“Hay distintas formas de luchar por la libertad»

Rubén Berríos. Foto: Alina Luciano

Por Rubén Berríos Martínez

María de los ángeles, Rafael, antes que nada, estoy seguro que hablo a nombre de todos, al expresarle el agradecimiento por el cuidado, el cariño y el estímulo que siempre le dieron a su esposo y a su padre.

Compatriotas todos, compañeras y compañeros:

Hoy venimos aquí, a Mayagüez, tierra de héroes y de patriotas, a esta zona oeste de Puerto Rico que tanto le ha dado a Puerto Rico, a honrar la memoria y la vida de Rafael Cancel Miranda, un grande de esta patria. 

Tengo que hacerles una confesión. La primera vez que vi personalmente a Rafael fue en el entierro de su padre. Hasta entonces lo conocía como leyenda; entonces lo conocí como ser humano. Nunca se me borrará de la mente lo que aquel día nos dijo: que no venía “a llorar su muerte, sino a celebrar” y honrar su vida. 

Yo siento mucho no poder seguir el consejo completo de Rafael. Como todos los aquí presentes, no estamos hechos del mismo ausubo del cual hicieron a Rafael, tengo que decirles que estoy desgarrado desde que me enteré de su fallecimiento. Pero, también tengo que cumplir su mandato y por eso vengo en el día de hoy a celebrar su vida. 

Rafael Cancel Miranda dio a respetar a Puerto Rico ante el mundo entero; y, Puerto Rico, a su vez, en reciprocidad, lo honra y lo respeta a él. Los puertorriqueños se sienten orgullosos de Rafael. Y, aquellos, que por alguna recóndita razón, son incapaces de alcanzar en su espíritu el significado de Rafael Cancel Miranda, yo creo que es por vergüenza, porque el que no honre a Rafael no es un buen puertorriqueño.

Su vida la conocemos todos los que estamos aquí presentes, pero es necesario, para honrar esa vida, que tratemos, aunque sea brevemente, de recordar sus enseñanzas, sus lecciones, para todos y particularmente, para todos los que luchamos por la independencia de Puerto Rico. 

Foto: Alina Luciano

Creo que la esencia del pensamiento de Rafael no surge de ninguna filosofía ni teoría que aprendió en los libros, aunque todo lo que él aprendió en los libros también nos ayuda a fortalecer nuestra fe. Me refiero a algo mucho más íntimo. 

Recuerdo que un día le preguntaron a Rafael: “¿por qué usted sigue luchando por la independencia de Puerto Rico si la mayoría del pueblo todavía no exige la independencia?”; y él dijo: “porque cuando la madre de uno está enferma, uno no piensa nada más que en curarla”.

Esa es su primera lección, que nunca nos desviemos del ideal. Lo otro son soluciones jurídicas. El ideal de Rafael es el único ideal que tienen todos los pueblos dignos del mundo, el ideal de mandarse ellos mismos. En lo que viene el momento, que vendrá muy pronto, por lo menos hay que cuidar a la madre enferma. Y eso no se nos puede olvidar. No hay atrechos en la lucha por la libertad. Los otros caminos son caminos falsos. El independentista nunca se puede desviar en el afán de hacer la patria libre y en el camino de la independencia. Esa es la lección básica de la ética de Rafael y quiero que todos la recordemos en el día de hoy porque estoy seguro que a él le gustaría que yo les recordara a ustedes esa lección que él dio durante toda su vida.

Otra lección que estoy seguro que a Rafael le gustaría que recordáramos es que hay distintas formas de lucha por la libertad. Y él, con su vida y con su palabra, nos enseñó siempre que hay que respetar a todos los que luchan por la independencia, no importa el camino que escojan. 

Recuerdo la dedicatoria del último libro que me envió con su esposa. Me bendecía, (más o menos), a nombre de don Pedro y don Gilberto; quienes tenían dos formas distintas de lucha, pero sin negar ni desviarse jamás del ideal y echaron hacia adelante no importa las consecuencias. Eso lo debemos recordar en el día de hoy. 

