Las emocionantes fugas y los terribles monstruos de Dungeons & Dragons: Honor Among Thieves

 

 

Especial para En Rojo

 John Francis Daley y Jonathan Goldstein han colaborado para dirigir dos películas basadas en juegos de mesa. La primera, Game Night (EEUU, 2018), trata sobre un grupo de amigos que se reúne una noche para jugar diferentes juegos de mesa. La pareja principal, Max (Jason Bateman) y Annie (Rachel McAdams), son sumamente competitivos. Por esto, cuando el hermano de Max, Brooks (Kyle Chandler), propone un juego donde el grupo de amigos tendrá que resolver el misterio de su propio secuestro, Max y Annie se tiran de pecho. Game Night me tomó por sorpresa. No esperaba disfrutármela tanto. Su clave está en crear un grupo de personajes con cualidades algo raras y que nunca dejan de sorprender. Un personaje que brilla por sus intervenciones incómodas es Gary (Jesse Plemmons), el vecino policía que Max y Annie evitan porque nunca les ha caído bien. Game Night se goza con un buen grupo de amigos, una bandeja de sandwichitos de mezcla y algo para alterar su percepción de la realidad.

En su segunda colaboración, Dungeons & Dragons: Honor Among Thieves (EEUU, Canadá y Reino Unido, entre otros; 2023), Daley y Goldstein asumieron un gran reto. El dúo tomó un juego icónico cuyas adaptaciones nunca han sido buenas. Dungeons & Dragons es un juego de mesa bastante complejo donde los jugadores asumen roles de personajes de fantasía. Cada uno tiene libre albedrío y, junto a su grupo de aventureros, sus acciones dependen de tiradas de dados y de las posibilidades ofrecidas por el Dungeon Master, el narrador y árbitro de la misión. Si logran sobrevivir su primera aventura, los jugadores mejorarán sus habilidades ya sea en la magia, en el dominio de algún arma, o en cualquier otra acción característica de cada clase. A pesar de que este juego tiene tantas posibilidades para su adaptación, sus representaciones previas pecan de ser ridículas y carecen de elementos interesantes. Aunque ha desarrollado un cult following, la serie animada Dungeons & Dragons (dir. John Gibbs, EEUU, 1983-85) fue mi entrada a este mundo cuando tenía doce años. La premisa de la serie tiene elementos prometedores, pero su ejecución problemática e historias atropelladas la condenaron a los oscuros calabozos de la cultura popular. Otro intento de explorar el mundo inspirado por este juego es la película Dungeons & Dragons (dir. Courtney Solomon; EEUU, República Checa y Canadá; 2000), que ni siquiera Jeremy Irons en el papel del villano pudo salvar. Es importante notar que entre las mejores representaciones del juego está el episodio final de la serie televisiva, Freaks and Geeks (creado por Paul Feig, EEUU, 1999-2000), donde un grupo de geeks juegan con el chico malo de los freaks, Daniel (James Franco). El gozo es contagioso por la experiencia de comunión creada entre el grupo de adolescentes en torno a Dungeons & Dragons. El protagonista de esta serie y uno de los participantes del juego es Sam Weir, actuado por el mismo John Francis Daley, uno de los directores de la más reciente adaptación. Es precisamente esta afinidad a la cultura geek del juego y al entendimiento de las dinámicas de los jugadores lo que hace de Dungeons & Dragons: Honor Among Thieves una experiencia divertida y, para muchos de nosotros, bastante nostálgica.

Dungeons & Dragons: Honor Among Thieves sigue la típica estructura de una campaña en el juego. El grupo de aventureros en el centro de la historia incluye un bardo que siempre tiene un plan (Chris Pine); una bárbara muy diestra con su hacha de batalla (Michelle Rodríguez); un paladín que vela por la justicia y los menos afortunados (Regé-Jean Paige); un medio elfo hechicero que lucha con sus inseguridades para tener más control de su magia (Justice Smith); y una druida tiefling (una raza inventada por el juego que desciende de los demonios) que protege los bosques y que se transforma en varios animales (Sophia Lillis). Su misión es entrar al reino de Neverwinter, donde un pícaro timador (Hugh Grant) y una bruja nigromante (Daisy Head) guardan entre sus tesoros la Tableta de la Resurrección, un objeto mágico que resucitará a cualquier difunto. El timador y la bruja habían formado parte del grupo en otra campaña para robar la Tableta y otros tesoros. Sin embargo, por diversas complicaciones, parte del grupo fue atrapado y condenado por la ley a un calabozo mientras que el timador y la bruja se adueñaron del próspero reino de Neverwinter.

Daley y Goldstein reflejan en su película muchas de las dinámicas del juego de mesa. Por ejemplo, los miembros del grupo tienen unos pasados que los han llevado a desarrollar vínculos muy personales con la misión. En algunas sesiones del juego, los jugadores les dan pasados a sus personajes, una acción que solidifica la conexión entre el jugador y su personaje. En la película, cada narración de algún pasado se siente como parte integral de la trama. Además, Daley y Goldstein cuentan estas historias de maneras divertidas. La secuencia donde el bardo narra cómo termina junto a la bárbara en un calabozo tiene un excelente ritmo con giros dramáticos y concluye con una de las hazañas más cómicas de la película. El ritmo de la película es uno de los elementos principales. Los que hemos jugado Dungeons & Dragons sabemos que hay momentos donde los jugadores tenemos que esperar pacientemente en lo que otro miembro ejerce una acción. No obstante, Daley y Goldstein mantienen la acción en constante movimiento y nunca se desvían del plan principal. Las maravillosas secuencias donde la tiefling se transforma en varios animales para espiar dentro del palacio de Neverwinter y la fuga del laberinto donde cada recoveco esconde una amenaza, entre otras, son emocionantes. Estos retos reflejan el tipo de acción tan común en el juego de mesa. De igual forma, no solo las razas y las clases de los personajes se originan en las tradiciones del juego, sino que los monstruos que se esconden a través de la aventura son icónicos de Dungeons & Dragons. Es obvio que aperecerá un dragón, que forma parte de una persecución muy divertida. Pero los personajes también deberán enfrentar criaturas menos conocidas para los que nunca han jugado el juego. Por ejemplo, el grupo se verá atrapado en un cubo gelatinoso, que digiere a todo aquél atrapado en su interior, y tendrán que escapar de un mimic, que asume la forma de un baúl con dientes afilados y una larga lengua de sapo, entre otros.

El juego de Dungeons & Dragons ha sido parte de la vida de muchos de nosotros. Lo jugué por primera vez en el 1984 cuando tenía alrededor de 13 años con Josean, Gustavo y Miguel durante el recreo de la escuela. De hecho, siempre ha formado parte de mi vida e, inclusive, un grupo de estudiantes de la escuela en donde enseño se reúnen semanalmente para jugar. Sus cuentos me transportan a aquella primera aventura con mis amigos de la infancia. Por esto es que esta película es tan importante para mí. En Dungeons & Dragons: Honor Among Thieves, Daley y Goldstein han sido capaces de recrear una aventura arraigada en el juego de mesa que maravillará a los conocedores e impresionará al espectador más exigente.

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