Carnaval en Lazarim y Podence: Las máscaras ibéricas pre-cristianas (II)

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N.E.

A pesar de que este ensayo debió publicarse antes (ya publicamos el #3) la serie puede leerse sin problemas de secuencia. Pedimos disculpas a nuestro compañero por el error. 

 

Especial para En Rojo

Este ensayo coincide con mi propio proceso de tallar máscaras de madera. Me encuentro terminando una máscara de caoba (viequense), que por su color rojizo y textura es mi madera preferida. Es más pesada que cedro, por ejemplo, que llega a Puerto Rico ya curada. Las gubias entran a cedro como si fuera mantequilla, pero por ser cuadrada y curada, la madera ha perdido mucho de su relación al árbol y su corteza y nudos. Los talladores en Portugal trabajan maderas rubias – me parece una variedad de fresno o abedul—similar en color a péndula, pero menos fibrosa y más consistente y liviana que caoba.

Siempre intento visitar a talleres para ver los materiales y técnicas de los artesanos. En Lazarim (distrito de Viseu), pude ver cómo, diferente a la práctica mía de dividir el tronco de madera en dos mitades o caras, los talladores trabajan el tronco redondo entero y así tallan todo –hasta los cuernos largos—de la misma pieza.

Mientras yo trabajo el diseño de la cara a la misma vez que tallo la cavidad de atrás para la cara –una práctica que me permite alterar mi diseño en el proceso de tallar–, en Lazarim tallan todas las facciones antes de crear el espacio para la cara dentro del tronco. La diferencia: mientras tallo máscara por máscara, las máscaras de los talladores portugueses son variaciones de una tradición que se ha desarrollado a través de siglos.

En diciembre de 2018 viajé a la aldea de Vila Boa de Ousilhão para entrevistar al artesano Tozé Vale. No estaba en ese momento, y el viaje allá en febrero-marzo de 2022 me ofrecería otra oportunidad. En 2018, pasé tiempo en el Centro Cultural de la pequeña ciudad de Vinhais (muy cerca a Ousilhão en el distrito de Brangança) donde no celebran fiestas durante la época navideña. La gran fiesta de Vinhais es el día de los diablos, y al descubrir eso, sabía que tendríamos que regresar a la región durante la época de carnaval si yo iba a entender bien el ciclo de las fiestas enmascaradas.

Por eso, esta segunda parte del ensayo enfoca en el Carnaval del 27 de febrero al 2 de marzo de 2022. También regresamos al pie forzado de la investigación de las fiestas y máscaras ibéricas: ¿existe una relación –una genética cultural– entre los Vejigantes de Puerto Rico y los Caretos de Portugal y España?

Por razones de COVID, pospuse mi regreso a Portugal hasta febrero-marzo de 2022. Por suerte, tuve una invitación –también pospuesta por la pandemia—para dar una charla sobre las Fiestas de Santiago Apóstol de Loíza en la Fundación Eugenio Granell de Santiago de Compostela. Así junté los dos proyectos. Utilizando Santiago de Compostela como punto de entrada y salida, también pasé los cuatro días de carnaval 2022 en los pueblos portugueses de Lazarim (distrito de Viseu) y Podence (distrito de Bragança).

Todavía en Puerto Rico, descubrí que la disponibilidad de hospedaje en Vinhais era limitada, mientras el pueblo de Chaves –a 20 kilómetros de distancia y por eso más cerca a Galicia—, como centro turístico, ofrecía más variedad de alojamiento y quedaba mejor ubicado para viajar al sur y al oeste.

Lazarim

Por eso, el domingo, 27 de febrero, nos encontrábamos en carreteras estrechas y serpentinas subiendo al pueblo medieval de Lazarim (Lamego, Viseu), población de menos de 700, para el desfile de Caretos de las 3:00 pm. Llegamos temprano, lo que nos dio la oportunidad de explorar el pueblo, examinar la muestra de más de veinte máscaras de un solo tallador, ver el trabajo de otros artesanos de máscaras y visitar el Centro Interpretativo de la Máscara Ibérica de Lazarim (CIMI).