Esta es una lucha muy difícil, y es natural que hombres y mujeres razonables discrepen en cuanto a cómo llegar a la meta. En lo que no podemos discrepar es en la meta y en dejar de defender esa meta, Rafael comprendía que esta es una de las luchas más difíciles en la historia de los pueblos. 

Nos ha tocado a todos, y particularmente a Rafael, luchar contra el imperio más poderoso del siglo 20 y principios del 21. A él le tocó personificar en varias etapas esa lucha. 

Por allá por el ‘30, cuando Rafael era apenas un niño, padeció en familia propia y en carne propia la Masacre de Ponce. ¿Y por qué la Masacre de Ponce? Sencillo. Rafael sabía que los norteamericanos llegaron a Puerto Rico, (como cínicamente me refiero yo a eso, después del plebiscito de Guánica), porque les convenía invadir a Puerto Rico; porque querían el control de Puerto Rico para controlar los accesos del futuro Canal de Panamá y como punto de penetración para toda la América Latina. Así nacía, al filo del siglo 20, el que habría de ser el imperio más poderoso de ese siglo. 

Y ya, para cuando nos impusieron la ciudadanía en el ’17, estaba los Estados Unidos envuelto en la Primera Guerra Mundial y se reafirmaron en la necesidad de controlar a Puerto Rico, porque estaban velando por sus intereses, no por los de Puerto Rico. 

Y ya para el ’30, cuando don Pedro levantó el fervor  independentista en Puerto Rico y se avizoraba la Segunda Guerra Mundial, había que acabar con el independentismo, con el único independentismo que existía organizadamente: el Partido Nacionalista, bajo el liderato de don Pedro Albizu Campos y la consigna de valor y sacrificio. Y por eso el encarcelamiento y la Masacre de Ponce. Y por eso las persecuciones posteriores. Por eso el encarcelamiento de Rafael luego de la Guerra, por negarse a servir en el ejército. Por eso la persecución atroz del nacionalismo y del independentismo del ’46 en adelante. 

Y estoy seguro que uno de los momentos más esperanzadores para él, un momento que encarna su enseñanza de que no podemos ser nunca un obstáculo en la trayectoria de otro independentista no importa el camino que se escoja, fue cuando después de la Revolución del ’50, don Gilberto Concepción de Gracia convocó la Junta de Directores del Partido Independentista compuesta por todos los presidentes de todos los comités de la Isla. ¿Y qué dijo la Junta reunida en Aguadilla en el 1950? Que la responsabilidad de las muertes en Puerto Rico era del imperio americano, del gobierno colonial de Puerto Rico de esa época y le expresó su más profundo respeto a los nacionalistas que habían dado su vida por la patria. 

No es raro, por lo tanto, que Rafael en esa dedicatoria que ya mencionara, me bendijera en la misma oración a nombre de don Pedro y de don Gilberto. Esa lección no podemos olvidarla nunca. El independentista, el que crea en la libertad genuina y única de Puerto Rico, que es la independencia de Puerto Rico, no puede ser nunca un obstáculo ante otro independentista que cree en otros métodos para conseguir esa lucha. Eso no se nos puede olvidar nunca. 

Y Rafael fue grande, no solo cuando fue a la cárcel en el ’48, ni cuando despertó el respeto del mundo entero en el ’54. Seguro que fue grande. Grande en el ’48, ’50, grande en el ’54; pero grande en la cárcel también por 28 años. Porque levantar la mano un día por la patria es fácil; levantarla, hacer lo que uno cree que debe hacer y mantenerse firme sin pedir perdón durante casi 30 años eso es de héroes sublimes como lo fue Rafael.

Y fue grande en el ’48, ’50; fue grande en el ’54, fue grande mientras honró las cárceles del imperio y fue grande cuando regresó a Puerto Rico y estuvo 40 años con nosotros. No había piquete, aunque en el piquete hubieran 7 personas, o miles de personas en un acto, donde don Rafael Cancel Miranda no estuviera presente. Jamás lo escucharon ustedes decir algo malo en contra de un independentista. Jamás. 

