En Rojo
0.El cine documental tiene sus raíces en los primeros días del cine, a finales del siglo XIX. Las primeras imágenes en movimiento de los hermanos Lumière, capturaban la vida cotidiana y eventos reales. Podríamos decir que eso sentó las bases para el género documental. Digamos que en 1895, se filma uno de los primeros documentales: La salida de los obreros de la fábrica Lumière. Ellos no se lo plantearon de ese modo pero se estaba marcando el inicio de una nueva forma de contar historias.
Durante las décadas de 1920 y 1930, el cine documental comenzó a desarrollarse como un género más distintivo. El movimiento del «documental de propaganda» floreció, especialmente con obras como El hombre de la cámara de Dziga Vertov, que exploró la relación entre la realidad y el cine con lo que podemos establecer como un estudio sobre el movimiento en cuerpos y objetos. Este periodo también vio el surgimiento de documentales más narrativos y estilizados.
En la década de 1960, el cine documental experimentó una revolución con el movimiento del «nuevo documental», que se centró en la realidad social y política. Directores como Frederick Wiseman y el grupo de cineastas del Direct Cinema en Estados Unidos promovieron un estilo más observacional, utilizando técnicas como la grabación en tiempo real y la ausencia de narración -lo cual no era nada nuevo porque, en fin, Vertov-.
A lo largo de las décadas siguientes, el cine documental continuó evolucionando, incorporando nuevas tecnologías y estilos. En los años 90 y 2000, el uso de la tecnología digital permitió a mas cineastas crear documentales de forma independiente, aumentando la diversidad de voces y temas. Documentales como Bowling for Columbine de Michael Moore y Super Size Me de Morgan Spurlock alcanzaron gran popularidad, en un público no necesariamente aficionado a los documentales.
- Tito Román Rivera es uno de nuestros documentalistas contemporáneos. Cineasta con clara dirección a los asuntos políticos y sociales, sus dos obras, El Antillano y la más reciente, Psiquis: un giro decolonial, lo convierten en uno de nuestros realizadores más conocidos. Psiquis continúa el formato y la capacidad para informar, provocar y conmover con el lente, lo que convierte su trabajo en una parte esencial del panorama cinematográfico contemporáneo nacional y en el modo de crear un discurso sobre nosotros y nosotras.
Conversamos con Román Rivera a solo días del inicio de la exhibición de su documental en los cines comerciales.
Tito está claro: a diferencia de la ficción, los documentales se centran en eventos, personas y temas reales, buscando representar la verdad y la realidad de manera precisa. Y en Psiquis: un giro decolonial, el propio Román es sujeto de la puesta en el lente. La transformación ideológica -que continua- es protagonista del film. La perspectiva del cineasta es parte de la interpretación del material.
Claro, se incluyen entrevistas a figuras como el delirante vocero de la reunificación con España o doña Miriam, esa caricatura del asimilismo, cuyas posturas de manera paradójica, pretenden ser anticoloniales. Eso le da un ritmo divertido al documental en el que, por otro lado, muestra que hay una considerable investigación y recopilación de datos, lo que permite una representación informada y fundamentada del tema y, a la vez, una excelente edición.
Mientras El Antillano se exhibía ya el también activista pensaba en este otro trabajo. En ese primer abordaje a la nave del cine, la figura monumental de Betances es el centro de las reflexiones. Román entonces pensaba en la posibilidad de darle forma a una reflexión interna, más cercana a los asuntos de como el coloniaje moldea nuestros modos de pensar. De ahí que la lectura de Albert Memmi (Retrato del colonizado) y posteriormente de Frantz Fanon (Los condenados de la tierra) le abrieron nuevas perspectivas de analizar el mundo y a sí mismo. Y la idea fue madurando mientras realizaba el proyecto inicial.
Román Rivera no deja de señalar que le debe su desarrollo como cineasta a sus maestros en la escuela del barrio San José, que le alentaron a participar en talleres de cine que dirigía Jacobo Morales en varios residenciales públicos alrededor de la isla. A partir de esa experiencia decidió que eso era lo que haría con su vida: trabajar en el cine. Y otra de sus maestras, Ana María García, en la Escuela de Comunicaciones, se convirtió en mentora.
No quiero contarles el documental, solo les remito la entrevista en el enlace a continuación y que pueden ver en nuestras páginas electrónicas.https://youtu.be/a-6I0xyQlUE?si=hhQw6d4eeSAOi-wx
Psiquis: un giro decolonial es un trabajo que hay que ver. Román nos va acostumbrando a usar imágenes de archivo, fotografías, gráficos , animación, poesía y música para enriquecer la narrativa y captar la atención del espectador. Es un modo ameno de informar, educar y concienciar al público sobre temas sociales, políticos o culturales. Vayan a verla.