Esta estructura contemporánea está integrada en la arquitectura y las fundaciones antiguas del pueblo. Su primer piso sirve de espacio de recepción y museo histórico-cultural de Lazarim y sus costumbres. También hay una muestra del proceso de tallar máscaras. El segundo piso luce una exposición de máscaras y vestuarios de Lazarim del último siglo, pero ya insertados en el contexto de la diversidad de las fiestas enmascaradas ibéricas. Parte de esto se puede ver en el Internet, pero el impacto de ver el espacio en persona casi iguala lo que íbamos a experimentar en la calle inmediatamente después de salir del museo.

Subí a la plaza entre la iglesia y la escuela donde estaban reuniéndose los Caretos y los músicos para empezar este primer desfile. (El segundo y más grande se llevaría a cabo el martes –entrudo/mardi gras– de carnaval, pero ya habíamos hecho planes para pasar ese día en el pueblo de Podence, Macedo de Cavaleiros, Bragança.) Me parece que me perdí muy poco, porque fue mejor apreciar y fotografiar la variedad, detalle, precisión y poder plástico-visceral de estas máscaras de madera no pintadas sin la masificación mayor del público. Hubo espectadores más que suficiente y los Caretos hicieron todos sus actos burlones de intervenir, fastidiar y engraciarse con ellos. El desfile bajó por la calle que pasa al lado del CIMI con sus quioscos de máscaras, pastelería y otros productos típicos y artesanía para llegar al espacio más bajo del pueblo para seguir festejando hasta el anochecer.

Estas máscaras representan reyes y reinas, animales domésticos y silvestres, diablitos con cuernos y hasta culebras e innumerables variaciones de bocas, lenguas y narices extendidas. La plasticidad de la talla de máscaras es mayor que la que yo había documentado en diciembre de 2018 en el pueblo de Ousilhão. Aunque la producción de Lazarim es menos gótica, todavía muestra una afinidad a las gargólicas máscaras Krampus de Italia y Austria y especialmente a máscaras rústicas que yo había visto anteriormente en Budapest.

Hay máscaras de mujeres, y existe un mayor número de mujeres vestidas y desfilando como Caretos. También hubo Locas –hombres trasvestidos como mujeres— en Lazarim similares a las Locas de Loíza en Puerto Rico.

Los vestuarios de Lazarim también siguen otras luces. Tienden a ser monocromáticos –natural, rojo y negro son dominantes– hechos de tela de arpillera como base o de rafia y otras fibras como cáñamo y cañas. Por eso la apariencia es algo más silvestre y bestial, más como hombres (y mujeres) salvajes en vez de diablos como tal. Tampoco utilizan las capuchas definidas tan características de las máscaras invernales que había visto anteriormente en Varge y Ousilhão (Bragança) en 2018. En Lazarim la elaboración de cuernos y otras extensiones de las máscaras tienden a hacer el vestuario alrededor de la cara aparecer como el cabello del Careto hecho del mismo material del resto del vestuario.

Este uso de materiales naturales también tiene correspondencia en vestuarios caribeños como el camuflaje natural del cimarrón de Jamaica y las hojas de plátano de vestuarios en Haití, pero no de los mamelucos multi-colorados de los Vejigantes de Loíza y Ponce.

Podence

La UNESCO declaró el Carnaval de Podence (Macedo de Cavaleiros, Bragança) Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el 12 de diciembre de 2019. De menos de 300 habitantes, todo el pueblo parece dedicado a un aspecto u otro de la actividad. Al llegar, se nota inmediatamente la excepcional integración de fiesta y comunidad. El estacionamiento es amplio, bien ordenado y gratis. A 100 metros de ello, en la entrada del pueblo, hay un centro cultural-café-restaurante-taller-tienda de artefactos. Subiendo al centro del pueblo, un parque de recreo y festividades celebra los Caretos con estatuas icónicas y el Careto gigante que quemarán por la noche para terminar el martes de carnaval.

Por un lado de la calle principal hay un mercado de tiendas, quioscos y restaurantes y casi cada negocio del pueblo está dedicado a comidas, productos típicos y artesanía local. Murales de los Caretos están pintados en las paredes desde el mercado abajo hasta la iglesia que queda varias cuadras más arriba en el pueblo. A la izquierda al otro lado de la calle del mercado, se encuentra la “Casa do Careto”, un museo de un piso establecido en 2009 con varias salas de exposición dedicadas a los Caretos y su historia.

