Situación de las clases trabajadoras en Puerto Rico en 1898

 

(PRIMERA PARTE)

 

Tan pronto concluyó la Guerra Hispano Americana de 1898 y Estados Unidos se apoderó de Puerto Rico su gobierno – de inmediato – ordenó hacer todo tipo de informes. Desde octubre de 1898 y durante 1899, especialmente, oficiales militares y comisionados civiles de Estados Unidos hicieron diversos estudios de la realidad económica, social, política y cultural de Puerto Rico. Fue un registro meticuloso del País, de abajo para arriba y abarcando todas las dimensiones territoriales de su archipiélago insular. Las autoridades políticas y sectores interesados de la clase capitalista de Estados Unidos querían saber acera de todas las carencias y necesidades y, a su vez, esbozar todo el potencial y anticipar los beneficios que pudieran obtener de su nueva conquista imperialista.

 Una gran adquisición

Una de las investigaciones fue la llevada a cabo por Henry K. Carroll, designado para ello por el presidente William McKinley. Carroll (1848-1931) era un reverendo de la Iglesia Metodista Episcopal según su denominación entonces y amigo personal de McKinley. Arribó a Ponce, al sur de Puerto Rico, a bordo del barco Manitoba el 15 de octubre de 1898. Dos días después cruzó en coche la isla a través de la carretera militar (No. 1 actual) hasta la capital de San Juan. El 18 de octubre se realizó la ceremonia formal del fin de la dominación española de cuatro siglos, izando la bandera de Estados Unidos en el patio de la Fortaleza (residencia de los gobernadores) y con lo que inició su dominación hasta el presente.

Carroll tuvo una primera estadía en la isla de un mes, regresando a Estados Unidos el 15 de noviembre. En su ausencia funcionarios bajo su dirección, Charles E. Ruell (secretario) y Alfred Solomon (intérprete) recopilaron datos estadísticos diversos. Carroll sometió un informe preliminar a Lyman J. Gage, Secretario del Tesoro, titulado Report of the Industrial and Commercial Condition  of Porto Rico, el 30 de diciembre de 1898. Despidió el año embarcando a Puerto Rico por segunda vez el 31 de diciembre. El imperio no pierde tiempo, aunque lo hiciera con música a bordo. Más importante era el baile colonial que le iban a dar a Puerto Rico.

En enero de 1899 Henry K. Carroll prosiguió su misión a través de todo el país haciendo entrevistas a gente de todas las clases sociales. Aunque el informe final tiene fecha de 6 de octubre de 1899, se puede decir que constituye un retrato de Puerto Rico de la coyuntura del 1898, y una exposición del estado general en que España dejó al país.

Aun con todo el cuadro de miseria y atraso visto[1], en el apartado inicial del informe subtitulado “Character of the Island” lo primero que Carroll escribió fue: “The United States is to be congratulated on the acquisiton of Porto Rico”.[2] Consideración espiritual aparte, el reverendo vislumbró inmediatamente que, propiciando cambios que favorecieran los intereses económicos y políticos de Estados Unidos, había un futuro próximo de gran lucro material.

Altruista, Carroll no era. Perturbado por el cuadro social espantoso ante sus ojos, no dudo que lo estuviera pero sin perder de vista ni por un instante los objetivos estratégicos para Estados Unidos.  Todo lo que el Commissioner de McKinley expuso y destapó fue para favorecer los intereses imperiales de Estados Unidos. Separando los señalamientos ideológicos justificando la conquista que salpican en el texto, lo valioso del Informe Carroll son todos los datos recopilados para la historia y su aprendizaje. Indudablemente, hicieron una composición de Puerto Rico bien tierra adentro y real.

Estoy seguro de que las historiadoras e historiadores, y de otros ámbitos académicos, agradecemos el Informe Carroll como fuente primaria extraordinaria. Si tuviera al reverendo de frente lo invitaría a un café en el Viejo San Juan, a dialogar sobre las relaciones entre Estados Unidos y Puerto Rico, el derecho internacional, la soberanía y la democracia; y acerca de todo lo que quisiera de la vida. Con eso lo que quiero decir es que él y otros comisionados u oficiales semejantes no eran ni son el problema: la causa está en los sistemas socioeconómicos opresivos, el racismo y los prejuicios de todas clases, las afirmaciones ideológicas distorsionadoras o falsificadoras de la realidad, y el imperialismo que promueven en cada caso. Esa es la maldición.

