para evaluar el valor de una obra de arte. Entonces, imaginemos qué sentido tiene escoger libros “buenos” publicados en un año particular, como si de vinos se tratara. Ir a la librería y pedir un libro de cuentos de la cosecha del 2011, o algo así.

Recomiendo Crítica del gusto de Galvano della Volpe por que, como dije, ofrece una visión crítica y reflexiva sobre el concepto de gusto y su relación con el arte. Su enfoque racional y objetivo, perspectiva no muy frecuente en estos tiempos, proporciona una mirada desafiante que invita a repensar nuestras ideas preconcebidas sobre la apreciación estética.

 

  1. Ahora bien, no solo se hacen apreciaciones estéticas de arte visual. El gusto por cierta literatura merece igual esfuerzo objetivo. Y, añadiendo complejidad al asunto, ¿no es también divertido que no gusten los libros como objetos? Además, son objetos que a lo largo de los siglos han tenido una evolución significativa en la forma en que se han creado, producido y consumido.

No tengo tiempo, ni espacio, para hacer aquí una historia del libro. Esto se remonta a miles de años atrás, cuando los primeros seres humanos comenzaron a registrar sus conocimientos e historias en tablillas de arcilla o papiros. Los primeros signos de escritura eran cuentas de ventas de alguna bebida fermentada. Probablemente los primeros relatos estarían escritos bajo los influjos de aquellas bebidas. Conjeturo. Regreso al tema. Digamos que con el tiempo, se desarrollaron técnicas de escritura más avanzadas y se utilizaron diferentes materiales, como el pergamino y el papel, para crear libros.

Quizás nuestras referencias más antiguas sean aquellas de Edad Media, cuando los monjes y copistas eran los encargados de producir libros a mano, lo que era un proceso largo y costoso. Si no quieren buscar información sobre ese proceso medieval, léanse El nombre de la rosa, de Umberto Eco. Se trata de una novela ambientada en el siglo XIV en la que un fraile llamado Guillermo de Baskerville realiza una investigación sobre una serie de muertes que ocurren en una abadía al norte de Italia. No es un libro de historia del libro, pero tiene mucho que ver con el concepto de LIBRO. El sunto es que con la invención de la imprenta -Johannes Gutenberg en el siglo XV- se produjo una revolución en la forma en que se producían los libros. La imprenta permitía la producción en masa de libros, lo que los hacía más accesibles para las personas.

Entonces fue la popularización de la belleza al desarrollarse nuevas técnicas de producción, como la encuadernación y la impresión a color, lo que permitió la creación de libros más elaborados y atractivos.

  1. Ahora demos un salto cuántico. Con el avance de la tecnología, han surgido nuevos formatos, como los libros electrónicos, que han cambiado la forma en que se consumen los libros.Si bien es cierto que los libros son considerados una fuente importante de información y conocimiento, y han sido utilizados durante siglos como una forma de transmitir y preservar la información, ¿podemos pensar lo mismo cuado lo tenemos en formato electrónico?

En un libro, la información se presenta de manera textual, utilizando palabras y oraciones para comunicar ideas, argumentos, narrativas o instrucciones. También puede incluir gráficos, imágenes, tablas u otros elementos visuales para complementar el contenido escrito. Quizás el formato electrónico permite unas libertades en el diseño que la manera convencional no puede lograr. Sin embargo, a diferencia de otras formas de información, como los medios digitales, los libros físicos pueden conservarse durante mucho tiempo y no dependen de tecnología específica para acceder a ellos. Por otro lado, en la era digital, los libros también pueden estar disponibles en formato electrónico, lo que permite su acceso y distribución de manera más rápida y conveniente.

  1. Prefiero los libros físicos, los tradicionales impresos en papel y encuadernados. Aunque son la forma más antigua de libros, siguen siendo ampliamente utilizados y apreciados a pesar de los cantos de sirena y las lamentaciones de hace unos años que temían el fin del libro en papel. ¿Por qué permanecen? Me arriesgo a decir que por su tacto, aroma y la experiencia de leer en papel.

Por supuesto, hay libros digitales, también conocidos como e-books. ¿Las conveniencias son también dificultades? Pienso que es bueno que se puedan leer en dispositivos electrónicos como lectores de libros electrónicos, tabletas, computadoras y teléfonos inteligentes. También ofrecen ventajas como la portabilidad, la capacidad de almacenar una gran cantidad de libros en un solo dispositivo y la posibilidad de ajustar el tamaño de la letra y el brillo. De otro modo no podría cargar la Enciclopedia Británica para arriba y para abajo.

Otro formato es el audiolibro. Se pueden escuchar en dispositivos ya viejos como reproductores de MP3, o teléfonos inteligentes y tabletas. Los audiolibros permiten disfrutar de una historia o información sin necesidad de leer físicamente, lo cual es útil para personas con discapacidad visual o para aquellos que prefieren escuchar en lugar de leer. Alguien podrá decirme que es importante leer y que eso es mucho mejor que “escuchar un libro”. No hay que ser tan pesimistas y plantearse que “la gente olvida lo que escucha”. A fin de cuentas, la filosofía griega se difundió principalmente de manera oral. Sócrates, Platón, Aristóteles, o el querido Diógenes de Sínope, solían impartir sus enseñanzas y discutir sus ideas en conversaciones y debates públicos. Estos diálogos filosóficos se llevaban a cabo en lugares como ágoras, plazas públicas y escuelas, donde la gente se reunía para escuchar y participar en las discusiones filosóficas.

¿Se imaginan lecturas públicas en las que se permita el intercambio directo de ideas y se facilite la interacción entre los escritores, poetas, filósofos y sus oyentes?

  1. Contestando la pregunta anterior, hoy existen libros electrónicos interactivos. Combinan texto, imágenes, videos, sonidos y elementos interactivos para ofrecer una experiencia de lectura más enriquecedora. Además tienen enlaces a recursos externos, animaciones, juegos y otras características interactivas. Algo así como la oralidad de los filósofos antiguos, pero con electricidad.

En resumen, habría que preguntarse cuál es el modo preferido de leer. ¿En qué formato te gusta más? ¿Por qué? Y finalmente, el mejor libro es el que te guste y la mejor forma de leer es, eso mismo, como te guste. Tengo mis preferencias y podría presentar mis argumentos. Pero esta NO es una lista de mis gustos particulares. Lean. Es el modo más barato de viajar. Esa es la invitación.

 

CODA: La primera parte de este artículo lo escribí en primera persona del plural y expliqué por qué. Esta segunda parte -y conclusión- la redacté en primera persona del singular. ¿La razón? Comparto una experiencia personal de lectura. Expreso mis pensamientos y emociones de manera más directa y auténtica. Intento crear una narrativa más fluida. Pero quizás lo más relevante es que quise practicar las dos formas. O sea, porque me dio la gana. Si se lo permiten a Bad Bunny, espero que me den su permiso.

 

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