Es la fiesta mejor organizada de las que experimenté en Portugal. El estilo comunitario y su poder funcionar simultáneamente con participación local y regional comparte mucho con la aun mayor poblada Fiesta de la Virgen del Carmen de Paucartambo, Cusco, Perú, que experimenté en 2002. En este caso, con toda la masificación del público hubo dos elementos esenciales: observaron fielmente y sin protesta alguna los protocolos de COVID y excepto nosotros, parecía que todos los participantes y espectadores, locales y turistas, eran portugueses.

El carnaval de Podence refleja las características de la mayoría de las otras fiestas invernales pre-cristianas ibéricas: el desfile por el pueblo, la careta grande usada por los Caretos, los músicos tocando gaita, tambor y bombo, los vestuarios estilo mameluco con capuchas del mismo material, las anchas correas de cuero con cencerros, palos de caminar, el fuego comunal que termina las festividades y las máscaras.

No obstante, las variaciones son críticas: los vestuarios están tejidos de hilos de lana (muy similar a los vestuarios de la fiesta San Estefan de Ousilhão (que describí hace varias semanas en Parte I de este ensayo) que da textura, fibra, peso y densidad al mameluco y el cuerpo del Careto. En este caso los colores y tonos son casi uniformes; los vestuarios de todos los Caretos son rojo, verde y amarillo. Aunque aparecen en la bandera de Portugal, son colores que también asociamos con Etiopía, Rastafari, el Caribe y la africanía en general.

La exposición de máscaras antiguas en la “Casa do Careto” incluyen ejemplos de máscaras de madera, corcho, metal y cuerno. En la práctica contemporánea, las máscaras de Podence están divididas entre las de lata fina (como las de Varge en Parte I) y las de cuero grueso, y no es siempre fácil distinguir entre ellas. Cubren solamente la cara, y la forma de la nariz se ajusta a la cara del actor sin exagerarla. Casi sin variación sus colores son rojo, negro, marrón y aunque menos, cuero natural, y el contraste con la capucha pelúa de hilos de rojo, verde y amarillo es impactante.

En Lazarim, las máscaras talladas parecen tener vidas propias, pero en Podence, la efectividad del personaje resulta de la inseparabilidad de máscaras, vestuarios y sus variaciones repetidas a través de los más de cien Caretos corriendo, jugando, burlando y fastidiando en la calle y el parque.

Por un lado, como figura plástica-agarradora, el Careto de Lazarim, con su máscara individualizada y vestuario fibroso es el personaje más complejo y teatral de las fiestas invernales –que yo vi– de Portugal. Por el otro, la mise en scène del pueblo entero de Podence, los Caretos como personajes completos de cara-cuerpo, máscara-vestuario y la procesión orquestada y coreografiada de la plaza de la iglesia a través de la calle principal y entrando y bailando alrededor del Careto enorme que más tarde quemarían, es la imagen visceral más profundamente grabada en mi memoria del Carnaval de máscaras ibéricas de 2022.

Tuve dos metas específicas al regresar a Portugal en 2022. Primero, experimentar el Carnaval y el Día de los Diablos en la bella ciudad de Vinhais. Segundo, conocer a Tozé Vale, el tallador de máscaras que vive en Vila Boa de Ousilhão, que es muy cerca a Vinhais. Fallé en ambos intentos.

El Día del Diablo se celebra el miércoles de ceniza, pero este año esa celebración, por razones de COVID en 2021, se cambió al 5 de marzo, el sábado después del miércoles de ceniza que no me permitía asistir. Por segunda vez pasé por Vila Boa y por segunda vez hablé con familiares del artesano Vale que tampoco estaba presente en esta ocasión.

Pero sí me comuniqué con otros talladores y artesanos de máscaras y también descubrí un nuevo acercamiento a la exploración de la genética cultural del Vejigante de Puerto Rico. Pero eso requiere una tercera y última parte de este ensayo.

 

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