Especial para En Rojo
The monsters of horror […] breach the norms of ontological propriety presumed by the positive human characters in the story. That is, in examples of horror, it would appear that the monster is an extraordinary character in our ordinary world […]. (16)
Noël Carroll, The Philosophy of Horror or Paradoxes of the Heart
Mi escuela en Austin, Texas, me recibe diariamente con su opresivo ambiente de normalidad. Mis estudiantes de Español 2 y 4 se arrastran con el hastío que sienten hacia las humanidades en general. No los culpo. Estos temas los obligan a dejar su comodidad. Los estudiantes tan solo responden al terror que les causa producir algo en el lenguaje. El monstruo que los estudiantes reconocen como Spanish se acerca justo cuando deben hablar. Como maestro, mi monstruo es diferente. El sistema de educación pública de Texas me obliga a ajustarme a un currículo vacío. La mayoría de los estudiantes y sus familias no entienden la advertencia de Pink Floyd: The Wall (dir. Alan Parker, Reino Unido, 1982), “Hey, teacher, leave those kids alone.” Defienden este sistema que mastica con dientes filosos y engulle a los jóvenes. Su poder se consolida al ser aceptado como algo natural. Pero el sistema nunca será lo monstruoso, sino la norma en un mundo ordinario. Esto lo ha demostrado Juan Carlos Quiñones en su maravilloso cuento, “Fantasía tropical: cuento para fomentar el turismo”, que pueden leer en 80 grados. En el texto de Juanca, el turista representa el opresivo sistema colonial que en el cuento consume a toda mujer. Pero el monstruo le hace la cama al turista y le prepara su aire acondicionado para que no se sude. Justo cuando ese sistema se ciega con el placer de su aparente triunfo, el monstruo arremete con su inesperada bienvenida. Así como en “Fantasía tropical,” los monstruos reales son los estudiantes que se resisten. Soy otro monstruo. Promuevo el desafío de los estudiantes. Por esto regreso todos los días positivo que inspiraré a algún estudiante a acoger lo monstruoso. Precisamente por eso salgo de la escuela y voy al cine. Necesito la compañía de los monstruos en la oscuridad de la sala. Después de cinco días de clase, mi encuentro con los esperpentos de Mandy (dir. Panos Cosmatos; Reino Unido, Bélgica y EEUU; 2018) y los demonios de Evil Dead Rise (dir. Lee Cronin; Nueva Zelandia, EEUU e Irlanda, 2023) son un placentero cambio de rutina.
Mandy, que se volvió a exhibir en Austin, es un viaje en ácido a través de un mundo cubierto en sangre y mugre. Red (Nicolas Cage) es un leñador que vive con su compañera, Mandy (Andrea Riseborough), en un bosque alejado de la civilización. Mandy tiene una extraña herida en la mejilla, evidencia de experiencias difíciles en su pasado. Aunque nunca es explicado, es posible que por esto Mandy y Red vivan aislados. La profundidad del bosque se torna en un espacio mítico donde la pareja enfrentará las fuerzas del mal. Junto a Mandy y Red, los habitantes de esa selva expanden en su oscuridad y amenazan la paz de la pareja. Estos demonios incluyen a Jeremiah (Linus Roache), a su grupo de seguidores y a los tres feroces motociclistas, que son una referencia visual a los cenobites de Hellraiser (dir. Clive Barker, Reino Unido, 1987). La maleza invita a lo monstruoso. El trabajo de Red es precisamente talar los árboles que esconden el salvajismo de las criaturas. Sin embargo, cuando los salvajes tornan sus hambrientos ojos hacia Mandy, Red asumirá su grotesco rol para abalanzarse contra las criaturas malignas del bosque. Red es el monstruo al que los monstruos le temen justo cuando el personaje se desnuda de su humanidad.