Recuerdo una vez que estábamos en una de las televisoras del pueblo de Puerto Rico y alguien le preguntó, (a él le tocaba el turno antes del mío), una pregunta de esas capciosas cuyo único propósito era que empezara a criticar al Partido Independentista porque estábamos previo a unas elecciones, ¿y ustedes saben lo que don Rafael le dijo?, don Rafael le dijo: “usted sabe cuál es mi trayectoria y cuál es el método mediante el cual yo he regido mi vida entera y por el cual fui a la cárcel casi 30 años, pero yo llevo a mi esposa cada 4 años a votar por el Partido Independentista Puertorriqueño”. Eso es un patriota lúcido. Ese es un patriota que respeta todas las formas de lucha. Ese fue don Rafael Cancel Miranda y eso lo tenemos que recordar todos los independentistas. 

Y recuerden que no basta con decir “yo soy independentista”. Del dicho al hecho va un gran trecho. Hay que contribuir a adelantar la lucha por la independencia. Y cuidado los que sientan la tentación de pensar que hay atrechos. En eso don Rafael conocía muy bien el dictum de don Pedro: “Cuidado, que el que empieza a resbalar no para hasta que se escocota”. Esa firmeza en el ideal no podemos olvidarla nunca. Y ese compañerismo y respeto que debemos guardarnos los independentistas jamás lo debemos olvidar. 

Pero don Rafael fue grande también porque supo que la lucha por la independencia no era una lucha aislada. Era una lucha que exhibía todas las características de una lucha anti imperial continental. Como bien le enseñó don Pedro, del balance de las fuerzas imperiales y anti imperialistas dependía la redención de Puerto Rico y que Puerto Rico no sería libre hasta que nosotros y nuestros aliados en el mundo entero le hiciéramos la vida imposible al colonialismo norteamericano en nuestra patria. Por eso, hoy hemos recibido pésames, su familia y nosotros personalmente, de medio continente, de líderes que lo respetan. De todos han llegado pésames y condolencias por la muerte de Rafael.

Yo pienso que a veces la historia es un poco injusta con los grandes; y me temo que la historia ha sido bastante injusta con Rafael. Aunque ya el pueblo reconoce su grandeza, se nos va físicamente antes de haber podido disfrutar de la libertad de la patria. Les recuerdo a ustedes que Simón Bolívar murió camino al exilio en Santa Marta en Colombia, desechado por los suyos, olvidado y traicionado por los suyos. Rafael por lo menos no ha sido olvidado y traicionado por los suyos. Y José San Martín, el otro gran héroe continental, pasó los últimos días de su vida allá en Francia y en Bélgica y en Inglaterra, porque lo repudiaban en su propio país. 

A Rafael no lo repudian en su propio país. Lo exaltan y tratan de cubrirse con su manto aún los que han negado la independencia. Y tratan de coger algo de fulgor que viene de ese sol aún los que nunca han contribuido a la lucha por la independencia. 

Así de grande es Rafael. Y de José Martí ni les hablo; murió en Dos Ríos sin ver la libertad de su patria. Y Rafael lo acompañó, no solamente en el gesto heroico, sino en no poder ver la libertad de la patria. Una pena, porque Rafael sabía, después de una vida de lucha, que la independencia es inevitable y se acerca a pasos agigantados.

Él aprendió del Maestro que la independencia llegaría cuando los puertorriqueños tuvieran que enfrentarse a la suprema definición: o yanquis o puertorriqueños. Y ustedes saben cómo van a contestar los puertorriqueños. Y ese momento se acerca. 

