Marco narrativo de algo por hacer

 

 

para Jaime Giordano

Como es inevitable creer en algo, llegas a cierta edad en la que desaparecen amigos. También algunas cosas que viste o que no recuerdas, de tan queridas o deseadas, y sin embargo nunca vistas o propiamente tuyas. Pasa lo mismo con lo que no inventaste y te empujaron como lo mejor o la obligada lectura de un personaje que nunca te simpatizó. Si al cabo te las ves, como yo, en trance de amar algo que nunca estuvo cerca de ti, o que te llegaron a prometer, aunque de tan bien recomendada lectura o frecuentación que diste a caminar por la trastienda de tu barrio, entonces, como diría el ya difunto Hector Lavoe, escucha mi pregón que dice…

Caso por resolver

Este incidente me permitió conocer personalmente al Dr. Aravind Adyanthaya cuando trabajaba como médico primario del CDT de Río Piedras. Se estaba por celebrar el 2do Congreso Internacional dedicado a la memoria del profesor José Ferrer Canales y ello coincidió con el curso de novella italiana y matrimonio que nos impartía la profesora Carmen Rabell. Sufrí un inesperado accidente en su clase que me obligó a visitar el CDT para que me inyectaran una vacuna antialérgica y se dio la casual coincidencia de que el médico primario era escritor y hombre de teatro, aunque en aquel momento se vio obligado a atenderme de emergencia y no pudo decirme nada hasta muchos años más tarde.

La prisa que llevábamos con el curso de la profesora no permitió que me detuviera a conversar con Aravind, ni a explicarle qué fue lo que me sucedió de tan erizado de ronchas y feas mataduras que le llegué a la sala de emergencia. Recuperado en cosa de unas horas, enfilé en la Trooper de la profesora hacia la soñada ciudad de Arecibo. La profesora iba al volante y me acordé de algo que decía Burroughs de Joan Volmer: She was a good driver.

Pero al cabo olvidé al viejo amargado que es mi autor preferido y pasamos enseguida al problema que en aquel entonces nos dejaba perplejos. En el catálogo del Congreso aparece mi participación en uno de los paneles que presidía precisamente la maestra, con un ensayo que desapareció y del que apenas conservo una propuesta, o quien sabe si no llegué a escribir y sólo hice una breve presentación oral debido al poco interés que despertaron Las reglas del Método Sociológico de Durkheim, un acercamiento de sociólogo sino a la deshonra del que constata una cañona, sí la resignada etiqueta a seguir en esos casos. Como dice el caballero alemán: no es más que una diátesis indolora. Una pajita en el ojo.

El circunspecto catálogo consigna que mi nombre figuraba entre los panelistas de la ahora desierta sala. Uno o dos gatos presentes, con la profesora y mis fieles compañeros de galera. Tan raro nos pareció que el auditorio estuviera casi completamente vacío, que me ocupé de mirar el documento que la profesora Rabell me facilitó y en donde aparece claramente expuesta nuestra participación en el Congreso.

El feeling de una sala desierta no me deja perplejo en tanto que hacerme poeta fue trasunto de amargos desplantes, si bien de esperar en un ambiente literario como el puertorriqueño siempre tan cargado. Más bien, diría yo, me aliviaba saber que no había un alma que nos quisiera escuchar y que a pesar de todo estábamos los que teníamos que estar allí. No empero, el misterio no se hace esperar cuando al lado del catálogo en donde se nos reconocía méritos, Carmen me extendió un extraño certificado de participación que no consigna, como otras veces, el nombre que siempre he llevado. Lejos de toda suspicacia en lo relativo a mi verdadera identidad, mi nombre no estaba impreso en el certificado de participación porque merece grabarse con la mejor caligrafía que pueda encontrar a estas horas. No estando Don Lorenzo para esos menesteres, ni aún la modesta María Noemí en Maof, para grabarlo como es debido y creo hicieron con mi diploma de bachillerato, caminé una vez más por la vieja manzana en donde estaba su taller para constatar, con algo más de sorpresa, que no había allí sino un pastito verde en el que juegan los retoños de mis amigos.

 

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