Parte I
Especial para En Rojo
En la exposición de arte de la Cumbre Afro de marzo de 2022, Juan Pablo Vizcaíno exponía tres grandes cruces negras vestidas de telas negras y encabezadas por máscaras de cáscara de coco de Vejigantes (las de Loíza y las fiestas de Santiago Apóstol) también pintadas de negro. ¿Qué representaron? ¿El calvario de los Vejigantes, del pueblo loiceño, de la afro-descendencia, o tal vez, de Puerto Rico como nación y cultura particular?
Se puede contar la historia de Puerto Rico a través de la historia de Loíza –conquista, oro, genocidio, esclavitud, caña, nuevas inmigraciones europeas y esclavizadas, aislamiento cultural, emancipación, invasión americana, dependencia política y económica y burocracia colonial criolla hasta el presente. Todo lo que hace que la bandera negra y blanca pos-María represente mejor al Puerto Rico actual que la roja, azul cielo y blanca oficial. La negritud, la oscuridad y el color negro son nociones similares, pero no isométricas. No obstante, los Vejigantes esqueléticos negros de Vizcaíno capturan las tres.
En términos académicos, la afropuertorriqueñidad se pone de moda en ciclos. En esa visión estaríamos en el tercer ciclo de los últimos 50 años y este de ahora, creado en gran parte por el nuevo programa de estudios de la afro-descendencia en la UPR-Río Piedras, sus congresos anuales, currículo y proyectos relacionados parece más amplio, fuerte y duradero que los anteriores. Sin embargo, en la realidad no hay ciclos ni modas.
Por todos los intentos de esquivar, la afropuertorriqueñidad nunca pierde importancia ni deja de ser el elemento cultural más constante, inconvertible e interesante del país. Es el pie forzado de la canción-poema-historia boricua. Cómo José Luis González nos señaló en “El país de cuatro pisos” es el primer piso, la piedra angular en que todo los demás se apoyan aun cuando intentan disfrazarlo. En vez de ser copia colonial –española, latino- o norteamericana — es más original como una re-imaginación, una re-invención cultural.
Menciono la instalación de Viscaíno de hace año y medio porque nos lleva desde el Viejo San Juan a Loíza y las fiestas de Santiago Apóstol, como evento céntrico dentro de la historia cultural puertorriqueña. Nos ayuda también a entender los placeres de la constelación de actividades que este año han desfilado alrededor de las igualmente iluminadas fiestas de 2023.
¿De qué hablo? Primero del estreno del documental “Santiago de las Mujeres” dirigida por Rosamary Berrios que reseñé en estas páginas hace cuatro semanas. Es una cautivante mirada desde por dentro de vidas loiceñas, su hermosura, su fe y esperanza, a través de su relación a la imagen de Santiago de las mujeres. Ademas nos permite apreciar el Puerto Rico actual sin gríngolas partidistas ni discursos del supuesto desarrollo económico-social.
Segundo, quiero mencionar la exposición “Bombas y lienzos” curada por la dra, Maricruz Rivera Clemente en la Casa Afro de Piñones, una galería-espacio de taller de solamente tres años de existencia que forma parte del Corredor Afro y ha tenido en sala una exposición de artista locales desde el 24 de junio. El Corredor Afro, la Casa Afro y el Colectivo el Ancón de Loíza se han desarrollado como una nueva visibilidad artística afropuertorriqueña pos-María y ahora pos-COVID con exposiciones y talleres de grabado, de máscaras y de tocar y bailar bomba. Casa Afro es un espacio vivo y en crecimiento tanto en mejoras a su espacio físico como en su impacto creativo-artístico.
Tercero, la Dra. Agnes Lugo Ortiz dirige el Equipo de Trabajo sobre Cultura Visual y la Esclavitud de la Universidad de Chicago. Este año el equipo celebró su tercer coloquio internacional de estudios en Puerto Rico para corresponder con las fechas de las fiestas de Santiago Apóstol de Loíza. Sus temas fueron múltiples. Incluían una discusión sobre el proyecto “Tiznando el país” de la dra. Marielba Torres de la UPR-Río Piedras y conversaciones con jóvenes artistas afro-descendientes en nuevos espacios de encuentro en Río Piedras como el Módulo de Mejoramiento Comunitario (esquina Arzuaga y Monseñor Torres) y el Centro Cultural Cine-Teatro Paradise.
En la tarde del 26 de julio, en la Casa de los Contrafuertes en el Viejo San Juan, además de charlas sobre Loíza y las fiestas de Santiago Apóstol, proyectaron “Santiago de las Mujeres” y las artistas Helen Ceballos y Awilda Sterling crearon actos-instalaciones de performance que brillaron por su poder de re-imaginar la agencia del cuerpo femenino afro-caribeño.
El 27 de julio el coloquio tuvo encuentros con los experimentados artistas loiceños Daniel Lind-Ramos (en el Museo de Arte Contemporáneo), Samuel Lind en su galería-taller en Loíza y Juan Pablo Vizcaíno en el Ancón de Loíza. Por la tarde los participantes quedaron en Loíza para experimentar en persona la procesión de Santiago de las mujeres. El próximo día visitaron museos (de la UPR, guiada por la Dra. Malena Rodríguez y del Museo de Arte de Puerto Rico, guiado por el maestro Antonio Martorell).
