Mujeres libertarias a través del arte de Delia Cabrera Cruz

 

 

Buenas tardes. Muchas gracias por acompañarnos hoy en la presentación del libro Mujeres libertarias a través del arte de la compañera Delia Cabrera Cruz.

Para mí es muy significativo regresar a este lugar donde estuve por última vez en enero de 2020, junto a mi compañero Rafael Cancel Miranda, en la presentación de su libro Detrás del espejismo.  Ese fue su último libro y esa su última presentación pública.

Hoy, Rafael  estaría muy complacido, como lo estamos todos, de ver la obra pictórica de Delia Cabrera recogida en este libro que perpetúa la imagen de 40 mujeres puertorriqueñas que dedicaron su vida a la lucha por la libertad de la Patria y a forjar un país más justo para todas y todos. La imagen final, la número 40, es de una niña, Valeria Camila (p. 96), quien ya es una jovencita, y cuya imagen reafirma la certeza en que la lucha libertaria continuará, como lo afirmó don Pedro Albizu Campos, generación tras generación.

En primer lugar, voy a hacer algunos comentarios sobre los dibujos. No soy crítica de arte, pero no hay que serlo para que una pieza nos emocione, o nos sorprenda al evocar recuerdos o sentimientos dormidos.  Desde esa mirada muy personal voy a compartir con ustedes mis impresiones sobre algunos de los rostros contenidos en el libro de Delia Cabrera, a los que acompañan unos breves datos biográficos.

La primera imagen del libro corresponde a Celestina Cordero Molina (p.18), nacida a finales del siglo XVIII, maestra de niñas en su escuela en la calle Luna del Viejo San Juan. Su rostro, dibujado en grafito, es luminoso.  Mujer joven, mulata, de ojos curiosos, boca firme, con turbante y traje blanco. Me pregunto ¿será de hilo o de blanquín, tela de algodón, económica, que se usaba en la época?  Los apuntes que acompañan el dibujo nos dicen que era hermana mayor del maestro Rafael Cordero.  Pero, contrario a su hermano, nadie la pintó en medio de su tarea de enseñanza a sus discípulas, niñas pobres de los barrios de la ciudad amurallada.

Si me permiten, quisiera hacer una breve digresión sobre un dato relacionado con el óleo del maestro Cordero, hermano de Celestina, que pintó el gran retratista Francisco Oller. De acuerdo con un artículo titulado Maestros y milagros, sobre el maestro Rafael Cordero, publicado por el licenciado José Nicolás Medina Fuentes en la revista digital <ochentagrados.net>, el pintor venezolano Manuel Loveras, quien de niño había residido en San Juan y sido discípulo del maestro Cordero, de adulto, ya desarrollado como pintor, hizo un dibujo de su maestro.  El maestro Cordero accedió al retrato con la condición de que no se exhibiera mientras él viviera.  Luego de la muerte del maestro en 1868, el dibujo fue fotografiado y publicado en el periódico, y en 1892, 24 años después de la muerte del maestro Cordero, Oller utilizó la foto del dibujo, junto a su recuerdo del maestro, a quien había visto, ya viejo, para pintar su famoso cuadro “La escuela del maestro Rafael Cordero”.

Hago esta digresión porque recuerdo que Delia me comentó que no había encontrado una imagen de Celestina, de manera que, echando mano de su libertad artística, procedió a imaginarla. El dibujo de Celestina es una imagen imaginada.  ¿Acaso es una falta a los cánones del rigor histórico?   Opino que no.  Nada menos que el gran pintor Francisco Oller tuvo poco más que una foto reproducida en una hoja de periódico del siglo 19 para producir una de las grandes obras maestras de la plástica puertorriqueña.  Delia soñó y dibujó a Celestina tal como yo también imagino que sería: joven, mulata, de mirada inteligente y porte elegante.

Casi todos los dibujos de Delia Cabrera toman como punto de partida cuadros o fotografías existentes, pero algunos, me confesó, que los soñó, y sus lápices añadieron luz, sombras, color, profundidad y hasta elementos nuevos. Tal es el caso de la joven mártir Antonia Martínez (p. 88), a quien le añade dos lágrimas a la imagen fotográfica ampliamente conocida de Antonia. ¿Será que todavía continúa nuestro llanto por la vida tan injustamente arrebatada y que espera para que se haga justicia?

