Cariño han cambiado

 

Cualquiera que tenga dos dedos de frente notará que Shakira se burla de Noemí porque compuso las cien canciones que interpreta Ian todavía con Saga, entre ellas la que narra mi condición asmática y la subestimación que por ella Nayda, que iba a ser mi novia, enfatizó cuando prefirió casarse con un librero gallego. María no es un misterio que siempre me ha querido aunque sea mi prima y que la canción más importante de las cien que hizo para Saga, coloca a Efraín Lugo en la incómoda posición de llamarle la atención a su hija sobre mí. Para el papá de Nayda, como saben propietario de Punto y Raya, la que luego fue Universitas regentada por la circunspecta Teresa, mi condición asmática no debía llamarla a engaño, aunque en la canción Noemí lo coloca hablando a larga distancia con la nena, como sin mucha fe de que le hiciera caso, y como desde lejos despidiendose de su hija para siempre igual que mi padre que se esfumó en el 1975.

Claro, alrededor de 1983, Noemí compuso Don´t be late y ahí es que oyendo su canción cantada por el canadiense, caí en cuenta de que sentía algún cariño por mí y conocimiento más que abrumador de mi predicamento con una gallega que no acababa de reconocer que yo no era maricón. Noemí, al parecer, por ser escritora de canciones, tenía el mismo problema, aunque se insinuaba que era pata más bien su hermana mayor ya que Noemí se había casado con el intérprete de sus canciones en 1978. Shakira se burla de la prolífica pluma de María en una canción que interpretó y compuso ella, con fúnebre aliento, la famosa Antología.

Yo tenía más bien contratada una tarea histórica. Los siquiatras de San Juan no tenían claro el protocolo que empleó Clemencio Batista, siquiatra de nacionalidad cubana y práctica privada en Caparra Terrace, que según se sabe curó al plenero Canario de su enfermedad mental. La que tenía interés en los detalles de ese protocolo médico era María, la compositora de Saga, para lo que me abordó con una bien plantada terapista que usaba su nombre de pila. Asistida por una ayudante de nacionalidad filipina, prometían acompañarme el tiempo justo que me tomara recordar el protocolo médico del Dr. Batista. La terapista o su asistente técnica, no estaba claro cual de las dos, producía gametos que podían dar positivo en la Avenida, cosa que le permitiría a la otra ser mi compañera y dar a luz un retoño que podría estudiar en una institución univesitaria cuando llegara a la mayoría de edad. Pero el prometido evento de amor, sólo si le confiaba los detalles protocolares del galeno cubano a un intermediario editorial apropiadamente lejos de la compositora de Saga.

Es curioso que la dama filipina también estableció desde el principio sus condiciones para integrarse al consorcio. No era nada difícil de llevar a cabo. Nos exigía rehabilitar a un viejo K-9 que estaba enjaulado en el laboratorio del edificio Facundo Bueso. Yo acepté enseguida y alguien abrió la jaula donde estaba el K-9, que era una hembra bull terrier exactamente igual a la que Darwin cuidó hasta la muerte, antes de que la reina Isabel lo condecorara por servicios ofrecidos a la Corona de Inglaterra, que fue la crianza de una bull terrier que le echaron encima a Thomas de Quincey y que permitió sacarlo de la adicción al opio. El interés de la reina en la rehabilitación del autor llegó tan lejos como para pedirle a Darwin que se quedara con la perra que lo ubicó drogado siguiéndolo, como se sabe, por el refinado olfato de los bull terriers sobre todo cuando son hembras y están en celo.

El protocolo del Dr. Batista para recuperar a Canario se sospechaba no era el mismo que se usó con Thomas de Quincey. No era tan cruel. Canario no fue perseguido por una perra en celo, como el notable autor de las Confesiones, pero los métodos que empleó para detectar y atender su adicción eran objeto de severas reconvenciones en la comunidad científica de los años 30, que se inclinaba más bien por la Medicina Tropical que por la siquiatría. Se sabe que Tomás Blanco, en su rasgada libreta de apuntes, no veía con buenos ojos el protocolo del doctor cubano, pero sus reparos y el método en cuestión se mantuvieron en la más extricta reserva, aunque se sabe que la compositora sabía algo del asunto por su parentesco con el médico que albergaba dudas por la humanidad del procedimiento que se empleó en esa ocasión.

Anotarme en un consorcio con mi terapista y su asistente, aunque yo no fuera adicto aunque sí fumador, le garantizaba a María que no iba a emprenderla con ella cuando supiera que estaba emparentada con el amargado doctor Blanco. Bastaba que yo le hiciera saber con un cuento de mi pluma, escrito con una atrasada maquinilla Remington, hospedado en la casa de un profesor también bajo tratamiento siquiátrico aunque con otro método de recuperación, que conocía el crudo procedimiento que usó el cubano para curar a Canario de espanto. Apostar dos agentes federales gemelas idénticas en el correo de Puerta de Tierra, que tenían encargado ubicar al adicto y caerle como pillo de película, si Batista lo descubría tratando de reconciliarse con su primera novia, la que perdió para siempre el plenero y que explicaba su pena y presente adicción. Como sabe, en el gemelismo hay un dato que no se puede desestimar, que una de las hermanas produce gametos que pueden dar positivo a un embarazo y que es la otra, que es un receptaculo como el griego crotón, la que puede dar a luz un hijo que no de la impresión de que el novio escojido está casado con dos bien plantadas hembras idénticas. El reparo del Dr. Blanco es que a un músico tan humilde como Canario se le escojiera para una cura con gemelas y no fuera por ello posible detectar que había estado loco por la pérdida de su novia original. Que yo expresara conocer el caso de Canario, aunque no era objeto de un privilegio como el que ese músico disfrutó, ya que mi terapista y su asistente no eran hermanas ni gemelas y en mi caso se iba a notar que alguna novia perdí en el pasado. Mi pena no me llevó a la adicción, y lo que la compositora quería es que declarara públicamente lo bien que los siquiatras cubanos se portaron con Canario y de paso aceptara que mi prima, la compositora,  me quería mucho y lo hiciera saber igualmente, aunque acabara casado con la terapista que usaba su nombre y de compañero de la hermosa mujer filipina que es hoy madre de José Manuel.

 

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