Cuarto, la exposición-programa de talleres “Antesala Fiestas de Santiago Apóstol en Loíza” estuvo disponible al público desde el 8 al 31 de julio en la Escuela Taller de Artesanía en los Outlets de Canóvanas. Además de una exposición de una gran variedad de máscaras y vestuarios de Vejigantes y grabados de Samuel Lind, el grupo Máscaras de Puerto Rico.org, que organizó el evento, ofreció talleres de máscaras de cáscara de coco, de Caballeros de malla metálica, de cabezudos de papel maché, de turbantes y de máscaras de Viejos.
Quinto, las Fiestas mismas que son la pieza angular de la cultura y las artes afro-puertorriqueñas son tres días de procesiones festejadas tanto sagradas, con las tres imágenes de Santiago Apóstol, como profanas, con sus coloridos personajes míticos del Caballero, Vejigante, Loca y Viejo. Estos personajes –que también son sagrados en sus propios términos– van por frente en las procesiones con el Carretón Alegre y su amplia variedad de música caribeña grabada. Detrás de ellos, procede el santo del día en su litera llevado por sus devotxs. Un camión sigue con la banda municipal. También hay transporte para los que no pueden seguir el camino a pie. Muchas veces toques de bomba suenan tanto en la casa de la familia Ayala en la ruta como a su final en Las Carreras.
Estas procesiones se extienden alrededor de tres millas desde la plaza del pueblo hasta el sector de Las Carreras y la base del árbol de corcho donde la leyenda dice que la imagen de Santiago de los niños se encontró hace alrededor de doscientos años. Hoy en día, ese lugar histórico es recordado por uno de los cinco mosaicos de arte público sobre Loíza y sus fiestas de Daniel Lind Ramos.
La procesión del 26 de julio de Santiago de los hombres es la menos concurrida. El Carretón Alegre usualmente no se incorpora a esta primera procesión (este año tampoco yo pude participar por ser parte del coloquio de la Universidad de Chicago en el Viejo San Juan). Pero la del 27 de julio de Santiago de las mujeres, que se comparte con Santa Ana, madre de María, cuyo día también es el 27 de julio, brillaba con nuevas máscaras y vestuarios de Caballeros y especialmente Vejigantes. Hasta incluía una Mula –combinación en un personaje de una mula muñeca y su jinete– figura casi desparecida en las fiestas. Llegó un grupo vestido de máscaras y vestuarios de Vejigantes de papel maché del Carnaval de Ponce, aparecieron dos Viejos (máscaras de cartón común) elegantes –el año pasado no hubo Viejos– y un par de Locas para completar el elenco dramático de las fiestas.
El 28 de julio –el día de Santiago de los niños– mostraba las mismas virtudes del día anterior, pero este año, tal vez por la cercanía del estreno del documental “Santiago de las Mujeres”, o tal vez por la lluvia que comenzó a caer al final de la ruta, el día de más expresión festiva y artística-creativa popular fue lo de Santiago de las mujeres/Santa Ana.
Las fiestas de 2023 también mostraron una mayor reintegración de jinetes en caballos como parte de las procesiones, la presencia de Viejos y Locas (aunque todavía reducida), una fuerte representación de Vejigantes ponceños, zanqueros de Agua, Sol y Sereno y una comparsa de Taller Salud y dos máscaras de Gorilas que acercaban a la procesión tímidamente, pero desaparecieron en la muchedumbre.
Además, para mí, hubo un descubrimiento especial, que era el itinerario del viejo Ancón en el pueblo de Loíza durante las Fiestas. Me refiero especialmente al desfile de alrededor de 60 niños, jóvenes (y también adultos) Vejigantes (y algunos Caballeros) con Santiaguito la mañana del 28 de julio. Esta erupción de máscaras, producto de talleres con niños y jóvenes de Piñones y Loíza dirigidos por Juan Pablo Vizcaíno, fue el punto más espectacular de las fiestas de 2023.
Hace más de diez años que había presenciado otro taller de Juan Pablo en Villa Cañona en que niños vestidos principalmente de Mulas había desfilado en el Pueblo de Loíza el 25 de julio, día de Santiago Apóstol. En ese momento también participó el grupo de máscaras, muñecos y activismo creativo, Papel Machete.
El desfile de este año tenía un dinamismo especial. Las máscaras de Vejigantes creadas dentro de los talleres tienen ojos más grandes que los tradicionales y por eso permiten mayor visión. Entonces, usan malla metálica para cubrir los ojos para asegurar que los cuernos de otras máscaras no pueden hacer daño a los ojos de los jóvenes performeros. El efecto es asombroso. Unirse al grupo con Vejigantes, desde cinco años hasta adolescentes y adultos, mientras rodeaba la plaza de pueblo con Santiaguito, y siguiendo las direcciones de un Vejigante bailarín mayor, fue un deleite mayor. Parece que los colores están regresando. Gracias a Juan Pablo y el Colectivo el Ancón.
En una segundo parte de este ensayo volveré a los performances de Helen Ceballo y Awilda Sterling durante el Coloquio sobre Cultura Visual y Esclavitud de la Universidad de Chicago y comentaré sobre la actuación de la Loca y otros detalles de las fiestas de afro descendencia.