La violencia machista en carne viva

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Especial para CLARIDAD

En pocas horas dará inicio la deliberación del Jurado en el caso que por varios cargos criminales se tramita en el Tribunal Federal para el Distrito de Puerto Rico en contra del ex boxeador Félix Verdejo. El Pueblo ha seguido paso a paso el acontecer en el edificio de la Calle Chardón, lo declarado por los treinta testimonios de las personas presentadas por la Fiscalía y los muchos menos que llevó la defensa.  Yo no he sido la excepción en cuanto a este evento judicial.  Probablemente se debe a lo frescos que están en la memoria los angustiosos momentos en que los familiares de Keishla Rodríguez Ortiz denunciaban su desaparición, presentían que el hoy acusado tenía que ver con ello y exigían que las autoridades policíacas la encontraran. Cuando su cadáver fue hallado y los medios, especialmente las estaciones de televisión, transmitieron sin filtro el hallazgo de su cuerpo en condiciones que no dejaban margen a dudas de que se trataba de un feminicidio, todavía teníamos el impacto del horrendo crimen de Andrea Ruiz Costas, quien no sobrevivió el acoso de su victimario y la falta de sensibilidad del sistema de justicia que no la protegió, a pesar de que lo solicitó en más de una ocasión. Como bien señaló la compañera Amarilis Pagán en una reciente intervención radial, durante estas semanas recientes hemos podido ver lo que puede enfrentar una víctima de violencia machista que no logra sobrevivir una relación que se inició desde la temprana juventud y que continuó, a pesar de la existencia de otras parejas, inclusive de una esposa. Del mismo modo nos enteramos que la violencia física y emocional del hoy acusado se manifestó con diversas mujeres con las que se relacionó de forma íntima.  Así lo testificaron cuando fueron citadas por la Fiscalía.

Ha llamado mucho mi atención la prominencia que han tomado las opiniones de las abogadas y abogados de defensa, ex fiscales y otras personas que son o se creen expertas. Han estado analizando diariamente en los diferentes medios de comunicación los testimonios, la prueba documental presentada, las mociones, especialmente por parte del acusado y las decisiones que sobre los procesos ha estado tomando el Juez Pedro Delgado.  Algunos favorecen las estrategias de la defensa y otras las de la Fiscalía, pero, por supuesto, no van a arriesgar su prestigio prediciendo si el veredicto será de culpabilidad o inocencia.  Quién sabe lo que estará en la cabeza de las 12 personas que componen el Jurado, después de un proceso prolongado, complicado por la cantidad de prueba documental y por la comparecencia de varios peritos.  Siempre será una incógnita el grado de credibilidad que tendrá el testimonio del testigo cooperador, el Sr. Cádiz, quien actuó en conjunto con Verdejo. Sin embargo, no creo que nadie sea capaz de pensar que el otrora boxeador nada tuvo que ver con los hechos.  Le corresponderá al Jurado determinar la medida en la que estuvo involucrado y si los elementos que conforman los cuatro delitos imputados están presentes.

De lo que no queda duda es que si el veredicto es adverso al acusado, con toda probabilidad acudirá al Primer Circuito de Boston a solicitar que se revise la determinación. Aunque la apreciación de la prueba por el jugador, en este caso el Jurado, merece gran deferencia, cualquier error procesal en el que incurra el Juez Delgado inclusive con relación a las instrucciones que imparta al Jurado, puede  ocasionar una revocación que podría  conllevar la celebración  de un nuevo juicio, en la cual Verdejo tendría una segunda oportunidad. Lo vimos recientemente con el caso de la llamada Masacre de La Tómbola. Al momento en que preparo esta columna los equipos legales de uno y otro lado deben estar presentando sus argumentaciones finales y amarrando los cabos sueltos de sus teorías y las evidencias presentadas.  Por otro lado, el Jurado recibirá las instrucciones finales antes de comenzar a deliberar. Entonces comenzará la corta o larga espera.

Sin embargo, la principal preocupación para muchas de nosotras seguirá siendo incrementar la concienciación sobre la violencia de género, para lograr su prevención y eventual erradicación. La película que hemos visto en el caso Verdejo reitera la convicción de que la educación es la mejor estrategia y herramienta para minimizar que ocurran situaciones como la de Keishla, Andrea y de tantas otras mujeres cuya seguridad y vidas son puestas en riesgo diariamente por sus parejas o exparejas agresoras.  La violencia machista fomentada por la sociedad patriarcal que reúne a las principales instituciones con poderes institucionales y económicos, como son el gobierno y todas sus ramas, el sistema educativo y las iglesias, entre otras, nos sigue arropando.  Mientras se especula sobre el veredicto hemos acumulado 33 feminicidios, 11 de ellos íntimos, de los cuales 10 ocurrieron con armas de fuego y uno por estrangulamiento, según datos del Observatorio de Equidad de Género de Puerto Rico.

No soy experta y mucho menos del boxeo profesional, terriblemente violento y que tanto daño físico le ha causado a púgiles del país.  Sin embargo, siempre leo las noticias sobre todos los deportes, y en ocasiones, primero que el resto del periódico para alegrarme con las nuevas buenas de las glorias boricuas.  El recuerdo que tengo de Félix Verdejo es de inconsistencia en su desempeño sobre el cuadrilátero.  Este se manifestó en algunas victorias poco convincentes, largo tiempo transcurrido entre una y otra pelea y el accidente de motora en el que se vio involucrado cuando estaba próximo a participar en una importante pelea. El llamado diamante también se estaba opacando en el escenario en el cual se supone que se destacara por su falta de disciplina. En su vida romántica y personal ha demostrado una total carencia de brillo en la que arrastró consigo a sus novias, amantes, esposa y hasta a su madre, quien, sin duda, debe estar enfrentando un gran sufrimiento, especialmente cuando de camino al Tribunal para apoyar a su hijo enfrenta a la prensa que, implacable, le hace preguntas sobre la inocencia de su hijo.

Solo espero que el caso Verdejo y el horror que debe haber vivido Keishla en sus últimos momentos consciente, sirva de lección sobre lo que es la violencia machista y para que manifestemos de todas las formas posibles nuestro repudio a su existencia.

 

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