El mueble puertorriqueño, orígenes y trayectoria

 

Especial para En Rojo

 

En ocasión de la presentación del libro Entre talleres y ebanistas: Historia de los principales artífices del mueble puertorriqueño, 1850-1960, del Dr. José Luis Colón González, en el Museo de la Farmacia en San Germán, cobré conciencia de la necesidad de esta reseña. El libro que es auspiciado por la Editorial de la Universidad Interamericana, y que se publicó en Colombia, se basa en una exhaustiva investigación del tema y representa una importante aportación a la bibliografía ya existente. De hecho, hay otras importantes aportaciones sobre el tema, que le anteceden y que son aquilatadas y citadas en este libro.

El libro que ha sido bautizado como “libro álbum” por la prologuista Dra. Silvia Álvarez Curbelo, no solo por los méritos que ella anota de lo que es una investigación rigurosa y exhaustiva, sino que también por la forma tan acertada de ilustrar los muebles en su hábitat original, la casa de los propietarios o coleccionistas, en hermosas fotos a colores en páginas completas que transmiten el esplendor de estas piezas.  De hecho, en el auditorio se encontraban esa tarde mucho de los orgullosos poseedores de esas confecciones tan apreciadas en pueblos y ciudades de nuestra geografía. Físicamente el libro es uno de amplio formato y se compone de un Prólogo, antes mencionado, una Introducción del autor en que este explica su motivación para escribirlo, su metodología y objetivos. Seguido de tres extensos capítulos en que trata los temas del mueble Isabelino, primero, en todas sus variaciones y características particulares de la creación y del artífice, hasta la última edición del mueble Isabelino Tradicional, que no es otra que la del taller o fábrica La Caborrojeña, todavía hoy en funciones.

En ese primer capítulo investiga y reconstruye nueve biografías de ebanistas o talleres a lo largo y ancho de la isla. Entre estos nos presenta a Francisco Muxó, en lo que él llama “un ebanista poco conocido” y al cual investigó y documentó con piezas de una confección muy particular, y el uso de la caoba oscura que se acerca al negro, creando muebles de gran prestancia e inventiva.

En el segundo capítulo se refiere el doctor Colón González al mueble criollo y presenta otros quince embajadores del mueble criollo. Con una narrativa diáfana, nos esboza una investigación bien documentada, incluyendo a los Villalobos, taller que ha creado una versión particular del mueble criollo con el tejido de eneas. Es en el mueble criollo, en la versión del “mueble de San Germán” en que yo considero que se ha logrado o consumado el sincretismo en nuestra isla (aunque entiendo que mi posición es debatible). Eso es la amalgama o fusión de la ebanistería europea con la del país, la criolla, que envuelve el uso de maderas tropicales nobles, la pajilla y la hábil inventiva del ebanista. Creando así un mueble amplio, ventilado y cómodo, adornado con discreción: un copete simple sobre una miramelinda (flor), los descansamanos con pajilla doble, unos rayos de sol en forma perpendicular, y unas patas torneadas en forma de pera invertida, que le dan una sólida presencia. Su artífice fue José Cesáreo Cabrero, y se le conoce como el mueble de San Germán.

La tercera parte hace alusión a un acopio de otros 15 ebanistas, menos conocidos, pero no necesariamente menos importantes. Al momento sobre ellos se sabe poco y consecuentemente se conocen pocos ejemplares de sus creaciones para ser estudiadas y clasificadas. Esperemos que ahora, con la publicación de este libro, aparezcan nuevos hallazgos de sus producciones.

Al final del libro se incluye un apéndice con la mención de actividades de adiestramientos para ebanistas. También se incluye un Glosario e información visual para fomentar la lectura y la interpretación de conceptos. Además de ser un libro hermoso a los sentidos, resulta también ser relevante al arte y una aportación a nuestra identidad cultural. No obstante, es en el conocimiento de nuestra historia económica donde encontramos nuevos e importantes hallazgos.

Desde el inicio del libro el autor nos advierte, “en términos colectivos, la presente publicación demuestra y confirma la procedencia del origen humilde de la gran mayoría de los ebanistas, así como la formación autodidacta de muchos de ellos. Con excepción de contados ejemplos, los demás aprendieron por herencia, por instinto o por necesidad.” (p. 33).  No obstante, añado yo, fueron capaces de levantar un emporio comercial millonario, que se extendió por más de cien años, y que contradice la concepción capciosa de muchos de que los puertorriqueños “somos vagos”.

Para entender mejor el origen y desarrollo de esa actividad y sus actores, el autor se vale de las técnicas de las biografías y genealogía (o historia familiar) que nos ayuda a configurar el contexto sociocultural e institucional en que se desarrollaron sus vidas, permitiendo la reconstrucción del pasado histórico. También utiliza la técnica de la prosopografía, o las características comunes del trasfondo de un grupo de individuos y sus historias colectivas para recabar similitudes y diferencias.

Es mediantes esas técnicas que el Dr. Colón recogió sobre cuarenta biografías representativas de nuestros ebanistas y recreó un periodo económico en que los nuevos inmigrantes que ingresaban al país se beneficiaban de las reformas en la tenencia de tierras, la apertura de puertos y de exportación. Me refiero a reformas producto de la Cédula de Gracias (1815), entre otras. Creando un clima de esfuerzo y trabajo que permitió el despegue económico en el país. Este es un libro que no solo será atractivo para coleccionistas, sino que es mandatorio para entender la historia del mueble en Puerto Rico.

El autor es sociólogo.

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