En Reserva-Zombis

 

Especial para En Rojo

En los años 80 un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard se dieron a la tarea de explicar científicamente el fenómeno del zombi.

Las noticias más sonadas (o las únicas) de estas investigaciones fueron las teorías y anécdotas del canadiense Wade Davis, entonces estudiante doctoral de etnobotánica de la institución. Davis aseguraba haber descubierto la fórmula de la zombificación. Los bokores del vudú, grandes farmacéuticos, arguyó, confeccionan una especie de polvos pastosos (“polvos zombis”) que contienen tetrodotoxina –una neurotoxina que se encuentra en algunos moluscos y peces, como el pez globo– cuyo potente veneno paraliza a las víctimas.

En 1985, en una entrevista con la revista National Geographic, Davis afirmó que aún en cantidades ínfimas, esta neurotoxina disminuía de tal manera “el metabolismo de una persona” que parecía estar “más muerta que viva”.

Wade basó parte de su teoría en el testimonio y en la vida del haitiano Clairvius Narcisse.
Narcisse ‘murió’ en 1962 y tras su entierro, alegó, fue ‘resucitado’ por un bokor, quien entonces le drogó de manera continua y, en contubernio con un latifundista, le sometió al trabajo forzado en un cañaveral. El propio Narcisse contaba que no fue hasta que murieron ambos, en 1980, que pudo escapar y regresar a su pueblo. Finalmente falleció en 1994.

Wade, que hasta el momento en que visitó el país no conocía nada de Haití, ni de la diáspora africana, ni del Caribe, descartó el folklore al hablar de los muertos vivos: “solamente se convierte en zombi a una persona que ha sido encontrada culpable de violaciones al código de la sociedad”. Posiblemente Narcisse, sostuvo, fue castigado por robar tierras o por abandonar a sus hijos.

En 1986, publicó sus postulados y hallazgos: The Serpent and the Rainbow: A Harvard Scientist ‘s Astonishing Journey into the Secret Societies of Haitian Voodoo, Zombies, and Magic. Fue un bestseller. Dos años más tarde, bajo la dirección de Wes Craven, se estrenó la película de horror homónima inspirada en el libro.

Durante la década del 90, los planteamientos científicos de Davis fueron desacreditados por la comunidad académica. La falta de rigor, los postulados racistas y sus métodos, que incluyeron la exhumación de cuerpos de niños haitianos, fueron duramente criticados. Otras investigaciones han relacionado la intoxicación crónica con bromuro (presente en pesticidas, plásticos, aditivos, aceites vegetales…) con los síntomas del “zombi”: alucinaciones, delirios, temblores, lesiones cutáneas y dolores estomacales.

Entre los siglos XVII y XVIII, la colonia francesa de Saint-Domingue –hoy día Haití– produjo del 40% del azúcar y 60% del café que se consumió en Europa. La trata de africanos y las condiciones de trabajo fueron avasalladoras –en muchas ocasiones, la expectativa de vida no sobrepasaba la adolescencia.

La violencia histórica y la esclavitud ejercida en Haití, junto con el castigo europeo por su lucha emancipadora (1804) –cuya ‘deuda a Francia’ ‘saldaron’ en 1947– han sido el caldo de cultivo para los relatos del zombi. La invasión y ocupación estadounidense iniciada en 1915 –con  sus extensas secuelas– ahondó la abyección que ha sufrido y sufre el país. De hecho, fue a partir de la invasión estadounidense y de la resistencia local que, según explica el profesor haitiano Patrick Sylvain, “the zombie is made into this walking monster»:

El Manifiesto Zombie (2008), escrito por Sarah Juliet Lauro y Karen Embry, aborda más que la popularidad del zombi, su ubicuidad: “The ubiquity of the metaphor suggests the zombie’s continued cultural currency” (86). Para consagrarse, mucha de la cultura general del horror – incluida la creación de los monstruos– opta por la deshumanización del otro. Haití ha pagado un precio desmedido por su independencia. Las figuraciones de los Wade Davis de la vida y de tantas otras muestras audiovisuales -en su mayoría norteamericanas de las primeras décadas del siglo pasado-, dan forma más que todo a un fenómeno que hace de una nación negra (caribeña, otrx, por ejemplo), un país o un ser monstruoso. ¿Para qué? En otras posibilidades, para mantenerlo en una posición de subordinación.

Ahora bien, con tantas manifestaciones del zombi, Patrick Sylvain se pregunta: “¿Pertenece verdaderamente a Haití?”. “No”, afirma. “The Zombie, again, is a wonderful trope, but we must not forget where it came from, its essence”. Y culmina el profesor haitino, con una sentencia que probablemente Wade Davis no entienda: “[For us] the zombie is real”.

 

Bibliografía
Del Guercio, Gino. “The Secrets of Haiti’s Living Dead”. Harvard Magazine (1986).
Consultado 11 Oct 23: https://www.harvardmagazine.com/2017/10/are-zombies-real
Frederick, Donald J. “Un veneno en pro de la medicina”. El Mundo (Puerto Rico), 9  junio 1985.
Kaplan-Levenson,Laine, y Rund Abdelfatah. “Zombies”. Throughline, NPR, Oct 31 2019.
Consultado Oct 12 2023: https://rb.gy/7i2dr
Lauro, Sarah Juliet, y Karen Embry. “A Zombie Manifiesto”. Boundary 2 (2008): 85-108.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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