Reseñas de The Book Geek

Mandamás, de Manolo Núñez Negrón

Mandamás es la historia de Isabelo, alias Nenuco. Narcotraficante poderoso, Nenuco es el delincuente con la lógica con que Maquiavelo describe al príncipe; Nenuco logra imponer su puño de hierro con el aval leal del barrio a través de su participación direta en los asuntos cotidianos que afectan su entorno. Donaciones, fiestas y una presencia carismática excusan la labor ilícita y los riesgos y consecuencias que dicha labor conlleva. Es por esta razón que en el Puerto Rico real, y en Caimito, a un narco se le escapa una pantera de su propiedad sin otra consecuencia que el añadido a su folklore, que no es otra cosa que un relato sobre el poder. En Mandamás, no hay escándalo con que Nenuco sea dueño de un tigre llamado Chester, así como de una poza repleta de caimanes en donde llega a disponer de personas que atentan contra su propiedad y negocio, y lo dejo aquí para no dañar la lectura.

El cúmulo de voces en Mandamás erige la figura de un Nenuco aporético; el narco es a la vez vulnerable y sanguinario, el cálculo frío coexiste con una furia asesina, y lo masculino, que exige una lealtad primal para sí, se regodea con una sexualidad amplia y sin miramientos de ningún tipo. Nenuco disfruta abiertamente su alterne. No hay vergüenza, ni secreto. Pero Mandamás no es sólo la historia de Nenuco. Es también la historia de Papiro – la mano derecha de Nenuco –, del abogado que representa al narco, del veterano Susano Atabal, de Kalmia Latifolia (laurel de montaña), de Viruta y Merengue, ex amigos boxeadores vueltos enemigos que sostienen una última pelea, Tita (esa la dejo para ustedes) y hasta se hace una mención de soslayo a Correa Cotto, Toño Bicicleta, así como al escuadrón de policías corruptos liderados por Alejo Maldonado.

Con Mandamás, Núñez Negrón ha logrado escribir una historia ágil, certera y sin tregua sobre la figura del narco, una historia que trata también sobre los hilos oscuros que urden una trama de traición y venganza.

Esta reseña va a la memoria de Salva, de Humberto Pedraza, de Alex.

La dicha de lo inacabado, de Carlos Vicéns

En la literatura puertorriqueña hay ciertos autores que discurren en silencio, y es porque así lo han escogido. Su labor discurre al amparo del secreto. Carlos Vicéns es uno de ellos.

En La dicha de lo inacabado los poemas son un presente de tiempo y obsequio. Aquí no ocurre otra búsqueda que no sea desde y hacia el poema como una última unidad del lenguaje, y por esa razón, una experimentación con la temporalidad, con la noción de límite. Carlos Vicéns pule el verso hasta llevarlo al punto de quiebre, donde su destello se aprecia mejor. La depuración en los versos hace de los poemas aquí pura orfebrería. El silencio aquí no es otra cosa que la manifestación de la belleza.

La presente edición de La dicha de lo inacabado contiene 10 poemas que no estaban incluidos en la anterior. Altamente recomendado.

Los cinco sentidos, Tomás Blanco

Luis Muñoz Marín, en una carta dirigida a Roberto Sánchez Vilella, argumenta que en el tramo de la Avenida Ponce de León hay más faros de luz que el total que ilumina la Torre Eiffel en París. Esa carta presume el origen de la “Operación Serenidad”, con el que Mu´noz intenta, tardíamente, sofrenar el avance desmedido del bloque industrial comandado por Moscoso, y que en tan corto tiempo trastocase una economía agrícola en pos de la fábrica.

Para Heidegger, la separación del ser respecto de la tierra aniquila su capacidad para meditar sobre el ser, aprisionándolo en la reproducción serial. En cambio la serenidad (o Gelassenheit) consiste en una experiencia en el estado del ser por el cual, sin abandonar del todo la techné, toma distancia respecto de la reproducción serial. De este modo el ser retorna la vista hacia la tierra, y hace un regreso a la pregunta que medita sobre el ser.

Los cinco sentidos de Tomás Blanco es una colección de glosas donde el autor explora una meditación sobre el ser puertorriqueño a través de los sentidos. La guajana, el coquí, la mañana y la musaraña de la noche, el sabor del jugo y de la pulpa, la brisa, todos relativos a los cinco sentidos, procuran erigirse como ultima reductio ante el avance industrial, y por ello no deja de leerse un desespero mal disimulado debajo del tono costumbrista. En Los cinco sentidos puede leerse el lamento en el atisbo último de un Puerto Rico que se aleja cada vez más de la serenidad, y en el que no puede uno evitar la sospecha de si Blanco tuvo el atisbo de un Puerto Rico futuro caduco y carente de promesas.

Esta segunda edición de Los cinco sentidos está basada en la edición del 1962 con las ilustraciones de Irene Delano, e incluye un estudio preliminar de Ricardo Cobián.

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