Por otro lado, Evil Dead Rise es la secuela de Evil Dead (dir. Fede Álvarez; EEUU, Nueva Zelandia y Australia; 2013), el remake de la trilogía original de Sam Raimi. Ambos remakes les han dado un giro más personal a las tres maravillas de Sam Raimi, The Evil Dead (EEUU, 1981), Evil Dead II (EEUU, 1987) y Army of Darkness (EEUU, 1993). El primer remake, Evil Dead, es una buena película de horror que, aunque le resta al humor astracán que es tan típico de Raimi, logra darle una profundidad oscura repleta de gore. De hecho, Evil Dead utiliza más body horror. El primer remake se enfoca en la relación entre dos hermanos, Mia (Jane Levy), una joven adicta a la heroína, y David (Shiloh Fernández), el hermano que la quiere salvar. Junto a los amigos que los acompañan, Mia y David batallarán en contra de los muertos malditos que los victimizan. La más reciente Evil Dead Rise también se concentra en una familia asediada por los demonios. Cronin revisita el mítico texto de las originales, el Necronomicon Ex-Mortis o el libro de los muertos, para contarnos una nueva historia. Beth (Lily Sullivan), una joven independiente y algo distanciada de su familia, visita a su hermana, Ellie (Alyssa Sutherland), que vive con sus tres hijos en un oscuro y demacrado edificio. Aunque Ellie resiente a Beth por su lejanía, los sobrinos la reciben con el cariño que le tenemos a los familiares inadaptados que devuelven algo del caos a nuestra rutina. No pasará mucho tiempo para que esta estampa familiar se resquebraje. Tras un temblor, los tres hijos, Bridget (Gabrielle Echols), Danny (Morgan Davies) y Kassie (Nell Fisher), encuentran el Necronomicon Ex-Mortis. Al tratar de abrirlo, Danny se corta un dedo con los colmillos del libro dejando caer una gota de sangre sobre sus páginas despertando sin querer los demonios que los atormentarán por el resto de la noche.
Los personajes de Evil Dead Rise y Mandy ocupan espacios icónicos que reconocemos en el cine de horror. El sucio edificio donde vive la familia en Evil Dead Rise ya es un cadáver desahuciado. Los residentes tienen tan solo un mes para desalojar los predios. Igual que en el bosque de Mandy, las sombras en cada recoveco del edificio esconden los peligros metafísicos que arrasarán contra los vivos. Diferente a las dos primeras películas de Raimi y al primer remake, donde la acción se lleva a cabo en la mítica cabaña del bosque, Evil Dead Rise localiza la acción en un espacio en la ciudad que le añade dimensiones interesantes a la historia. De hecho, Evil Dead Rise revisita el bosque al principio y al final de la película como una referencia más a las originales de Raimi, así como vemos la sierra eléctrica, el arma preferida de Ash (Bruce Campbell) en las originales. Pero Cronin corrompe el concepto tradicional de la maternidad ya que los demonios poseen a Ellie tornándola en una amenaza contra sus hijos. Le tocará a Beth proteger a sus sobrinos de su madre monstruosa. Aunque entre los hijos de Ellie, Evil Dead Rise brilla por su inclusividad al tener varios personajes que se leen visualmente como transgénero, la historia limita sus posibilidades revolucionarias al posicionar la lucha por la maternidad en el centro de su historia. En la batalla por Kassie, la menor de sus sobrinos, Beth reconoce su rol de madre. Diferente a Red, que gradualmente se torna en un monstruo de venganza en contra de los que corrompen su vida con Mandy, Beth asume su maternidad al pelear por Kassie y la criatura que lleva en su vientre. Al confrontar a la madre monstruosa que busca poseer a sus hijos, Beth disipa su duda del principio y se alinea al discurso conservador que promueve la maternidad como única posibilidad para una mujer.
A pesar de que Evil Dead Rise cae accidentalmente en un discurso conservador, la película es una sólida historia que revisita con algo de innovación la serie de horror. Sin embargo, Mandy es una joya que logra sumergir al espectador en un mundo de horror surreal y que debe ser vista completamente a oscuras en una noche lluviosa. Vean Evil Dead Rise en los cines de la isla, pero desnúdense ante su monstruosidad viendo Mandy en la aparente tranquilidad de su hogar.