Aviones, baile, incendio

 

Mi compañero y yo estudiamos ambos literatura, así que no resulta extraño que, cuando hay la oportunidad, nos metamos a una librería y que ese sea nuestro jangueo. Así descubrimos Aviones sobrevolando un monstruo (Anagrama, 2021), del escritor mexicano Daniel Saldaña París. Él lo vio y se antojó y yo me entusiasmé pensando lo chévere que sería leer sobre aviones que sobrevuelan mientras estoy sentado propiamente en un avión sobrevolando lo que sea, porque ese es mi escenario laboral de cada día.

Tiendo a hacer listas de libros que veo por aquí y por allá y que otros van recomendando. Recuerdo que, curiosamente, entre ella estaba otro título del mismo autor: El baile y el incendio (Anagrama, 2021). Así que ese día del que les hablo hicimos doblete y nos llevamos los dos. El autor es un tipo joven. Un año menor que yo. Lo recuerdo porque al sentir la fatalidad del total a pagar (leer hoy día en papel es un lujo asiático), oscilaba entre el entusiasmo de leer a alguien joven y al mismo tiempo el miedo que puede eso  puede provocarme.

Entre vuelo y vuelo, primero me aventuré a leer Aviones que es un libro de relatos sobre las ciudades en las que estuvo el autor: Ciudad de México, Cuernavaca, Montreal, La Habana, Madrid. En ese libro de relatos, demuestra que es un tipo inteligente y conocedor, pero lo más impresionante es su destreza como narrador. De hecho, cuando abusa de la erudición tiende a resultar pesado, pero cuando se relaja se le sueltan los dedos y te logra cautivar porque en verdad es muy ingenioso. Otra cosa que me gusta mucho es su humor y la destreza con la que nos puede hacer reír ante cosas, personajes o situaciones del orden de lo patético. Valga aclarar que al mismo tiempo sus relatos pueden ser estremecedores. A propósito de lo joven del autor, en este libro noto que hay mucha irreverencia, cosas que quizás un lector conservador no disfrutaría leer, pero que a un lector moderno y abierto le resultan fascinantes.

El disfrute fue mayor con El baile y el incendio. Esta es una historia contada desde las perspectivas de tres amigos que se conocen desde la escuela y que en su vida adulta se reencuentran. Como es de esperarse, cada uno carga con sus deseos o su falta de ellos, así como con el peso inexorable de sus propias frustraciones y decepciones. Toda la historia gira en torno a dos eventos: una amenaza natural, la de los incendios que están cada vez más cerca de la ciudad y que hacen la respiración y la vida cada vez más difíciles; así como la posibilidad de bailar unas danzas expresionistas que se remontan a la tradición de las brujas durante la Edad Media. Aquí la investigación como recurso cobra un sentido mayor al proporcionar una base histórica para la propuesta artística de uno de los personajes que da paso al desenlace de la novela en el tiempo contemporáneo.

Noté que el autor seguía teniendo el sello de su erudición, su humor y su irreverencia, pero ahora en una coreografía literaria más madura y bien pensada, mucho mejor articulada. Las tensiones de la historia y de sus personajes todavía hoy me llaman la atención. Es increíble cómo esta ficción puede hablar tanto de México y a la misma vez hacerme reflexionar sobre mi país y sobre la condición humana en general. El libro es cautivador. Tiene eso que pasa cuando lees algo bueno: es inquietante, y como les decía, puede llegar a ser estremecedor.

Creo que no hay que quitarle el ojo de encima, porque si madura como pinta, Daniel Saldaña París nos va a seguir sorprendiendo y, con suerte, se pondrá cada vez mejor.

 

El autor estudió literatura en la Universidad de Puerto Rico. Viaja constantemente por razones de trabajo.

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