Ese espejismo que se le llamó aquí con el nombre inventado, Estado Libre Asociado, fue el espejismo que llevó a Rafael a llevar su trueno, a llevar su protesta ante el mundo entero. Y qué satisfacción más grande, -María de los Ángeles, algún día tú y tu hijo me cuentan personalmente- cuando el tribunal máximo del imperio lo que ha hecho en efecto no es decidir un caso, sino decir “Rafael Cancel Miranda, Lolita Lebrón y los otros héroes tenían razón, Puerto Rico es una colonia”.  

La colonia, está desahuciada. Eso en contra de lo cual Rafael protestó, no es opción de futuro. ¿Y cuáles son las alternativas? Yanquis o puertorriqueños. 

Y ya sabemos cuál es la contestación a eso. Definitivamente los puertorriqueños jamás aceptarán la estadidad. Y Rafael Cancel Miranda es un veto contra la estadidad. Pero voy más allá. No solamente es que no la aceptaremos nosotros, sino que allá no la quieren. Y como decía muy bien Rafael, “llegamos a la meta más temprano los que vamos de pie que los que van de rodillas”, y nosotros vamos de pie. Habrá distintas formulaciones, métodos. Los independentistas decimos: “la que adelante la lucha por la independencia de Puerto Rico”. 

Si los asimilistas se atreven, y tengo mis dudas de si se atreverán, porque ya he oído a algunos diciendo: “eso es un peligro, no te metas en eso”; si se atreven enfrentar la nacionalidad puertorriqueña el día próximo de las elecciones en un plebiscito donde en un lado esté la asimilación, el antipuertorriqueñismo, y del otro lado estemos los defensores de la nacionalidad y de la independencia, se van a llevar un susto. En todo caso, sucederá como en aquel cuento viejo de los pueblos donde se decía: “cara yo gano, cruz tú pierdes”. Si ganamos aquí, se acelera el proceso; si por casualidad este pueblo votara en contra de sí mismo, allá pierden. No hay otra forma. Los ríos siempre conducen a la mar; y la mar es el mar de la libertad. Así es que vámonos tranquilos de aquí hoy, porque pronto vamos a venir aquí a decirle a Rafael: “aquí está la patria libre”.

Termino por donde el obispo Corrada del Río terminó, diciendo, ¡un obispo en Puerto Rico!, (ni Arizmendi se atrevió a decir eso), dijo en la Catedral de Mayagüez: “¡Viva Puerto Rico libre!”. 

Y les diré más. Como nosotros no estamos hechos del ausubo del que está hecho Rafael, y que estará por siempre hecho, no desfallezcan nunca. Las derrotas son transitorias. 

Recuerdo hace muchos años ya, luego de unas elecciones en donde todo el mundo estaba entusiasmado, yo entraba a la Escuela de Derecho y venía no celebrando, pero más o menos normal, y un puertorriqueño, un gran puertorriqueño me dijo: “Rubén, ¿qué te pasa que no te veo celebrando?” “Bueno, es que uno siempre espera más” Eso fue después de Vieques. ¿Ustedes saben lo que me dijo ese gran puertorriqueño [el ex Rector Abraham Díaz González] que luego falleció en la Argentina? “No te preocupes Rubén, que las victorias, los votos y los actos heroicos son pasajeros. El pueblo responde de esa forma, unas sí, otras no. La lucha uno tiene que verla de la siguiente forma.” Y yo le dije: “¿Cuál forma, cuál es esa forma?” Y me dijo: “Los votos y los apoyos son las flores, lo importante son los amores”. 

Y eso es lo que tenía Rafael; sobre todas las luchas en el Congreso y en los ’50 y en los ’30 y sobre todas las elecciones juntas, el amor y el respeto de este pueblo. Y eso es más importante que todo lo otro, porque este pueblo en su fibra íntima, aún aquellos que renieguen del ideal de Rafael, saben que Rafael representa lo mejor de esta tierra y es el faro que desde la otra orilla, desde más allá de los astros y las nebulosas, nos va a estar alumbrando a todos en esta lucha gloriosa e inevitable hacia la independencia de Puerto Rico. ¡Qué viva Puerto Rico libre!

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Mensaje en la despedida de duelo de Cancel Miranda.

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