Otra imagen que me impresionó es la de la piel surcada de Isabel Rosado (p.40), surcos que nos invitan a contemplar a la mujer- tierra, dispuesta a ser sembradío de las esperanzas de un pueblo en lucha. La autora me comenta que elaboró el dibujo a partir de una fotografía tomada cuando doña Isabel ya contaba con 106 años. Pienso que es la imagen de una larga vida abriendo surcos para sembrar las semillas de la libertad, surcos que Delia refleja tan acertadamente en su dibujo.

La interpretación de Delia Cabrera de la imagen de su compueblana comerieña Juana Colón (p. 27) es una pieza impactante, de colores brillantes, mulata hermosa con una corona de hojas de tabaco, la cual no descansa sobre su cabeza, sino que cada hoja sale de su piel para formar un semicírculo alrededor de su rostro.  Nada más apropiado para una organizadora obrera de la región tabacalera del país.  En sus notas biográficas, Delia nos comenta que Juana era lavandera, planchadora, comadrona, santigüera y dirigente del Partido Socialista de la época.  Pienso que fue una mujer que no necesitó que la “coronaran”, sino que era una reina por derecho propio y de su fuerza interior brotaba su corona de hojas de tabaco.  Así la soñó, reconoció y dibujó la artista.

En su libro, Delia Cabrera nos presenta los retratos de 31 mujeres históricas, ya fallecidas, 8 mujeres contemporáneas y una niña. A algunas de las libertarias históricas tuvimos el honor de conocerlas. A las mujeres contemporáneas las conocemos y damos fe de que éstas también tienen bien ganado el título de libertarias.

Entre ellas, encontramos los rostros de mujeres que dejaron profundas huellas en el quehacer patrio:  Myrna Báez, Marisa Rosado, Brunilda García, Myrna Vázquez, doña Providencia (Pupa) Trabal, Josefina Vélez, por todos conocida como doña Fifo, madre de las hermanas Lucy y Alicia Rodríguez.

Afortunadamente, muchas de las mujeres de la década de 1940 en adelante, todavía nos acompañan.  Delia Cabrera las presenta sonrientes, hermosas, con mirada de mujeres libres y satisfechas con las decisiones que tomaron en la vida.  Para solo mencionar algunas, Flora Santiago, Rita Zengotita, Marta Aponte, Chabela Rodríguez, Lucy Rodríguez, Alicia Rodríguez.

Entre todas las libertarias, hay algunos detalles que llaman la atención. Por ejemplo, su lugar de nacimiento o crianza.   Al ubicar a cada una en un mapa de Puerto Rico, llama la atención que, de 40 mujeres, la mayoría nació o se crió en el oeste del País. En Mayagüez nacieron o se criaron 5, en Arecibo, Ponce y Jayuya, 3 en cada pueblo.  En el noreste de Puerto Rico nacieron 6 en San Juan; en el centro del País nacieron 3 en Cidra y 2 en Cayey y Caguas respectivamente.  Resulta interesante mencionar que 2 nacieron en Nueva York y 1 en Chicago.

Al mirar el mapa en su totalidad, observamos una ausencia de figuras femeninas en la región este del País, con las muy honrosas excepciones de doña Isabel Rosado y Flora Santiago (p. 76). Tienen que haber existido y no tengo duda de que hoy día existen y están en lucha día tras día.  Falta que hagamos lo que hizo la artista Delia Cabrera: rescatarlas del anonimato y del olvido.

En los dibujos de los rostros de estas mujeres, el arte de Delia Cabrera transmite la mirada de triunfadoras, de quienes tomaron el batón de las mujeres que les precedieron y llevaron la lucha libertaria a nuevos horizontes  A todas, las que nos precedieron y las que afortunadamente todavía están entre nosotras y nosotros, y que siguen luchando en estos tiempos tan difíciles, nuestro más profundo cariño y agradecimiento.

A Delia Cabrera, que ha puesto su talento, el tiempo bien ganado de su retiro, su inspiración y un esfuerzo enorme en este proyecto, mis felicitaciones y el mayor agradecimiento por haberme permitido tener una pequeña participación en este proyecto de mérito dual, puesto que ha puesto su talento artístico al servicio de la tan necesaria documentación histórica.

Delia, creo que no me equivoco al decir que todos y todas esperamos por lo próximo que nos puedan regalar tu dedicación y tu talento a través los lápices y pinceles. Espero que sea pronto.

Gracias a todos y todas.

Texto de la presentación del libro el sábado 6 de agosto en la sala Leopoldo Santiago Lavandero en Caguas.

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