Puerto Rico fue visto con un tremendo potencial de desarrollo económico y consiguiente manantial de riqueza. Es una observación, ya convertida en letanía, que han venido diciendo y repitiendo las autoridades gubernamentales y vecinos particulares desde el siglo 16. Pero para lograr su fructificación había que cambiar las condiciones de impedimento y obstáculo y propiciar las de su plenitud y abundancia. ¿Acaso no hay que hacerlo en el presente?

Para que exista la sociedad humana, en cualquier época, tienen que existir seres humanos vivos. Lo primero que hacen los bebés al nacer es respirar y dar el Grito de Vida. Obviamente, la acción imprescindible para esta realidad es satisfacer sus necesidades vitales primordiales, que son materiales: la producción y consumo de alimento y líquido preciado, en un medioambiente adecuado. Oxígeno, agua y comida, y salud: condiciones primordiales de la vida.

“La política que ha gobernado en Puerto Rico hasta ahora parece haber sido el poner toda su energía en la producción de azúcar, café, tabaco y ganado, e importar la mayor parte de su abastecimiento alimenticio”, Carroll señaló en 1898.[3] Un ejemplo de un cultivo básico clasificado entonces entre los “frutos menores” era el arroz, es decir, sembrado en escala pequeña. “La importación de arroz era enorme – 35,451,874 kilos, o 177,994,122 libras -, excediendo por mucho en peso cualquier otro artículo particular, ni siquiera exceptuando el carbón”. Su valor “excedía en un millón de pesos cualquier otro artículo importado”. Carroll anotó que el arroz era importando de India, y curiosamente hasta de países de inviernos severos como Bélgica y Dinamarca.

A pesar de que la mayoría de los agricultores eran puertorriqueños, “el comercio de Puerto Rico estaba casi enteramente controlado por firmas españolas”, y por “otras europeas”.[4] Según Carroll, además, el poco capital o falta del mismo especialmente en manos puertorriqueñas, una serie de impuestos abusivos (incluyendo evasiones con sobornos a oficiales), y la ausencia de carreteras adecuadas por toda la isla eran otros factores afectando adversamente el desarrollo económico. Buenas carreteras y autopistas (highways), así como el mantenimiento y extensión de un sistema de ferrocarriles alrededor de la isla fueron considerados por el comisionado como fundamentales “para el bienestar y progreso de Puerto Rico”. “Los caminos malos”, afirmó el comisionado, “son enemigos de la civilización”.[5]

[1] Como si no lo hubiera en muchas partes de Estados Unidos al mismo tiempo; realidad que se acostumbra ignorar o pasar por alto.
[2] [Estados Unidos ha de ser felicitado por su adquisición de Puerto Rico].
[3] La política que gobernó a Puerto Rico por Estados Unidos desde 1900 a 1946 fue la de establecer su economía de corporaciones azucareras, tabacaleras y fruteras de exportación; y desde 1947 al presente administrada por los gobiernos colonialistas del PPD y PNP ha sido anular la agricultura; propiciar la manufactura de Estados Unidos  durante dos o tres décadas de bonanza para luego cerrar las industrias, dejando vestigios de chatarra industrial posteriormente (como los de las Centrales y de la CORCO); permaneciendo a flote las farmacéuticas y otras industrias menores; fomentando un turismo con alzas y bajas; pidiendo incesantemente fondos federales para todo, e importando 85% de los alimentos de Estados Unidos. Ahí estamos.
[4] Actualmente, todo el comercio de Puerto Rico, con su ley de Cabotaje de 1920 y otras reglamentaciones, es controlado por Estados Unidos.
[5] Desde hacen décadas Puerto Rico está crucificado de carreteras, autopistas y puentes interconectando a toda la nación; pero, frecuentemente en muy mal estado (hoyos y cráteres por todas partes), con los gobiernos coloniales haciendo incesantemente pedidos de fondos federales para las reparaciones, lo que se agrava con los efectos de huracanes o hasta algunas lluvias torrenciales, y el “enemigo de la civilización” sigue campeando con impunidad.

Continuara

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